domingo, 21 de marzo de 2010

PREDJAMA-PISA Y VUELTA A CASA

18 DE AGOSTO DE 2009

Con mucha pena, abandonamos Croacia. Un bellísimo país en el que hemos estado de maravilla y donde sus gentes nos han acogido muy bien. Es un país que recomiendo a todo el mundo por lo bonito que es, por lo bien que se está y por que es barato. Reúne todas las buenas condiciones de un producto: bueno, bonito y barato.


Nuestra próxima parada es Predjama, ya en Eslovenia. Nos vamos a alojar en una pensión en la aldea de Crni Vrh, muy cerca del castillo de Predjama, a unos 7 kilómetros. Este paraje está enclavado en los Alpes Julianos y se empieza a notar enseguida por el paisaje, que nos recuerda mucho a Austria y al sur de Alemania. El intenso verde de los prados se acentúa con el sol. Es de una belleza indescriptible. Al poco tiempo nos encontramos con la aduana. Volvemos a la Unión Europea de nuevo, por lo que suponemos que será un mero trámite, pero resulta ser todo lo contrario: la más difícil. Llegamos a un pequeño paso fronterizo compuesto por una cabaña de madera y una barra para que no puedas pasar sin detenerte. Nos piden los pasaportes desde la ventanilla, se los llevan y durante un buen rato nos tienen allí esperando. Nosotros, nerviosos, nos preguntamos qué demonios pasa. Nos los devuelven y en menos de 10 metros nos hacen parar de nuevo para repetir la operación. Cuando ya creemos que por fin nos hemos librado un sargento gordo y mayor nos da el alto y Javi tiene que dar un pequeño frenazo para no pasarnos, ya que no hay ninguna barra y pensábamos que ya habíamos pasado la aduana. Pero no, nos pide de nuevo los pasaportes y nos pregunta algo en esloveno que nosotros no entendemos. Al final, deducimos que lo que quiere es que abramos el coche y así lo hacemos: maletero, los asientos traseros,...Echa un vistazo y por fin nos deja libres de una vez. Es lo que tiene no tener trabajo, se aburren. Y es normal, porque por allí no tiene pinta de pasar mucha gente a menudo. Durante todo el rato que estamos, que al final hacen un total de 20 minutos, no ha pasado ni un sólo coche.

Llegamos a la pensión de Crni Vrh y nos instalamos. Decidimos comer en el restaurante de abajo porque tiene parece ser que se come muy bien y no nos equivocamos. Yo escojo un plato con varias degustaciones típicas eslovenas, buenísimas y Javi se decanta por un entrecot a la pimienta de una calidad exquisita, que tampoco nos sorprende, porque con esos prados las vacas tienen que criarse bien. Después de comer nos vamos hacia el Castillo de Predjama. Este peculiar castillo, colgado de un precipicio de 123 metros de altura y encastrado en la montaña, es uno de los monumentos más espectaculares de Eslovenia. Decidimos pillar un pack de las entradas del castillo, más las cuevas del mismo y las Cuevas de Postojna, que están a pocos kilómetros de allí. Todo nos cuesta unos 30 € por persona y sale más barato haciéndolo de esta forma. Una vez más el calor es sofocante y, al igual, que Praga, el sitio está tomado por las avispas. Para nuestra sorpresa, de nuevo, hay bastantes españoles.


La visita guiada para para las cuevas del castillo es a las tres, por lo que tenemos que esperar un rato. Después de visitarlas, veremos el castillo. Por fin aparece la guía y nos lleva por un camino abajo del castillo, ya que a la gruta se entra por debajo y saldremos por encima del castillo. Somos un grupo reducido, de unas 10 personas compuesto por dos españoles (Javi y yo), una pareja de italianos y 6 polacos. La guía, que es eslovena, empieza a darnos las explicaciones, primero en español, después en italiano y después en inglés, ya que no habla polaco. Cuando llevamos un rato así nos pide si puede decirlo sólo en inglés, para no tener que repetir tanto y ninguno pone objeción. La cueva es bastante oscura y cada uno llevamos una linterna. Tenemos que subir una empinada escalera metálica en medio de la oscuridad, que la verdad da bastante yuyu dos veces para acceder a los dos niveles que se pueden visitar. El techo de la cueva está plagada de murciélagos, la mayoría muy chiquitines. Nunca había visto uno tan de cerca y hacen gracia, aunque la guía nos advierte de que no los molestemos, ya que nos pueden morder, y suelen ser portadores de la rabia. La chica nos explica también algo bastante curioso, que es que la cueva se mantiene durante todo el año a la misma temperatura: 15 º. En verano da gusto guarecerse del calor y en invierno, teniendo en cuenta que fuera se puede llegar fácilmente a los -10º, también se está muy bien.


Finalizamos la visita y nos quedamos un poco rezagados, esperando a la guía. Por el camino, vamos hablando con ella, que habla un perfecto español y nos cuenta más cosas y curiosidades de la cueva. Ha llegado el momento de visitar el castillo. Su inquilino más ilustre fue Erasmo Lueger, un noble justiciero del siglo XV que robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Se refugió aquí huyendo de las tropas de Trieste que querían apresarlo. Consiguió desesperarlos gracias a que se abastecía de alimentos en secreto a través de la cueva, que se comunicaba con el castillo. Un sirviente suyo lo traicionó y alguien lo apuñaló una noche mientras dormía. Hoy el castillo está hecho museo donde podemos ver varios retratos y enseres de los diferentes moradores del edificio, una capilla, la habitación del cura, un pequeño arsenal de armas y los calabozos.

Después de visitar el castillo nos marchamos rápidamente hacia las cuevas de Postojna, las más famosas y según dicen, las más grandes del país. A la entrada de la cueva nos viene a buscar un trenecito para llevarnos a sus profundidades, que me recuerda inevitablemente al de las Minas de Sal de Berchtesgaden, en el sur de Alemania, casi en la frontera con Austria, aunque esta vez en el tren vamos sentados normalmente ( y no a horcajadas) y vamos de dos en dos (no uno detrás de otro). Dentro hace 9º y yo voy con mi manga larga. Hace frío para mi gusto, pero agradezco esta temperatura después del calor que hemos pasado durante todas las vacaciones. El paseo en tren dura bastante y nos da una buena perspectiva de la cueva, que está muy bien iluminada. Después llegamos a una enorme galería central, donde nos separan por idiomas. Decidimos unirnos al de inglés, ya que no hay de español. Se nota que son las más populares del país porque están muy masificadas, nuestro grupo es muy numeroso y los otros grupos que vemos también lo son. Hay una sala en la que las estalagmitas parcen espaguettis colgados del techo, resulta muy curioso. También nos ofrecen un corto concierto de música clásica a la luz de las velas. La cueva tiene una acústica perfecta. Es un momento especial.











Hay muchos animales que pueblan las cuevas, pero el más especial es el Proteus Anguinus, un pez albino y ciego con forma de lagartija que vive en el agua y respira por branquias, y que se alimenta de microbios. Está protegido y sólo se puede visitar en un tanque fuera ya de las cuevas. Pero como somos el último grupo en salir y el complejo cierra a las seis de la tarde, cuando llegamos el recinto está cerrado y no podemos verlo. Nos quedamos con las ganas y el único recurso que tenemos es comprarnos una postal del bicho para saber cómo es. A las afueras del recinto hay varios puestos, que no dudamos en visitar y nos compramos unos refrescos para tomarlos sentados en unas escaleras tranquilamente.


Volvemos a la pensión, nos duchamos, descansamos un rato y decidimos bajar a cenar porque el restaurante nos ha gustado mucho y encima está muy bien de precio. Cenamos en la terraza y después de cenar, por curiosidad, le pregunto al señor de la pensión cómo narices se pronuncia el nombre del pueblo, que como habéis visto, sólo tiene una vocal (Crni Vrh). Nos dice que se pronuncia "Cherni Vaj", así es mucho más fácil. Nos pasamos un buen rato hablando con él en inglés, que resulta ser de lo más agradable. Por eso os recomiendo que os alojéis allí si vais por la zona. La dirección es la siguiente: Gostilna Metka, Crni Vrh 78, Crni Vrh. Os tratarán muy bien, ya lo veréis. Internet es gratis, pero sólo se pilla desde la terraza, así que subo a por mi portátil y le envío un mail a mi familia con las fotos de los últimos días y después Javi mira algunas cosas. Sobre las 11 nos vamos a dormir.


19 DE AGOSTO DE 2009


Adiós, Eslovenia. Nuestro próximo y último destino es Pisa. Allí hemos reservado el mejor hotel de todo el viaje, un lujazo comparado a lo que estamos acostumbrados, que tampoco están mal, la verdad, total para lo que estamos en las habitaciones... Se trata de un AC nuevecito, estrenado en mayo del mismo año por sólo 60 € con desayuno, aunque en realidad vale un poco más. Llegamos y lo primero que hacemos es disfrutar de los lujos de la habitación: minibar, tele de plasma, (bueno, a decir verdad, tele, que la mayoría de los sitios donde estábamos no tenían)... Como en Pisa hay poco que ver a parte de su famosa torre, decidimos comer de nuestras provisiones y descansar un rato. Sobre las 5:30 nos vamos a donde está el famoso monumento. Es un recinto amurallado que lo rodean cientos de puestos de souvenirs. Para verlos todos se necesitan al menos dos horas. Y como hay tanta competencia las cosas están extremamente baratas, así que aprovechamos para hacer algunas compras. Después pasamos donde está la torre, el Baptisterio y el Duomo. Está todo en una zona de césped bien cuidada y llenísima de gente haciendo posturitas con la torre para las fotos. Se puede subir pero decidimos no hacerlo; 294 escalones son demasiados para los 41º que tenemos que soportar. Nos dedicamos a hacer algunas fotos y a tomarnos un helado mientras admiramos la torre inclinada, que se ve que en 1967 se temió por su derrumbe y en 1990 se cerró al público como medida de seguridad.


Después de algún rato más nos vamos a Livorno, para terminar de pasar la tarde, pero no nos gustó nada. Para empezar es una ciudad que da un poco de mala espina, estaba todo muy muerto y no había nada. Pero se nos hizo la hora de cenar y nos comimos una excelente pizza. A las 9 o antes ya estábamos de vuelta al hotel.

20 DE AGOSTO DE 2009


Ya se han acabado las vacaciones, después de dos semanas maravillosas llenas de buenas experiencias. Haremos un alto en el camino para visitar a nuestra familia de Marsella, pero antes hemos decidido hacerle un pequeño homenaje a Andrea y visitar Torino (Turín en castellano), con el que desayunamos en Sarajevo, ya que es su ciudad natal. Llegamos sobre las 12 del medio día y hace un calor abrasador. Es una ciudad monumental pero todo está bastante desperdigado y hay poco para ver. Andamos por el centro buscando algo de ambiente pero está todo muy muerto. Supongo que los 40 grados que nos acompañan tampoco ayudan mucho. Lo único que encontramos es un quiosco en medio de una gran plaza donde yo compro algunas postales, pero no tienen bufandas de la Juventus, el equipo local. En una de las calles peatonales encontramos la tienda oficial pero es todo carísimo y Javi se niega a pagar los 20 € que cuesta la bufanda, además de que no es de su agrado. Paseamos un poco más y decidimos irnos a Delle Alpi, el estadio de la Juve. Pero cuando llegamos nos llevamos un gran chasco: está medio derrumbado ¿qué es lo que ha pasado aquí? Días más tarde, buscando en Internet, nos enteramos de que están renovando el estadio y reduciendo el número de asientos y mientras la Juve juega en otro estadio de la ciudad. Nuestro gozo en un pozo. Nos hemos quedado sin la bufanda de la Juve y mira que la vimos el día anterior en los puestos de la Torre, en Pisa y pensamos en comprarla mejor aquí.



Nuestra próxima parada será Niza, a comernos el último Quick de la temporada y a pegarnos un bañito en sus azules aguas que con este calor falta nos hace. Sobre las 5 llegamos. Después de pasar unas tres horitas en esta turística ciudad nos vamos a Marsella a hacer una visita a la familia, donde cenaremos y volveremos a casa. Como siempre el recibimiento es abrumador, aunque esta vez sólo está mi prima con sus dos hijas y sus nietos. La prima Marie vino después de cenar. Los demás algunos estaban de vacaciones, otros (François, Francís, Severine y Nicolas) con gastronteritis y el resto trabajando, así que no los pude ver. Sobre las 12 reemprendemos el viaje para llegar a las 5 de la mañana a casa. Estamos reventados pero preferimos dormir en casa y descansar al día siguiente durante todo el día sin prisas.


CONCLUSIONES


Una vez más nos invade la tristeza por el final de las vacaciones, y aunque estamos cansados y con ganas de estar en casa para asimilar todo lo que hemos vivido y apreciar las fotos y vídeos que hemos hecho, en pocas semanas volverá a picarnos el gusanillo por viajar. Lo sabemos. Quizá podamos hacer alguna escapada pero tendremos que esperar al verano de 2010 para poder hacer otro gran viaje, y como nunca se sabe cómo van a ir las cosas, quizá este sea nuestro último viaje en mucho tiempo. O no.


Como ya he dejado bastante claro en el blog, Sarajevo fue una ciudad que me impresionó, Bosnia en general. Me encantó y quiero volver. Necesito saber más de ese país. Pude disfrutarlo muy poco. Croacia es un país al que sin duda volveremos, y seguramente pronto. Nos hemos dejado demasiadas islas paradisíacas por ver y no podemos perdonárnoslo. Pero, hablando más profundamente, este viaje ha sido muy especial porque por primera vez hemos interactuado de verdad con las gentes de los países, cosa que hasta ahora no habíamos tenido mucha oportunidad. Y eso nos ha enriquecido personalmente. Al estar en casas particulares hemos podido conocer la situación de estos países e intercambiado opiniones con sus gentes. Nos han tratado fenomenalmente y eso es lo que me llevo. Me alegra ver también como Bosnia, y especialmente Croacia están superando tan bien las dificultades que suponen haber pasado por una terrible guerra y la segmentación de un país, aunque a Bosnia aún le queda un mayor tramo por recorrer. También me hubiera gustado comparar con Serbia y Montenegro, pero esto tendrá que ser en otra ocasión. Si tenéis ocasión, o si os gusta como a nosotros empaparnos un poco de la realidad del sitio que visitamos, alojaros en sobes, en pensiones o habitaciones.


Para acabar os muestro unas fotos, para que veáis la utilidad que se le dan a tantas bufandas compradas. La colección de Javi está expuesta en las paredes y techo de una de las habitaciones de nuestro piso, la más pequeña. Todo el mundo que viene a casa alucina cuando la ve y no es para menos. Ya nos queda poco espacio para llenar, pero esperamos seguir aumentando la cole, y si eso ya las iremos turnando.




ZADAR - ISLA DE PAG

16 DE AGOSTO DE 2009


Hoy toca abandonar la maravillosa isla de Kórcula para volver al continente. Nuestro próximo destino es Zadar, donde pasaremos las dos próximas noches y desde donde cogeremos un ferry para visitar la genial isla de Dugi Otok, más espectacular si cabe, que en la que nos encontramos. Como en Zadar no hay demasiado que ver, nos tomaremos el camino con calma, así que después de abandonar el hotel buscamos una calita en la que darnos un baño y pasar una buena parte de la mañana. Buscamos hacia el lado contrario al que fuimos el día anterior y no tardamos en encontrar una en la que estamos totalmente solos. De nuevo hace un día espléndido y el mar está como un plato. Definitivamente Croacia no es país para surferos porque en todos estos días que llevamos aquí no he visto ni una sola ola. Ni en Split, ni en Dubrovnik, ni en ningún lado. Después de disfrutar durante un par de horas de la playa y de la tranquilidad y paz que nos ofrece, volvemos al puerto para coger el ferry. Estamos haciendo la cola para comprar las entradas cuando se acercan una pareja que hablan en catalán, preguntándose mutuamente cómo va el tema, a lo que yo me dispongo a contestarles. Nos presentamos y se trata de una pareja joven que está haciendo una ruta con su furgoneta. Son de Barcelona capital y ellos van más de rollo cámping, con una tienda y todo.


Enseguida podemos embarcar y somos los dos últimos coches que entran en el barco. El trayecto lo pasamos hablando y nos cuentan que han estado en toda la costa croata y que ahora irán hacia Montenegro, Bosnia y Serbia. Su próxima parada es Sarajevo y al decirles que nosotros hemos estado allí nos preguntan nuestra opinión y alojamiento. Yo, que aún conservo la dirección de la pensión, se la recomiendo y ellos se la apuntan. Cuando tocamos tierra nos despedimos y cada uno sigue su camino.



Zadar ya está bastante más al norte, casi en la zona de Istria, aunque aún pertenece a la costa dálmata. Llegamos a la casa donde nos vamos a hospedar esta noche y la siguiente sobre las cinco de la tarde. Nos acomodamos y decidimos irnos al centro de Zadar para dar una vuelta. Aparcamos en el puerto y justo ahí también está la entrada a la ciudad vieja, llamada el Decumanus. La ciudad no tiene mucho para ver, a no ser que se visiten sus museos e iglesias. Es mucho menos bonita que Split o Dubrovnik, pero lo que nos llama la atención es que, en medio del centro hay un diminuto foro romano. Tratándose como son de ruinas tan antiguas, nos sorprende que estén abandonadas, ya que la gente pasea entre ellas y no están protegidas ni te cobran entrada. Paseamos por sus numerosos puestos y nos tomamos un reconfortante helado.





Al caer la tarde paseamos por el Riva, el paseo marítimo, donde se encuentra el órgano marino, ideado por Nikola Basic en 1995. Se trata de unos tubos sumergidos que hacen que a cada golpe de mar penetre aire por ellos, creando una original sinfonía. Es algo muy curioso. Mientras lo escuchamos, azotados por la brisa, sentados en el mirador escalonado que nos muestra el Mar Adriático en todo su esplendor, somos testigos de una preciosa puesta de sol. Cuando acaba decidimos ya volver a la habitación, donde cenaremos y aprovecharemos para acostarnos pronto ya que mañana hemos de madrugar. Al llegar a la casa le preguntamos al dueño si sabe cómo funcionan los horarios del ferry. Él, muy amablemente, nos los explica y, para asegurarse llama al teléfono de información de las Jadrolinias. El horario es una mierda. Está peor organizado que en Kórcula y no lo entendemos puesto que la isla de Dugi Otok es también muy turística. Cogeremos el primer ferry, que sale a las 8:45 y para volver pillaremos el último que sale a las 18:30. Es demasiado pronto, ya podrían haber ferrys más tarde, pero es lo que hay.



17 DE AGOSTO DE 2009



Al día siguiente nos levantamos a las 7:30. desayunamos (esta vez nos incluye el desayuno) y nos vamos hacia el puerto. Mientras Javi se pone a la cola yo compro el billete de ida y vuelta. Son las 8 de la mañana y nos tocará esperar un rato. Cuando llego a donde está Javi, está hablando con una pareja española que tiene dos niñas pequeñas. Me los presenta. Ellos son de Alicante y están también haciendo una ruta. Van a la aventura, sin tener nada reservado y eso es toda una proeza teniendo en cuenta que viajan con una niña de 4 años y otra que le falta poco para los dos. Pero ya están acostumbradas a viajar. Quieren ir a los lagos de Plitvice y les doy las señas de la casa donde estuvimos por si se quieren alojar allí, ya que estaba súper bien, especialmente para ellos que son cuatro. En estas estamos cuando la cola se empieza a mover. ¡Nos vamos a Dugi Otok!


Pero pronto nos llevamos la gran decepción del viaje: no cabemos en el barco. Aún delante nuestro quedan unos 15 coches más. Desolados, vemos como el barco zarpa sin nosotros. Las niñas lloran porque quieren hacer el viaje en barco y a nosotros nos embarga la rabia de saber que nos vamos a perder esta maravillosa isla. El próximo barco sale a las 13:00, cuatro horas más tarde. Primero pensamos en qué hacer pero Javi dice que es una tontería esperar al siguiente, ya que visto lo visto tenemos que hacer cola desde ya, porque si no, no entramos y no nos dará tiempo de nada, porque si el último ferry es a las 18:30 tendremos que estar allí más de una hora antes para estar tranquilos. Afortunadamente, esto debe ser muy normal aquí ya que devuelven el dinero de los pasajes sin problemas. La pareja que hemos conocido también los devuelve y se van hacia otro sitio. Nos hemos equivocado.En vez de coger dos noches en Zadar, deberíamos haber cogido una en Dugi, como hicimos en Kórcula y hacer noche allí, para no tenernos que preocupar de nada. Pero como sabemos que algún día volveremos a Croacia, lo dejamos como asignatura pendiente para la próxima vez.


Al principio no sabemos muy bien qué hacer y nos vamos buscando alguna playa o cala donde bañarnos. No tardamos en encontrar una que está bien y en la que hay poca gente, aunque no es ni la mitad de bonita que las que hemos visto en Kórcula. Ha dejado el listón demasiado alto. Pasamos un par de horas nadando por allí y decidimos ir a la villa de Sibenik, que está a unos 80 kilómetros de allí para dar una vuelta. Volvemos a aparcar en zona azul, (pero barata 0,50 € la hora, vamos, igualito que aquí en Barcelona) y nos disponemos a pasear por las calles de mármol del casco antiguo. Es más bonita que Zadar, pero no tanto como Split. Se nos hace la hora de comer y lo hacemos en la terraza de un restaurante que da al puerto. Yo me pido espaguettis a la marinera y Javi una pizza. Para picar decidimos probar el queso de Pag, que resulta estar muy bueno. Estamos pensando dónde ir y le propongo a Javi ir a Pag. Para acceder a la isla no es necesario coger ningún barco, ya que hay un puente que la une al continente y decidimos ir a ver qué se cuece por allí. Además está cerca.



Pasamos toda la tarde en la Isla de Pag, incluso nos sorprende la noche. El paisaje de la isla, nada más pasar el puente es desolador. Parece un paisaje lunar, con mucha roca irregular, sobre la que es muy incómodo caminar y absolutamente nada de vegetación. Un poco más adentro de la isla ya sí se ve algo de verde. Aparcamos el coche y bajamos un poquito hacia una cala que hay donde nos pasamos bañando la tarde. Estamos solos. Es una maravilla. Cuando ya son las siete de la tarde decidimos aproximarnos a Pag, la capital de isla, la cual nos sorprende al ver que es más animada de lo que esperábamos. Se trata de un pueblo con calles antiguas. Paseamos por sus calles, vemos las tiendas y nos compramos algunos dulces para merendar. Al cabo de un rato nos tomamos un helado en una terraza y después le echamos un vistazo a varios cuadros que un hombre tiene expuestos en la plaza. Al final decidimos coger uno de una playa súper bonito.


Volvemos a la cala donde estuvimos antes desde donde vemos esconderse al sol y donde se hace de noche. El día empezó mal, con la decepción de no poder coger el ferry, pero al final el día ha acabado de una manera más que aceptable. Ha sido una muy buena idea venir a Pag.

sábado, 13 de marzo de 2010

DUBROVNIK-KORCULA

14 DE AGOSTO DE 2009

Adiós Bosnia y hola Croacia de nuevo. Vamos hacia Dubrovnik. En Split se acaba la autopista de Croacia y a partir de ese punto, para bajar hasta esta ciudad, hay que seguir una carretera muy parecida a las cuestas del Garraf. La verdad es que las vistas son agradables pero para recorrer pocos kilómetros se tarda bastante. Hay que pasar por la aduana de Bosnia una vez, ya que vamos a atravesar una pequeña parte. Hay poca caravana por suerte, nos miran los pasaportes y seguimos. Llegamos a Dubrovnik sobre las 2 de la tarde y también nos cuesta horrores encontrar la casa donde nos vamos a alojar esta noche. El GPS se pierde. Al final la encontramos, es una urbanización que está en una colina y la playa se ve allá abajo a lo lejos. La señora de la casa nos recibe con un zumo fresquito muy apetecible en la terraza, donde da sombra y sopla un airecito buenísimo. Hablo con ella en inglés, que lo hace muy bien. Le explico un poco la ruta que estamos haciendo y dice que el centro de la ciudad nos gustará. Después de estar un rato le pido que nos lleve a la habitación. Es muy sencilla con mobiliario viejo, sin tele y sin aire acondicionado. El baño está justo al lado y es compartido, pero no nos importa.









Comemos de nuestras provisiones y nos bajamos a la playa. La señora de la casa nos explica que simplemente es tirar todo recto calle abajo. Nos aconseja también que al centro vayamos en autobús, que hay una parada cerca con buena frecuencia de paso y que mejor que no nos llevemos el coche porque no se puede aparcar en casi ningún sitio y donde se puede, es de pago y caro. Aunque me gusaría saber qué significa para ellos caro. La bajada a la playa se hace interminable con el sol de justicia, sudando sin parar y deseando zambullirnos. Nada más llegar nos tiramos de cabeza y la sensación de bienestar es plena. Cuando nos hemos refrescado un poco nos vamos, porque si no, se nos hará tarde. Si la bajada a la playa se hace interminable ni os cuento la subida hacia la casa por calles tan empinadas que nos cuesta avanzar. Al llegar estamos tan empapados en sudor que nos damos una ducha rápida para irnos a la ciudad y no hay ningún problema porque, aunque se supone que el baño es compartido, está vacío siempre que lo queremos utilizar.





Enseguida encontramos la parada de autobús y al poco rato llega uno. El casco antiguo está totalmente amurallado y es peatonal. Tenía razón la mujer de la casa: es preciosa y nos encanta. Como en Split, la ciudad entera es de mármol. Accedemos a ella por la Puerta Pile, que tiene un puente levadizo. Una vez dentro, a la izquierda hay que subir las escaleras de la muralla (7 € por persona) que nos llevan en un paseo por todo el alrededor. Delante del comienzo del paseo está la Velika Onofrijeva Fontana, una gran fuente de 16 grifos de la época medieval. El paseo por la muralla es agotador pero da muy buenas vistas del casco antiguo y del mar. Tardamos unos 45 minutos en terminar el recorrido que siempre es escaleras arriba y es agotador. Después ya nos encaminamos por la Placa, la calle central, llena de tiendas que no dudamos en visitar y nos vamos perdiendo, y naturalmente enamorando de sus calles. Es una ciudad realmente bonita, no me extraña que la llamen la perla del Adriático, aunque según la guía hay muchas "perlas del Adriático". En estas estamos cuando nos cae la noche y decidimos buscar un sitio para cenar.


Vuelvo a consultar la guía a ver si me da algún consejito y varios de los locales que nos recomienda están cerca. En el primero no hay sitio, pero en el segundo sí y como hace una noche tan agradable decidimos cenar en la terraza. Aprovechando que estamos en la costa vamos a probar los mariscos y el pescado croata. De primero yo me pido una ensalada y Javi pasta. De segundo escojo unas cigalitas a la plancha y Javi un pescado también a la plancha. Por los platos, los postres y las bebidas pagamos un precio que al cambio son unos 60 €. Es la cena más cara de todas las vacaciones pero sin ninguna duda vale la pena. Después paseamos un ratito más por las calles iluminadas de la zona peatonal y volvemos a la parada de bus para volver a la casa.








15 DE AGOSTO DE 2009

Hoy empieza nuestra vuelta a casa, que se hará en varias etapas. Nuestra próxima parada es Kórcula, una de las innumerables islas que tiene este increíble país, pero antes volveremos a Dubrovnik para dar una última vuelta. Esta vez vamos con el coche, ya que ya hemos dejado la habitación, y conseguimos aparcar en zona azul cerca de la Puerta de Pile. El coste es de 7 Kn la hora (1 €). Vamos a visitar el Palacio Rector, que por fuera me recuerda vagamente al Palacio Ducal de Venecia, aunque este es mucho más pequeño. Fue utilizado como cárcel y hoy en día está instalado el Museo de la Ciudad, donde se documenta su historia y la manera de vivir de sus habitantes y del rector de la ciudad, objetos y decoración de la época que va desde 1435, año en que fue terminado el edificio hasta el siglo XVIII. Dentro se está muy bien, ya que los fuertes muros de piedra nos protegen del sol de justicia y del sofocante calor que ya se puede sentir, aunque son escasamente las 10 de la mañana. Frente al palacio damos con la Plaza Gunduliceva, donde hay un mercado y pequeños puestos con productos típicos de algunas de las islas de Croacia, como por ejemplo de Pag y de Kórcula o Hvar. De Pag es típico el queso y los encajes, mientras que en Hvar se cosecha lavanda con la que se producen aceites esenciales, perfumes, jabones, etc. También se producen vinos tintos. En Kórcula, en cambio son típicos los vinos blancos.







Después de dar alguna vuelta más por las calles empedradas de Dubrovnik, volvemos al coche para poner rumbo hacia la isla de Kórcula. Para ello tenemos que dirigirnos a una pequeña península hasta llegar al pueblo de Orebic, desde el cual se coge el ferry de la compañía Jadrolinia. También salen ferrys diarios desde Dubrovnik y otras ciudades croatas, pero desde aquí es más barato y además está más cerca. Llegamos sobre las 12 y vamos hacia la taquilla a comprar los billetes: 15 € en total por los dos más el coche. Tenemos suerte, porque hacemos la cola y con el coche y enseguida llega un barco en el que embarcamos. El trayecto dura sólo 15 minutos. Una vez allí nos dirigimos al hotel que teníamos reservado ¡que tiene piscina! todo un lujo. Nos cuesta caro 100 €, un precio excesivo para lo que resulta ser, pero es lo más barato que encontramos en la isla, que por ser tan turística, la verdad es que se aprovechan bastante. De haberlo sabido hubiéramos alquilado una sobe, como les llaman a las habitaciones aquí, que nos hubiera costado la mitad. A mí la palabra sobe, también me hacía gracia, porque pa eso es, pa sobar.





Al llegar al hotel nos damos un buen chapuzón en la piscina, que aunque es muy pequeña y le da el sol de pleno, el agua está a muy buena temperatura. Son las dos de la tarde y estamos completamente solos. La paz y tranquilidad son totales. Comemos en la habitación y después de descansar un rato, nos cogemos el coche dispuestos a descubrir los tesoros de la isla, que según hemos visto en Internet, son muchos, en especial sus calas, porque a parte de esto, poco más hay. Aquí el GPS está muy perdido también, pero por suerte, Javi se imprimió un mapa que encontró en Internet, bastante completo, que nos vino la mar de bien. La isla es estrecha y alargada y el pueblo donde está el hotel, Lumbarda, está en una punta; así que pensamos en ir un poco hacia el sur hasta Vela Luka, el segundo pueblo más grande. Desde allí volveremos pero por el norte, así la recorreremos toda. Poco tiempo después empezamos a ver las impresionantes calas y playitas, eso sí llenas de guijarros, pero preciosas, que hacen que queramos detenernos ya para hacer fotos y pegarnos un baño. Pero no hay sitio para aparcar ni para pararse ni para nada. La carretera es estrecha y no hay espacio.




La primera parada la hacemos llegando al pueblo de Cara, por una carretera que baja a la playa. Para acceder a ella hay que bajar un acantilado no muy alto y de fácil acceso, pero no hay ni un hueco donde dejar el coche. Intentamos dar la vuelta para volver a la carretera y un croata de unos 60 años, con muy malas pulgas por cierto, nos dice algo que no entendemos. Hoy no hay suerte, nos vamos a de allí. Llegamos a Prizba y encontramos un camino donde se puede dejar el coche, por fin, pero los pinos no nos dejan ver nada. Decidimos coger las toallas y caminar un poco a ver que hay por ahí y...¡lo conseguimos! un poquito más abajo hay una playita preciosa donde bañarse. En realidad se trata de dos pequeñas playas separadas por un camino artificial que llevan a una diminuta isla. Pasamos la mayor parte de la tarde bañánonos en sus aguas cristalinas, de un azul turquesa increíble. Por fin un día de relax. Sobre las siete nos vamos a Vela Luka (no sabéis lo que me ha costado sacar a Javi del agua) y damos un paseo por el puerto, donde nos tomamos un delicioso batido y un helado en una terraza. Allí coincidimos con unos catalanes, de Girona, con los que entablamos una corta conversación. Hay poco más que ver allí, además de que parece todo bastante muerto, por tanto, nos vamos hacia Kórcula, la capital.


Kórcula es la capital de la isla y donde se dice que nació Marco Polo, aunque eso no se ha demostrado todavía. Es como Cristóbal Colón, nadie sabe de dónde era a ciencia cierta y todos se pelean por decir de qué ciudad proviene: unos que si era de Génova, otros que si era andaluz, etc. El casco antiguo, también amurallado, se encuentra en una península que, si se ve desde arriba, tiene forma de pez. Es un sitio muy bonito y como ya sólo quedan los últimos rayos de sol, la brisa que corre por sus calles se agradece, después de pasar otro día de calor. Como eran ya las 8 de la tarde o más, poco podemos hacer que no sea pasear y mirar sus pequeñas tiendas de souvenirs, pero hay algún museo, varias iglesias, y también está la que dicen que fue la casa del famoso navegante Marco Polo, hoy convertida en museo, que también se puede visitar. Nosotros lo dejamos para otra ocasión. En una de las tiendas nos ocurre otra anécdota que roza lo paranormal. Estamos con la dependienta, que nos está enseñando un cuadro, y de repente, al otro lado de la tienda se cae un cuadro de la pared, sin que nadie lo haya tocado, ya que estamos los tres solos. Nos miramos y nos da un ataque de risa. La chica nos dice en broma que hay fantasmas, pero ya fuera de la broma, nos asegura que últimamente le pasan cosas muy raras en esa tienda. No podernos irnos de aquí sin comprar la famosa lavanda, la cual aún tengo en casa para ir quemando de vez en cuando, y que deja un aroma exquisito.


Cenamos en una pizzería de la plaza central y paseamos por los alrededores, que están muy animados. Cae otro delicioso helado. Se nos hacen las 11 y decidimos volver al hotel. Desde Sarajevo no he podido conectarme a Internet y aquí aunque el wi-fi es gratis, sólo lo pillamos desde una esquina del balcón. Javi se queda frito pero yo envío un mail a mi familia con las fotos del día, mientras en el hotel de al lado hay una fiesta con una orquesta lamentable que me hace de banda sonora. Poco después caigo yo también.

jueves, 11 de marzo de 2010

SPLIT-MOSTAR-SARAJEVO

12 DE AGOSTO DE 2009



Nos fuimos pronto de Rakovica. Antes por supuesto, buscamos a la mujer para pagarle y despedirnos. Nos agradeció la visita y nosotros la estancia, como pudimos y nos regaló una botellita de cristal con una especie de aguardiente que hacen ellos de producción casera. Ya al volver de las vacaciones lo probamos y era realmente fuerte. La botellita es muy mona, está como inclinada. Nos fuimos muy agradecidos de allí, nos trataron como en casa y lo recomiendo a toda la gente que vaya por allí. Si buscáis en la página de Adriatica.net alojamiento para los lagos, la encontraréis con el nombre de Rakovica. Además sale la foto de la casa, que está en la entrada anterior. De hecho la hospitalidad de la gente es una de las cosas que mejor recuerdo del viaje.





¡Allá vamos Split! Después de unas tres o cuatro horas de viaje llegamos al hotel, que no estaba justamente en Split, sino en Podstrona, el pueblo de al lado. Nos costó de nuevo unos 60 €, parking gratis y se supone que Internet también, aunque no pudimos conectarnos. La habitación contaba con una pequeña cocina ¡y aire acondicionado!, que no dudamos en encender nada más llegar. Justo abajo había un supermercado y decidimos comprar alguna cosa para hacer la comida y marcharnos a explorar la ciudad después de comer. Fuimos por el camino fácil: la pasta. Hicimos pasta con frankfurt y una salsa de tomate con atún buenísima. Nos costó mucho encender el fuego, ya que era una de esas vitrocerámicas antiguas que tardaba muchísimo en calentarse y muchísimo en enfriarse.




Después de comer nos fuimos a Split. Nos costó un poco encontrar el centro y aún un poco más encontrar aparcamiento, y cuando lo hicimos era zona azul. La hora creo que costaba 30 céntimos de €, acostumbrados a Barcelona, esto era casi un chiste, así que tampoco nos importó pagarlo. Cerca de donde aparcamos había una playa. Ya íbamos preparados para bañarnos y además llevábamos siempre una bolsa con toallas y los utensilios básicos para ir a la playa, por si acaso. Si tenéis en cuenta que nos encanta la playa y después de tantos días de calor, estábamos esperando la costa como agua de mayo. No era la mejor playa que habíamos visto pero estaba muy bien, para estar en la ciudad. El agua estaba limpia, el único problema era que para que cubriera había que andar y andar hasta que te cansabas, cosa que no pasaba con el resto de playas que vimos, que cubrían enseguida. El baño nos sentó de perlas, más que bien. El agua estaba tan fresquita y nosotros tan acalorados... Claro que la sensación de frescor nos duró poco después de salir del agua. Pero bueno, algo es algo. Justo cuando decidimos marcharnos se nubló un poco pero la temperatura no bajó ni un grado.




Nos encaminamos al centro histórico siguiendo las indicaciones de las señales. Pasamos por una estación de autobuses que hacían rutas a todo el país incluso al extranjero. Un montón de señoras mayores ofrecían habitaciones, había carteles por todas partes, lo que nos hizo pensar que a lo mejor no era tan difícil encontrar alojamiento por mucho que en verano esté atestado de turistas. Nos encontramos de bruces con un mercadillo supergrande, especialmente de ropa pero también de souvenirs que nos ocupó una hora entera verlo. Bajando una de las calles del mercado fue precisamente cuando nos encontramos con la Puerta Argéntea que da entrada al Palacio de Diocleciano. Por esta puerta entraban los soldados a palacio. El casco antiguo de Split se asienta sobre este palacio. Diocleciano era un emperador romano, nacido precisamente en Dalmacia y era conocido por su extrema crueldad, especialmente con los cristianos, a los que echaba sin contemplaciones a los leones siempre que tenía ocasión. Mandó construir un palacio a las orillas de Split para acabar allí sus días, rodeado de su belleza. No escatimó en lujos para ello, incluso obtuvo esfinges egipcias. El famoso campanario que sale en todas las postales de Split pertenece a la catedral de Sv Dujan, a la torre de la cual se puede subir por menos de 1 €. Nosotros no subimos.




La parte central es el Peristilo, una sala rectangular que era parte de las dependencias privadas del emperador y que hoy es el centro neurálgico de la ciudad y el punto de reunión. En una esquina, al fondo, al lado de los sótanos es donde se encuentra la oficina de turismo, donde obtuvimos un plano de la ciudad vieja. Al lado de la oficina, hay unas escaleras que bajan al vestíbulo y los sótanos. Aunque hoy está repleto de puestos para comprar recuerdos, los sótanos eran espacios reservados para las habitaciones del emperador, con un teatro privado y jardines. Por un precio muy bajo se puede visitar una parte, que es donde se encuentran todas las piezas arqueológicas que se encuentran constantemente en las excavaciones. Split es una ciudad espléndida, verdaderamente bella. Sus calles son de mármol blanco y entre ellas corre una agradable brisa que hace las delicias para los caminantes acalorados como nosotros. Las callejuelas están plagadas de tiendas, bares, heladerías y restaurantes.También pasamos por el museo de la ciudad, cuya entrada era 1,50 €. A Javi no le apeteció entrar pero yo quería saber más de esa ciudad. Las indicaciones estaban todas en inglés y en croata. Sobretodo habían trajes regionales de todas las partes de Croacia, utensilios y monedas. Algunos paneles explicaban algunos pasajes de la historia croata. Incluso había una habitación de época decorada. Estaba sola y me encontraba a mis anchas descubriendo cada rincón. Era pequeño y en media hora lo vi sin problemas. Mientras Javi se entretuvo haciendo fotos y descansando mientras bebía sin respirar una botella de agua de dos litros. Cuando yo salí compramos otra porque estábamos deshidratados y no había manera humana para aplacar nuestra sed. Al lado del Peristilo habían varios cuadros expuestos en la calle a cada cual más bonito. Nos costó un poco pero al final nos decidimos por uno de unos delfines saltando en una playa con la luna llena al fondo por solo 20 €. Compramos varios recuerdos en las tiendas de al rededor.




Siguiendo el itinerario marcado por el plano salimos por la Puerta Férrea, que nos lleva al paseo marítimo. Paseamos a lo largo de él, con sus terrazas y gente paseando hasta que llegamos a la Torre del Reloj y a la trg Republike, la plaza de la República. A esta plaza rectangular se accede por unas escalinatas desde el paseo marítimo y está rodeada de fachadas neorrenacentistas y pórticos; conecta con el casco antiguo por una puerta a la derecha. Hay otras dos zonas que quizás son interesantes, aunque nosotros no las vimos: una es el antiguo barrio de pescadores, cerca de la plaza de la República y la otra es la zona de Marjan. Marjan nos quedaba muy lejos y teníamos que pegarnos una gran caminata. Se nos iba a hacer muy tarde, por tanto optamos por seguir paseando. Según la guía es un gran parque donde se encuentra el Museo Arqueológico y el Museo Marítimo, entre otros. Se fue haciendo tarde y empezamos a buscar un sitio para cenar. Consulté mi guía para ver qué nos recomendaban, buscando como siempre probar las especialidades del país. Fuimos a uno que tenía muy buena pinta, era un muy buen restaurante y además los precios estaban más que bien, pero estaba a petar y no se podía acceder sin reservas, así que buscamos otro. Este era más tipo taberna, más recogidito y con menos gente, pero muy acogedor. La especialidad era el pescado, como en toda la costa dálmata, así que nos quedamos y probamos varias raciones de pescado cocinado de varias maneras, que nos encantó.




Cuando salimos del restaurante ya era noche cerrada y nos gustó por fin, poder disfrutar de una ciudad por la noche. Normalmente estamos tan cansados que, aunque lo intentamos, no somos capaces de dar una vuelta después de cenar. Esta vez era fácil porque teníamos que andar obligatoriamente hasta el coche, pero volvimos a recorrer de nuevo el casco antiguo, iluminado, con muchísimo ambiente, quizás demasiado. Nos tomamos un riquísimo y barato helado, que aquí como en Italia, son muy buenos. Hay que pensar que toda la costa croata está fuertemente influenciado por Venecia, ya que los dominaron durante siglos. El paseo marítimo estaba precioso. Ya eran más de las 10 y teníamos ganas de volver al hotel para ducharnos y descansar.




Adiós, Split, nunca te olvidaremos.



13 DE AGOSTO DE 2009




Para mí hay un antes y un después de este día. Y no sabría deciros por qué. Desde que supe que íbamos a ir a Bosnia, me ilusioné mucho y empecé a leer un montón de cosas sobre el país, intentando dejar a un lado la guerra, que era bastante difícil. Parece que este país no tenga otra historia que la famosa guerra de los Balcanes. El camino fue largo y pesado. Supongo que Bosnia pensaba que lo bueno se hace esperar y así nos lo hizo saber. Al salir de Split ya empezamos a abandonar la costa y a adentrarnos en el interior. Enseguida el paisaje cambió y empezó a ser más rocoso, aunque luego se volvería más verde. El primer reto: pasar la aduana. Esperaba una aduana mayor, no sé como la de Francia o Italia. Pero no, solo había una pequeña caseta con una barra que subía y bajaba dejando pasar a los coches. Estuvimos un buen rato haciendo cola. La caravana era larga, tanto para salir como para entrar y habían muchos camiones. Por fin llegamos y alargamos los pasaportes, pero algo pasa. El policía nos dice algo pero no lo entendemos. La situación se pone un poco tensa. Al final, medio en italiano nos dice algo de la carta verde, se la entregamos. Es la primera vez que nos la piden desde que hicimos la primera ruta, imagino que porque hasta ahora siempre habíamos estado en la Unión Europea o casi (porque Suiza, aunque no lo sea, no lo parece). Para horror nuestro está caducada, entonces le preguntamos si nos tenemos que volver a Croacia. Por un momento pienso que el sueño de Bosnia tendrá que quedar para otra vez.




En los blogs e información que encontramos en Internet sobre Bosnia nos advertían de la dureza de la aduana, la corrupción de la policía y la frecuencia de radares móviles. Lo tercero se cumplió pero las dos primeras cosas, afortunadamente no. El policía de la aduana nos dijo que no, que podíamos pasar pero antes teníamos que hacer una especie de carta verde provisional por 20 €. Ah bueno si solo es eso!... Una chica muy amable nos la hizo y hablamos un poco con ella, suerte que ella dominaba bastante mejor el inglés. Una vez hecho seguimos nuestro camino. En estos lares el GPS no funciona, simplemente nos lleva a Sarajevo pero una vez allí, nos tenemos que apañar. Si es así en la capital, imaginaos el resto del país, pero la ventaja es que para llegar a Móstar, Sarajevo y en realidad a casi todas las partes del país, es que no hay pérdida. Sólo hay una carretera principal que lleva a todos los sitios donde cada ciertos kilómetros hay un poste de madera anunciando los que quedan hasta Móstar y Sarajevo. Nos llama la atención que, al adentrarnos en el país, aún hay pinceladas comunistas y... Ya que debajo de cada cartel donde pone algo en Bosnio, abajo está en Ruso o algo. Un idioma que no conocemos, vaya. Más tarde descubrimos que este idioma no es otro que el serbio, que además aparece tachado por todas partes.




Llegar a Sarajevo es un poco una odisea. No está a muchos kilómetros de Split, a menos de 300, por lo que, en principio deberíamos llegar en menos de tres horas, pero eso sería en caso de una autopista y aquí no existen ni autopistas ni autovías, ni nada que se le parezca. Es una carretera nacional, en realidad no es mala, no está en mal estado. Puedo aseguraros que aquí, en España, hay carreteras mucho peor. Como os decía no está mal, pero tiene muchas curvas, sólo hay un carril para cada sentido, con arcén eso sí. El límite máximo es de 70 por hora, así que es ir a paso de tortuga y mejor no traspasarlo porque, tal y como decía la gente en los blogs y como pudimos comprobar, hay muy a menudo coches de policía con radares móviles. No tenemos ganas de pagar multas. Para colmo de vez en cuando nos toca algún camión cisterna o tráiler y hay momentos en que vamos a 40, desesperante. Pero lejos de agobiarnos (estamos de vacaciones) disfrutamos de las vistas y de las sorpresas que nos va descubriendo este país. Ya empezamos a ver las primeras mezquitas, que son como las de Estambul y el paisaje es cada vez más y más verde. Espero encontrar un país pobre, porque entiendo que a parte de tener un nivel económico más bajo, los ecos de la guerra aún son bien audibles. Espero encontrar todavía casas en ruinas y coches destartalados.




Hay algunos coches extranjeros, pero pocos y españoles os puedo asegurar que ni uno. La carretera no se adentra en pueblos, por lo tanto es más difícil hacerte una idea de cómo está todo, pero va pasando por casas aisladas, aldeas que sí que tienen casas viejas y algunos coches destartalados pero no de la manera que esperaba. Sí, no tienen coches nuevos como los que tenemos aquí pero la sensación de inseguridad con la que venía, desaparece y tampoco sé por qué. Sobre las dos de la tarde, después de 5 horas, llegamos a Móstar. Por suerte, el puente y el casco antiguo está bien indicado y aparcamos el coche cerca, justo al lado de un banco, donde aprovechamos para cambiar dinero. Caemos en la cuenta de que ya no estamos en Europa, sino que nos hemos adentrado en el mundo árabe. La parte antigua de Móstar es toda de un rebaladizo mármol con el que tienes que tener cuidado si no quieres caerte y está llena de tiendas que venden lámparas de aladino, velos, pañuelos para la danza del vientre y un sinfín de cosas que hace que pienses que en vez de encontrarte en Europa, estás en Oriente. Hay también algún puesto donde venden cosas de la era soviética, como por ejemplo los famosos gorros rusos, pósters, condecoraciones, pins, etc. Las calles son estrechas y es un sitio precioso, eso sí, abarrotado de gente. Increiblemente oímos a más de uno hablar en español. Pronto llegamos al famoso puente que ha sido derribado una y otra vez en las diferentes guerras por las que ha pasado la ciudad: Guerras Balcánicas, I Guerra Mundial, II Guerra Mundial y por último la guerra de los balcanes. Debajo pasa el río Neretva.







Este puente data del siglo XVI y la última reconstrucción fue en 2004. El sol es abrasador y no paramos de sudar. Después de cruzar el puente llegamos a la Mezquita Koski Mehmed Pasha, que data del 1618. Es una muy pequeña pero bonita y pintoresca mezquita, a la cual para acceder tuvimos que pagar 4 €, pero no nos importó. Tenía tantas ganas de saber cómo era una mezquita por dentro...Al contrario de lo que yo pensaba no tuve que ponerme un pañuelo para entrar. Tampoco te dejan entrar mucho, supongo que para que no ensuciemos las alfombras con los zapatos sucios. No sé si es que está destinada más bien a turismo o si también se usa para rezar. Accedimos al minarete (la torre de la mezquita que tiene forma de misil) por una tortuosa y claustrofóbica escalera que nunca se terminaba. Para subir y para abajar acababas con un mareo terrible, solo cabíamos subiendo en filas de uno en uno, pero si se cruzaba alguno por la escalera bajando o subiendo había que hacer verdaderas maniobras. Desde la terraza del minarete es desde donde se obtienen las famosas vistas del puente. Afortunadamente aquí corre una apetecible brisa, porque hace un calor de muerte. De hecho os diría que fue el día más caluroso de todas las vacaciones, aunque tiene seria competencia, porque mira que hemos pasado calor este año. Después de hacer varias fotos emprendemos la bajada y el camino poco a poco al coche.




Me hubiera gustado saber más de la ciudad, pero es lo que hay. De verdad es preciosa y no os la debéis perder. Cuando cogemos el coche para volver a la carretera que nos llevará a Sarajevo, vemos las huellas que la guerra dejó en la ciudad. Aún hay numerosos edificios cosidos por las balas, en ruinas, como un testigo silencioso de lo que ocurrió. Da mala impresión y probablemente traiga horribles recuerdos a los habitantes. Es la peor parte de Bosnia, pero también existe y hay que tenerla en cuenta.




El último tramo hasta Sarajevo se hace interminable, pero el paisaje es realmente bonito, ya que estamos atravesando el valle de Jablanica. Cuando entramos en la capital bosnia, mi corazón se acelera. También veo el paso de la guerra por algunos edificios y me voy dando cuenta poco a poco de lo enorme que es la ciudad. Desde el inicio hasta el centro hay ni más ni menos que 10 km. Llegamos al centro y Javi se aparta donde puede para que yo pueda ir a la oficina de turismo, a ver si al menos nos pueden dar un plano para situarnos y algún tipo de información. Pero la zona es un pequeño caos de coches, autobuses, incluso el tranvía, que no paran de pitar y adelantarse unos a otros. Es una pequeña locura. La oficina de turismo es un mostrador de madera con dos folletos y el plano del casco antiguo. Hablo con la mujer de la recepción pero de inglés poco, así que lo único que consigo es un plano del centro donde destaca los edificios más importantes y le pregunto por la dirección de la pensión y me lo explica pero yo no me entero mucho. Empezamos a dar vueltas, intentando encontrarla, pero estamos más perdidos que un gato en una fábrica de sifones. Por fin damos con un policía bosnio y le pregunto por la dirección, intenta explicármelo pero tampoco sabe inglés y yo bosnio menos. Señala el coche, como diciendo "me subo", pero abre la puerta trasera y ve el desorden que hay allí y se ríe, yo le pido que se siente delante y con gestos nos lleva justo a la puerta de la pensión. Ha sido muy amable y queremos darle una propinilla pero nos la rechaza. Para que digan que la policía bosnia es mala, pues hemos tenido bastante suerte.








Os voy a dar la dirección de la pensión: Skend Guesthouse, Tekija 12. Yo la encontré en Booking.com por 45 € con desayuno. Me pareció muy barata y, como al principio no me fiaba demasiado de la ciudad, miré las opiniones que habían sobre este alojamiento y todo el mundo lo ponía por las nubes, así que lo reservamos. Y no se equivocaban. Tiene un parking gratuito al aire libre, pero es mejor dejarlo en uno público de pago subterráneo que cuesta 6 € al día. Internet es gratis. Lo regenta un matrimonio y su hija y son especialmente amables, te tratan como de la familia y es muy agradable estar allí. Nada más entrar te dejan unas zapatillas para que no entres con los zapatos de la calle, ya que está todo lleno de alfombras y muy limpio. Estas zapatillas se han de devolver cuando salgáis y cuando entréis os las volverán a dar. La mayoría de habitaciones tienen baño privado y no son nada pequeñas y está todo muy muy limpio. Para cualquier cosa le podéis preguntar a cualquiera de los dos dueños: la mujer habla bastante bien inglés y el hombre chapurrea el italiano, pero os podréis entender con él sin problemas. Además los españoles somos muy queridos aquí. La pobre mujer, de unos cincuenta y tantos no paraba de decirnos que quería mucho a España, que habíamos ayudado mucho aquí de muchas maneras, y me sentí muy orgullosa la verdad.





Después de instalarnos, nos fuimos enseguida a recorrer la ciudad, que ya se nos había hecho algo tarde: las 5. De la pensión al centro habían unos 20 minutos andando. Y os aseguro que me sentí muy segura en todo momento en la ciudad, bueno me encantó para qué mentiros. El barrio turco es el centro histórico de Sarajevo y se compone de estrechas y peatonales calles de estilo medieval llenas de productos artesanos y talleres donde se trabajan las cerámicas y teteras que se venden. La mayoría de la población es musulmana y se nota por las vestimentas, pero no debemos olvidar que son europeos y su raza por tanto es esta. Y acogen muy bien a los turistas. Hay una efusividad con el Barça que no veas y a Javi todo el mundo le pregunta que dónde se ha comprado la camiseta, que ellos también quieren una. Hay también una mezquita bastante más grande que la de Móstar, con un gran patio y una fuente. Al pasar la primera vez está cerrada y al volver están llamando a la gente para que acuda a rezar. Son todo hombres lo que hay y no me parece adecuado entrar, por respeto hacia ellos, ya que para mí es un divertimento turístico, pero ellos van a rezar y es un deber, así que me abstengo de entrar, pero puedo ver la mezquita a través de la puerta que está abierta. Es muy bonita.





Tenemos hambre y vamos buscando algún sitio para comer, y pronto encontramos un restaurante con mesas en un patio. Yo me dejo aconsejar por el camarero para probar una especialidad bosnia y Javi se decanta por una pizza. Mi plato es algo parecido a un estofado y está muy bueno, pero con las calores que hacen hubiera preferido algo más fresquito. Con bebidas incluidas nos cuesta 10 €, precio que nos cuesta creer de lo barato que es. Pasamos la tarde entera paseando por las calles y nos encontramos varias veces con un chico con la camiseta blaugrana, que a ver la de Javi, nos saluda. Nos va cayendo la noche y al final, cuando nos disponemos a volver al hotel, nos lo volvemos a encontrar y le pide a Javi que se hagan una foto. Le preguntamos de dónde es, pero con signos nos dice que es sordo, así que nos quedamos sin saber de dónde es, pero tenemos la impresión de que él y su amigo son turistas como nosotros. Son valientes al recorrer el mundo así. No porque crea que por su discapacidad no puedan hacerlo, por supuesto que sí, pero tiene una dificultad añadida.




Ya de vuelta a la pensión pasamos por el famoso puente donde comenzó la primera guerra mundial, al asesinar al archiduque Francisco Fernando del imperio Austro-Húngaro. Y aquí finaliza nuestra aventura bosnia. Me da mucha rabia haber estado tan poco rato, y no tener una guía que me explique cosas del país y de la ciudad, y que me diga qué hay para visitar. Sé que al principio de la ciudad, a la entrada hay unos túneles que se pueden visitar que servían de escondite y por donde entraban las provisiones durante la guerra de los 90, pero no dio tiempo.




Al día siguiente desayunamos en una de las cocinas comunes, mientras la señora de la casa nos servía un completo desayuno y tuvimos la oportunidad de conocer mejor Bosnia. Esta experiencia es la que más me gustó de todo el viaje. Coincidimos para desayunar con Andrea, un chico italiano de Turín que está trabajando en Sarajevo desde hace unos 7 años en una empresa que ayuda a Bosnia en muchos sentidos: económicos, educativos, democráticos, derechos humanos, etc. De hecho de camino hemos visto que se está construyendo una autopista y le preguntamos. Se está haciendo con fondos de la Unión Europea, aunque Bosnia no forma parte de ella. En un perfecto español, nos hace un resumen de cómo se encuentra el país durante el desayuno. El lugar más próspero es la capital, donde hay más pobreza es en los pueblos, pero en general el nivel de vida está subiendo poco a poco y la gente está consiguiendo salir adelante bastante bien. Nos pregunta si vamos a ir a Belgrado, que es una muy bonita e interesante ciudad, pero no puede ser. Quizás en otra ocasión...También sabemos gracias a Andrea que el idioma raro de los carteles que pensábamos que era ruso, es serbio. Entiendo que lo tachen, teniendo en cuenta que no se llevan demasiado bien, después de las atrocidades cometidas por estos en la guerra. Terminamos de desayunar y nos despedimos de Andrea, deseándole lo mejor y prometiendo pasar por Turín. Y la señora de la casa nos despide muy efusivamente mandando muchos besos a España. Dice: I love U España, I love U España.



Volvemos hacia Croacia de nuevo, a Dubrovnik.



No os he contado una cosa, y es que Croacia y Bosnia está plagada de cementerios y lápidas por todas partes. Supongo que es normal, pero a mí me impresiona mucho. Me entristece.