domingo, 18 de septiembre de 2011

ESTONIA 3ER DIA: TARTU

TARTU

Tartu es la segunda ciudad más importante de Estonia y la ciudad universitaria por excelencia. En sí, la ciudad no tiene mucho, pero es recomendable si os queda cerca o vais de ruta por el país para dar una vuelta. Sólo os llevará unas horas porque tiene un casco antiguo muy pequeño. Si queréis ver cosas de la ciudad moderna, entonces ya necesitaréis más tiempo, aunque en sí no hay nada.

QUÉ VER:


Casco antiguo:

 - Ayuntamiento y plaza con la fuente de los estudiantes que se besan.
 - Puente del demonio 
 - Puente del ángel
 - Piedra de los sacrificios
 - Antiguo observatorio
 - Catedral
 - Universidad 
 - Museo de la ciudad
 - Museo del Deporte
 - Jardín Botánico
 - Casa de Uppsala
 - Casa inclinada (alberga el museo de arte)
 - Museo de los calabozos de la KGB (está cerrado los domingos y lunes, justo los dos días que íbamos a estar allí, pero seguro que es muy recomendable)
 - Fábrica de cerveza Le coq (para aquellos que les guste la cerveza. A nosotros como no nos gusta, no fuimos)


14 DE AGOSTO DE 2011

Nos ponemos rumbo a Tartu, la segunda ciudad más importante de Estonia. Está a 187 km y se tarda unas dos horas y media (hay que ir a una velocidad media de 70 o 80 km/h). El hotel está a unos dos km del centro. Cuando llegamos son las 11 y media o 12 y nuestra habitación no estará disponible hasta las dos, así que decidimos ir a dar una vuelta por la ciudad. Es domingo y todo está cerrado y el ambiente totalmente muerto. No hay ni un alma por la calle. Nos choca, teniendo en cuenta que es una ciudad importante y aunque no esperemos el ambiente de Tallín, creemos que esto es demasiado. Por lo visto ayer terminó el festival de cine de Tartu y hay un montón de sillas, un escenario y varias cosas que están desmontando y recogiendo. Está nublado pero hace calor.

Paseamos por el puente del demonio y del ángel y subimos hasta un bonito parque por detrás de la universidad donde se encuentra el antiguo observatorio. El edificio está bastante desmejorado, deberían restaurarlo. Por lo visto, en su momento tuvo el telescopio más potente de del mundo, pero hace tiempo que está fuera de servicio. Se ve que ahora es un museo, pero aquello estaba más cerrado que yo que sé y tenía pinta de llevar así tiempo. La zona es bastante recomendable para pasear.
Seguimos caminando y nos encontramos con un centro comercial. Decidimos entrar porque no tenemos nada mejor que hacer y por suerte, allí todo está abierto, así que damos una vuelta. Es la una y media y decidimos comer para hacer tiempo y que nos den la habitación. En una calle peatonal vemos dos opciones: un restaurante con terraza tipo platos combinados y un  restaurante georgiano con muy buena pinta. Yo prefiero este último, por mi afición a las comidas diferentes y probar cosas nuevas, pero en la terraza no hay nadie y eso a Javi le da poca confianza, así que vamos al otro. Javi pide una hamburguesa con patatas y yo un bistec de cerdo acompañado con patatas fritas y ensalada. Son de cantidad generosa. Eso junto con las coca-colas nos cuesta 15 €. Vamos hacia el hotel.



Por fin la habitación está disponible, nos instalamos y descansamos un rato, ya que no podemos hacer nada más. La habitación es muy chula, toda de azul y abuhardillada. La ventana está en el techo pero hay una persiana. Tenemos tele (aunque de poco sirve, bueno al menos ponemos la MTV para escuchar música) parking gratis y wi-fi gratis, como en todas partes. El baño es más grande que en Tallín, pero el grifo es igual: un grifo de bañera que por el teléfono sale el agua para la ducha y si aprietas el botón hacia abajo, sale agua por el grifo del lavamanos. El hotel tiene forma de jarra de cerveza, muy curioso. Son unas 40 € por noche sin desayuno. Sobre las cuatro nos vamos hacia el lago Peipsi, un enorme lago cuya otra orilla ya está en territorio Ruso.  Es como una especie de parque natural y los paisajes son muy bonitos. No tiene mucho en sí, pero vale la pena por el lugar en el que está y por los sitios que hay que ir atravesando. Mucho verde, muchos prados y bosques; eso sí, ni una sola montaña. Recordemos que el país es bastante plano: 300 m el punto más alto sobre el nivel del mar.


La guía recomienda ver los pueblos de Mustvee y Kallaste, a orillas del lago. Llamarlo pueblo es mucho decir. Se trata una carretera sin asfaltar con una hilera de 10 casas a un lado y otro de la carretera. No tiene nada más. La zona es chula y las casitas también, pero eso para mí no es un pueblo. Para mí, un pueblo por pequeño que sea tiene su plaza central, sus calles, no sé... Pero pronto vería que ese es el concepto de pueblo en Estonia. Eso sí, por pequeño que sea el pueblo, a las afueras tiene su gasolinera y supermercado grande que abre de 8:00 de la mañana a 23:00. Por supuesto, olvidaros de encontrar una oficina de información y si la hay, está cerrada más tiempo que abierta fijo. Por detrás de las casas hay una playa y el lago. La playa tiene arena fina y blanca como la harina, pero una vez más, el agua es de color marrón. La zona es bonita y también es recomendable ir. Ahora ya se ha abierto más el día, hace sol y calor y apetecería un bañito, pero no vamos preparados porque cuando hemos salido del hotel estaba nublado.



Hay una foto muy bonita en internet del lago con unas rocas rojizas como las que hay en el cañón del colorado. Pero eso es buscar una aguja en un pajar y no las vemos. Seguimos por la carretera y vemos varias iglesias de diferentes tipos: ortodoxas, luteranas, ... muy bonitas, la verdad. Observamos que hay un montón de cigüeñas y que incluso les ponen una especie de postes para que hagan sus nidos ahí y no lo hagan encima de casas o iglesias, ya que las destrozarían, porque un nido puede llegar a pesar incluso 2 toneladas. Vemos paradas de autobús preciosas en medio de la nada, como la que os pongo en la foto. No entiendo por qué y para qué pasa el autobús por ahí si no hay nada en kilómetros a la redonda. También me pregunto quién cogerá el autobús ahí y quien bajará en esa parada.

Como ya va atardeciendo, volvemos al hotel. Creemos que mañana que es lunes, ya habrá mas ambiente en Tartu. Eso esperamos.
 

FOTOS DEL MUSEO ROCCA AL MARE




















ESTONIA 2ª DIA: ALREDEDORES DE TALLIN

13 DE AGOSTO 2011


El día se levanta despejado y soleado en Tallín. Lo primero que hacemos es volver al centro para ver el museo de historia de Estonia. Pagamos 5 € cada uno por la entrada. Es un museo interesante en el cual se cuenta la historia del país desde la prehistoria hasta el momento actual. Hay muchos objetos expuestos de todas las épocas y paneles informativos. A parte, decidí cogerme una audioguía en español para que me explicara más cosas. En el sótano explican los productos con los que Estonia comerciaba en una ciera época,  que ahora no recuerdo. Éstos eran la sal, pescados secos en sal, especias como la pimienta y el clavo, etc. Hay como una especie de carro con productos de estos en cada saco, que aunque no son de verdad huelen como si lo fueran. Es especialmente agradable en el caso del clavo y la pimienta. En cuanto a las arenques...En fin, no puedo decir lo mismo. Mientras recorro la planta veo que Javi desaparece para meterse en una especie de sala, en la cual sólo puede estar una persona. Entro con él y tiene una pantalla muy grande donde le va haciendo preguntas sobre la historia del país. Se escenifica un vídeo sobre la primera independencia en el cual se pone la bandera de Estonia como símbolo de ésta y eres tú mismo el que la escenifica. Por lo visto, cuando entras en la cámara, te hacen una foto y le ponen tu cara al actor de la cinta. Pero eso nos dimos cuenta más tarde. Yo veía una foto súper extraña desde fuera de la cabina y cuando entré y ví la película seguía viendo esa cara puesta en el actor, pero muy mal puesta. Parecía como una mutación que le había salido en un costado. Cuando nos dimos cuenta que el de la foto era Javi, a mí me dio un ataque de risa. Lloré tanto que la gente me miraba raro cuando salí de ahí. Seguro que pensaban "¿qué le habrá pasado?"; pero es que cada vez que lo pienso no puedo evitar partirme de risa. Es que el pobre Javi no sabía que le habían hecho una foto, y claro, lo pillaron desprevenido y fatal. Para colmo el actor protagonista tenía el pelo rizado y no pegaba nada con la cara de Javi, el cual tenía una cara como de extrañado o asustado...No sé, es que me parto sólo de pensarlo.

Después de recuperarme del ataque de risa, salimos del museo y aprovechamos para recorrer las tiendas de souvenirs y comprar algunos recuerdos, ya que el día anterior no lo habíamos hecho. También probamos las típicas garrapiñadas que venden en algunos puestos con estilo medieval. Son muy diferentes a las que podemos encontrar aquí, pero están riquísimas. No tienen la capa por fuera crujiente y dulce, sino que tienen canela entre otras cosas. Luego nos vamos al barrio industrial de Rotenman, el cual le recomendo verlo una chica que Javi conoció por internet y que es de allí. Es un barrio industrial antiguo y tiene su cierto encanto pero en sí no hay nada. Lo que sí vemos son unos cuantos puestos, como si fuera un mercadillo con souvenirs principalmente y algo de ropa, la cual es toda para el invierno. Me choca ver ese tipo de prendas en pleno agosto, pero supongo que ellos ya se están preparando para el crudo y largo invierno. 

Después nos encaminamos ya para ver el museo etnográfico al aire libre Rocca al Mare, que está en las afueras de la ciudad. Para aquellos que no tengáis coche, no creo que tengáis problemas para llegar, ya que hay una parada de autobús justo en la entrada del museo. Se trata de casas de madera de varios estilos y de varias zonas del país, que reflejan la vida en el campo entre los siglos XVIII y principios del XX. Algunas han sido traídas desde diferentes puntos de Estonia y otras han sido reconstruidas. Todas las casas tienen utensilios  de la época y algunas están decoradas con sus habitaciones y todo. Aparte de esto hay una posada, una escuela, granjas, molinos de viento, etc. Está en un sitio precioso, cerca del mar desde donde tienes unas buenas vistas del Báltico y de Tallín a lo lejos. El mar con el agua marrón, por supuesto, aunque en las fotos no se aprecia y parece que sea azul. La verdad que es muy recomendable. Os gustará. La entrada nos costó 6 € por persona y el lugar se recorre en unas dos horas y media o tres. Es bastante grande y tiene bastantes cosas para ver. Una vez más, nos damos cuenta de que no está muy preparado para el turismo, porque lo ideal es que te dieran un plano para hacer el itinerario e ir viendo todas las casas o que por lo menos hubieran indicaciones por el camino, pero nada de eso. Nos tenemos que contentar con un gran mapa en la entrada, al principio del recorrido y un pequeño mapa que sale en la entrada.

Cuando salimos, damos una vuelta por el centro comercial Rocca al Mare, que está muy cerca. Es un gran centro comercial donde hay todo tipo de tiendas. Nos fijamos en que en las tiendas de deporte no hay camisetas de fútbol de ningún equipo. A lo largo del país iremos viendo más tiendas y nunca encontraremos camisetas de fútbol del Milán, Barça, Madrid, etc. Lo único que vimos en más de una ocasión es la de la selección de Estonia, la cual vale la friolera de 60 eurazos.  Aprovechamos para comer allí una rica pizza y un chocolate blanco caliente que nos sienta de lujo, aunque no hace frío, pero me apetece. Ya empezamos a notar un poco el cansancio, pero seguimos adelante.

Es hora de ir a Keila, a ver la catarata, que según dicen es la segunda más importante y alta del país, y que está a 30 km de la capital. No hay ninguna indicación y el GPS nos lleva al pueblo, claro, pero no a la catarata. Así que damos vueltas por aquí y por allí y nada. Al final, llegamos como a una especie de comienzo de parque nacional, donde hay un parking de pago. Imagino que tiene que ser ahí, pero antes de nada, pregunto a la señora que está en la caja para pagar el parking. Y no me entiende. Sólo habla ruso, así que intento hacerme entender por señas, pero nada. Hay un cartel de información con rutas de senderismo pero la cascada no aparece por ningún sitio. Lo que me da rabia es que seguro que estamos cerca, pero no lo conseguimos. Al final nos vamos, con mucha impotencia, de allí. Se supone que quieren que la gente vaya a visitarlo, ¿por qué no lo ponen todo más fácil? alguna indicación por lo menos. 

Vamos con la intención de ver el barrio de Pirita, que es donde está nuestro hotel y donde están las ruinas del Convento de Santa Brígida, por lo visto bastante recomendable, pero estamos reventados, así que decidimos irnos al hotel a echar una pequeña siesta. Esta noche iremos a cenar al centro de Tallín y probaremos comida estonia.

Una vez en el centro, miro la guía para consultar los restaurantes de precio medio que tengan especialidades estonias. En una calle bastante pintoresca, decidimos entrar en el restaurante Kudse Notsu Körts. Un restaurante bastante grande por dentro con una pequeñita terraza, que está abarrotada. Nos sentamos dentro y observamos que la decoración es como muy rústica pero muy cuqui. Igual que en España a veces te ponen olivas al principio, aquí nos traen pan de bacon y mantequilla para untar. Pedimos un surtido de aperitivos variados para picar y pan de ajo. Esto es muy típico de Estonia y está en todos los restaurantes: se trata de pan negro frito con una especie de all i oli muy muy suave en el que apenas se nota el ajo, pero que está buenísimo. El surtido de aperitivos está genial: queso para untar con mermelada de arándanos, gelatina, foie, embutido, pepinillos, rollitos de jamón rellenos con algo parecido a una ensaladilla rusa,... De segundo yo me pido una perca (pescado de río) rebozada, con ensalada de pepino y cebolla con una salsa de eneldo y con puré de patatas. Javi se pide algo que me recuerda mucho a la comida alemana, porque comió algo muy parecido en Múnich: cerdo rustido con una costra crujiente riquísima y que no sé cómo consiguen, acompañado de salsa dulce, chucrut (col fermentada) y patatas pequeñas asadas. No somos capaces de llegar al postre. Por todo, incluyendo las bebidas, la cuenta asciende a 55.50 € que no está nada mal para todo lo que hemos comido (los platos son generosos), y nosotros pagamos 60 €, dejando 4,50 € de propina. Se lo han merecido.

Damos una vuelta para ver el ambiente, pero por lo visto no es mucho, y como estamos cansados y mañana tenemos que levantarnos un poco pronto, decidimos volver al hotel.