martes, 9 de febrero de 2010

FROM PARIS TO BERLIN

En mayo de 2007 pensamos en cumplir un sueño que hacía años que ambos teníamos: una ruta en coche por Europa. Al principio lo veíamos complicado, pero conseguimos ahorrar y ver nuestro sueño cumplido.

Esta fue la primera de otras rutas que veréis en orden cronológico en este blog.

En mayo ya empezamos a idear la ruta y a buscar información sobre qué ver, consejos para viajar, estado de las carreteras, etc. Lo primero que hicimos fue comprarnos un GPS, una buenísima inversión que ya hemos amortizado con creces y que nos fue de gran ayuda para no perdernos y encontrar los sitios rápidamente, evitando así la pérdida de tiempo.

También leímos varios blogs. En julio, ya habíamos ideado la ruta, que en principio sería: París-Brujas- Amsterdam y Bruselas y luego ya veríamos. Nos compramos una guía de Bélgica y de Luxemburgo, por si acaso. Las demás guías las tenía en casa, ya que hace años, mi madre se hizo una colección de guías Lonely Planet que venían con el periódico y que me han venido de perlas. Sólo teníamos reservado el hotel de París, que era un Ibis. Decidimos sacarnos la tarjeta del grupo Accord, que son los Ibis, Novotel, Etap, etc, y la verdad es que valió la pena porque nos hacían descuentos o bien nos invitaban a algo en el bar. Conseguimos un librito donde salen todos los ibis del mundo y nos guiábamos con esto para ir buscando los hoteles.

Al final la ruta fue: París - Brujas - Amsterdam - Bruselas - Luxemburgo - Berlín (lo decidimos la noche antes en el hotel de Luxemburgo) - Munich - Milán (lo decidimos la noche anterior en Munich) y la costa azul.


5 DE AGOSTO DE 2007

Empieza la aventura. Partimos a las 3:oo a.m. rumbo a París, cargados de ilusiones. A las 12:30, después de 9 horas de viaje y de parar algunas veces para descansar y estirar las piernas, llegamos a París. Y la primera sorpresa al llegar es...¡La caravana! Un caravanón que ni en la ronda en hora punta. Pero no importa: estamos de vacaciones, así que nos relajamos, sonreímos y deseamos salir pronto de allí. Afortunadamente nuestros deseos se cumplen y gracias a nuestro GPS encontramos el hotel con facilidad. Es un Ibis en el barrio de Montparnasse, tranquilo y alejado del bullicio, pero con una parada de metro muy cerca que en 15 minutos te deja en el centro de la ciudad. Echamos una cabezadita de hora y media y nos ponemos en marcha.

15:00 Decidimos ponernos en marcha guía en mano. La oficina de turismo más cercana está en el Museo del Louvre, así que nos dirigimos hacia allí, después de comprar un abono para transporte para tres días (15 € aprox). Cuando llegamos a la oficina de turismo intento hacerme entender con mis nociones de francés, pero afortunadamente la chica es española y nos explica cuáles son los mejores itinerarios para los dos días y medio que vamos a pasar en la ciudad.

Con un sol de justicia y 33 grados, salimos a la superficie de París y admiramos el Louvre por fuera y también su interminable cola. La visita la dejaremos para otra ocasión. Caminamos por el Jardín de las Tullerías rumbo a los Campos Elíseos. Los jardines se ven muy cuidados y de un verde excepcional. Quizás es que estoy acostumbrada a los parques de aquí de Barcelona, que no están tan bien cuidados y encima los ciudadanos tampoco es que colaboremos mucho...La gente estaba tomando el sol, paseando, haciendo deporte, etc aunque a esa temperatura era difícil hacer cualquier cosa. Entonces llegan las primeras fotos.


Medio deshidratados dejamos atrás las Tullerías y llegamos a la Plaza de la Concordia con sus espectaculares farolas y su bonita fuente y entonces nos encontramos con los Campos Elíseos. Para el que haya estado en Barcelona, se parece bastante al Paseo de Gracia, porque allí están todas las tiendas de marca y las más elegantes. Entramos en algunos souvenirs a comprar algún recuerdo y entonces nos topamos con uno de los símbolos de París junto con la Torre Eiffel: el Arco del Triunfo. Nos quedamos observándolo unos segundos y hacemos más fotos. Está plagado de gente y hay un grupo de soldados formando justo debajo. Aún nos preguntamos si es habitual o era por algo especial, la verdad ni idea. En fin, ladeamos el Arco, más fotos por allí y por allá, lo cruzamos de un lado a otro y nos sentamos un poco a descansar y a beber agua. ¡Diosss qué calor más insoportable!

De pronto, entre los edificios que quedan a nuestra izquierda vemos una punta de metal que nos es muy familiar: La Torre Eiffel. Y parece que está cerca, así que pasamos de coger el metro y decidimos ir caminando para así disfrutar más de la ciudad parisina. Pero no, la torre no está tan cerca como pensamos, andamos y andamos hasta que al final desembocamos en el Sena con sus puentes alrededor y por fin la vemos. Admiramos su majestuosidad, la de veces que hemos imaginado este momento y aprovechamos la agradable brisita que corre para apaciguar un poco el calor.

Tropecientas fotos después miramos la gigantesca cola para subir. Nos miramos y decimos: "Al igual hago yo la cola esta ahora con lo cansada que estoy y el calor que hace. Mejor venimos mañana tempranito". Así que nos dedicamos a pasear alrededor, tomar un helado, sentarnos en un parque y después emprender el camino poco a poco de vuelta al hotel. Ya son las 8 de la tarde y hay hambre.

Nos encantaría ver la ciudad de noche, pero estamos demasiado cansados. Como tenemos dos noches más, lo intentaremos.









6 DE AGOSTO DE 2007

Nos levantamos cansados, y eso ya va a ser la tónica del viaje. Miramos por la ventana y...Hace un día de perros, está cayendo la de Dios. Por un lado bien, porque al menos no hace tanto calor, pero por otro lado una pena ver las vistas desde la Torre Eiffel con tan mala visibilidad y cargar con el paraguas también es un coñazo. Desayunamos con las provisiones que hemos traído en nuestra neverita portatil que se puede enchufar tanto al coche como a la pared y hala, en marcha.

Llegamos a la torre justo a las 9 y es una gozada comprobar que la cola, comparada a la de ayer tarde es un chiste. Compramos las entradas para subir en ascensor (ya bajaremos andando que el día es muy largo y no queremos acabar hechos polvo tan pronto). Sólo subimos al segundo piso ya que el tercero está cerrado por obras. Precio= 7 € por persona. Ahí arriba las vistas son maravillosas, se ve todo el Campo de Marte, un parque que hay debajo, Trocadero, otro barrio de París, etc. Hace fresco allí arriba, la verdad, una manguita fina se agradece. Jolín, vaya diferencia de tiempo entre un día y otro. Afortunadamente ya no llueve, aunque el día sigue siendo gris. Cuando Javi ya ha explotado el paparazzi que todos llevamos dentro y hemos tenido perspectivas desde todos los ángulos de la torre, toca bajar. Esta vez lo hacemos andando porque da palo esperar para coger el ascensor. No será para tanto...Y es cierto, bajar no es lo mismo que subir. Te cruzas con los pobres que van subiendo exhaustos y tú tan ricamente, aunque cuando llegas abajo llegas un poco mareado, pero bueno la experiencia bien ha valido la pena.


Próxima parada Los Inválidos. Principalmente era un hospital que se construyó en la época de Napoleón para los heridos durante las guerras napoleónicas, pero hoy día es un museo de la historia militar de Francia, desde la prehistoria hasta la segunda guerra mundial y donde también está la tumba de Napoléon y de dos de sus hijos y un nieto. A mí no me interesa demasiado la historia bélica pero tengo que reconocer que es súper interesante, ver todos los artilugios, lanzas, armaduras y en la última fase, donde está todo lo de la segunda guerra mundial, hay máscaras de gas y hasta un tanque. También hay una sala donde van reproduciendo vídeos en francés y en inglés, claro. Comemos algo en la cafetería del Edificio y nos encaminamos hacia los Jardines de Luxemburgo. Otro precioso y romántico parque donde pasear y hacer unas fotos.
Ya hacia las siete de la tarde aterrizamos en la Notre Damme, la famosa iglesia de París donde transcurre la leyenda del Jorobado. Arquitectónicamente es una iglesia bonita, pero he visto mejores. En cuanto a fe, ya sabéis los que me conocéis que no creo mucho en estas cosas, por tanto... Por dentro es enoooooorme, una de las más grandes que he visto y en el centro hay una maqueta de la catedral. Me sorprende que no haya que pagar entrada, pero es gratis. Por 1 € o así puedes subir unos cuantos escalones para subir a la torre y tener unas buenas vistas desde ahí y por un precio parecido puedes visitar la cripta y el museo, pero nosotros pasamos. Preferimos pasear por el barrio de alrededor, el barrio latino, muy pintoresco y se nos hacen las 9 de la noche. Tenemos que cenar (con nuestras provisiones porque comer en París es prohibitivo) y ducharnos y estamos en la otra punta de la ciudad. Estamos reventados de andar todo el día de un lado para otro y sabemos que si vamos al hotel no volveremos. Bueno da igual, a ver mañana por la noche si conseguimos quedarnos....







7 DE AGOSTO DE 2007

Mi cumpleaños. Hace un bonito y soleado día. Javi me felicita cariñosamente y me empiezan a llegar varios mensajes, desayunamos y otra vez en marcha, aunque hoy nos lo tomamos con más calma...

Hoy es nuestro último día en la ciudad y lo vamos a dedicar a Versalles. Para llegar a Versallee puede hacer de dos maneras: en metro y tren o en coche, que está a pocos kilómetros. Pensamos que con coche igual el aparcamiento era caro y decidimos ir en tren. Es cómodo y no va mucha gente. Eso sí, cuando llegamos al castillo eso está a petar. La verdad que también se nos ha hecho algo tarde, son ya las 11 de la mañana. Si hubiéramos llegado un par de horas antes, seguro que estaría menos despejado. Pero bueno, da igual, ¿estamos de vacaciones, no? Pues eso, sin estrés.

La entrada nos costo 18 € y un ratito de cola, pero por fin, después de obtener un mapa para el recorrido y mi imprescindible audio guía empezamos la visita. Nos quedamos absolutamente maravillados. Todo es de un lujo exultante (e insultante, ves a saber el valor que tiene todo eso) y el mobiliario está dispuesto como si Luis XIV se hubiera ausentado un momento, todo puesto en su sitio, aguantando impasible el paso del tiempo. La verdad es que es alucinante y una visita que no os podéis perder. Fuimos admirando cada sala, el pasillo de los espejos, una auténtica pasada y así nos tiramos tres horas. Pero claro, luego están los jardines, que son tan grandes que se recorren con un trenecito con varias paradas para que puedas bajar y pasear. Así que lo cogimos y fuimos haciendo estas paradas hasta ver todo el complejo entero. Cinco horas tardamos ni más ni menos, entre el castillo y sus jardines, pero mereció la pena.










Volvimos a París a eso de las 6 y volvía a estar nublado. El cielo cada vez se ponía más y más negro y nos temimos lo peor, pero al final se comportó y no llovió. Nos faltaba por ver el famoso Moulin Rouge y el Sagrado Corazón, así que fuimos para allí. Nada más salir nos dimos de frente con el teatro, al que hicimos la foto de rigor, claro. A esas horas estaba cerrado, pero seguro que por la noche abriría sus puertas para dar alguno de sus numerosos espectáculos. Recorrimos la calle, llena de sexshops, cines X y locales con shows X en directo y nos comimos una deliciosa crepp con nutella. Entramos al Museo Erótico, donde podréis encontrar falos y artilugios de todas clases, fotos, etc. Es muy curioso, la verdad y no es caro. Creo que la entrada nos costó 6 €. Podréis encontrar cuadros como éste.


Después de reponer fuerzas nos encaminamos hacia el Sagrado Corazón.




Para llegar a ella desde el Moulin Rouge se ha de atravesar un barrio peatonal. Después puedes optar por coger el funicular para subir hasta la iglesia, o bien subir los escalones. Nosotros, tan valientes decidimos subir a pie, aunque llegamos sin aliento. A los pies de la iglesia habían numerosos vendedores ambulantes que intentaban venderte de todo, bastante pesados, la verdad, pero eso no nos estropeó el momentazo de poder sentarte en uno de los escalones a la entrada y divisar las espléndidas vistas que desde allí se ven. Nos quedamos sin palabras. Entramos a visitar el templo y después empezamos a bajar de nuevo.












Como última parada decidimos ir al barrio de Trocadero, desde el cual se obtiene una preciosa vista de la Torre Eiffel. Y allí, nos despedimos de ella y de París.



Aquella noche tampoco fuimos capaces de salir, así que nos quedamos con la pena de no poder ver la noche parisina, con todo iluminado, pero como pensamos volver, ya lo haremos la próxima vez, con más calma.

Así que nos despedimos de París, con mucha emoción, después de todos los bonitos momentos allí vividos.











































No hay comentarios:

Publicar un comentario