13 DE AGOSTO 2011
El día se levanta despejado y soleado en Tallín. Lo primero que hacemos es volver al centro para ver el museo de historia de Estonia. Pagamos 5 € cada uno por la entrada. Es un museo interesante en el cual se cuenta la historia del país desde la prehistoria hasta el momento actual. Hay muchos objetos expuestos de todas las épocas y paneles informativos. A parte, decidí cogerme una audioguía en español para que me explicara más cosas. En el sótano explican los productos con los que Estonia comerciaba en una ciera época, que ahora no recuerdo. Éstos eran la sal, pescados secos en sal, especias como la pimienta y el clavo, etc. Hay como una especie de carro con productos de estos en cada saco, que aunque no son de verdad huelen como si lo fueran. Es especialmente agradable en el caso del clavo y la pimienta. En cuanto a las arenques...En fin, no puedo decir lo mismo. Mientras recorro la planta veo que Javi desaparece para meterse en una especie de sala, en la cual sólo puede estar una persona. Entro con él y tiene una pantalla muy grande donde le va haciendo preguntas sobre la historia del país. Se escenifica un vídeo sobre la primera independencia en el cual se pone la bandera de Estonia como símbolo de ésta y eres tú mismo el que la escenifica. Por lo visto, cuando entras en la cámara, te hacen una foto y le ponen tu cara al actor de la cinta. Pero eso nos dimos cuenta más tarde. Yo veía una foto súper extraña desde fuera de la cabina y cuando entré y ví la película seguía viendo esa cara puesta en el actor, pero muy mal puesta. Parecía como una mutación que le había salido en un costado. Cuando nos dimos cuenta que el de la foto era Javi, a mí me dio un ataque de risa. Lloré tanto que la gente me miraba raro cuando salí de ahí. Seguro que pensaban "¿qué le habrá pasado?"; pero es que cada vez que lo pienso no puedo evitar partirme de risa. Es que el pobre Javi no sabía que le habían hecho una foto, y claro, lo pillaron desprevenido y fatal. Para colmo el actor protagonista tenía el pelo rizado y no pegaba nada con la cara de Javi, el cual tenía una cara como de extrañado o asustado...No sé, es que me parto sólo de pensarlo.
Después de recuperarme del ataque de risa, salimos del museo y aprovechamos para recorrer las tiendas de souvenirs y comprar algunos recuerdos, ya que el día anterior no lo habíamos hecho. También probamos las típicas garrapiñadas que venden en algunos puestos con estilo medieval. Son muy diferentes a las que podemos encontrar aquí, pero están riquísimas. No tienen la capa por fuera crujiente y dulce, sino que tienen canela entre otras cosas. Luego nos vamos al barrio industrial de Rotenman, el cual le recomendo verlo una chica que Javi conoció por internet y que es de allí. Es un barrio industrial antiguo y tiene su cierto encanto pero en sí no hay nada. Lo que sí vemos son unos cuantos puestos, como si fuera un mercadillo con souvenirs principalmente y algo de ropa, la cual es toda para el invierno. Me choca ver ese tipo de prendas en pleno agosto, pero supongo que ellos ya se están preparando para el crudo y largo invierno.
Después nos encaminamos ya para ver el museo etnográfico al aire libre Rocca al Mare, que está en las afueras de la ciudad. Para aquellos que no tengáis coche, no creo que tengáis problemas para llegar, ya que hay una parada de autobús justo en la entrada del museo. Se trata de casas de madera de varios estilos y de varias zonas del país, que reflejan la vida en el campo entre los siglos XVIII y principios del XX. Algunas han sido traídas desde diferentes puntos de Estonia y otras han sido reconstruidas. Todas las casas tienen utensilios de la época y algunas están decoradas con sus habitaciones y todo. Aparte de esto hay una posada, una escuela, granjas, molinos de viento, etc. Está en un sitio precioso, cerca del mar desde donde tienes unas buenas vistas del Báltico y de Tallín a lo lejos. El mar con el agua marrón, por supuesto, aunque en las fotos no se aprecia y parece que sea azul. La verdad que es muy recomendable. Os gustará. La entrada nos costó 6 € por persona y el lugar se recorre en unas dos horas y media o tres. Es bastante grande y tiene bastantes cosas para ver. Una vez más, nos damos cuenta de que no está muy preparado para el turismo, porque lo ideal es que te dieran un plano para hacer el itinerario e ir viendo todas las casas o que por lo menos hubieran indicaciones por el camino, pero nada de eso. Nos tenemos que contentar con un gran mapa en la entrada, al principio del recorrido y un pequeño mapa que sale en la entrada.
Cuando salimos, damos una vuelta por el centro comercial Rocca al Mare, que está muy cerca. Es un gran centro comercial donde hay todo tipo de tiendas. Nos fijamos en que en las tiendas de deporte no hay camisetas de fútbol de ningún equipo. A lo largo del país iremos viendo más tiendas y nunca encontraremos camisetas de fútbol del Milán, Barça, Madrid, etc. Lo único que vimos en más de una ocasión es la de la selección de Estonia, la cual vale la friolera de 60 eurazos. Aprovechamos para comer allí una rica pizza y un chocolate blanco caliente que nos sienta de lujo, aunque no hace frío, pero me apetece. Ya empezamos a notar un poco el cansancio, pero seguimos adelante.
Es hora de ir a Keila, a ver la catarata, que según dicen es la segunda más importante y alta del país, y que está a 30 km de la capital. No hay ninguna indicación y el GPS nos lleva al pueblo, claro, pero no a la catarata. Así que damos vueltas por aquí y por allí y nada. Al final, llegamos como a una especie de comienzo de parque nacional, donde hay un parking de pago. Imagino que tiene que ser ahí, pero antes de nada, pregunto a la señora que está en la caja para pagar el parking. Y no me entiende. Sólo habla ruso, así que intento hacerme entender por señas, pero nada. Hay un cartel de información con rutas de senderismo pero la cascada no aparece por ningún sitio. Lo que me da rabia es que seguro que estamos cerca, pero no lo conseguimos. Al final nos vamos, con mucha impotencia, de allí. Se supone que quieren que la gente vaya a visitarlo, ¿por qué no lo ponen todo más fácil? alguna indicación por lo menos.
Vamos con la intención de ver el barrio de Pirita, que es donde está nuestro hotel y donde están las ruinas del Convento de Santa Brígida, por lo visto bastante recomendable, pero estamos reventados, así que decidimos irnos al hotel a echar una pequeña siesta. Esta noche iremos a cenar al centro de Tallín y probaremos comida estonia.
Una vez en el centro, miro la guía para consultar los restaurantes de precio medio que tengan especialidades estonias. En una calle bastante pintoresca, decidimos entrar en el restaurante Kudse Notsu Körts. Un restaurante bastante grande por dentro con una pequeñita terraza, que está abarrotada. Nos sentamos dentro y observamos que la decoración es como muy rústica pero muy cuqui. Igual que en España a veces te ponen olivas al principio, aquí nos traen pan de bacon y mantequilla para untar. Pedimos un surtido de aperitivos variados para picar y pan de ajo. Esto es muy típico de Estonia y está en todos los restaurantes: se trata de pan negro frito con una especie de all i oli muy muy suave en el que apenas se nota el ajo, pero que está buenísimo. El surtido de aperitivos está genial: queso para untar con mermelada de arándanos, gelatina, foie, embutido, pepinillos, rollitos de jamón rellenos con algo parecido a una ensaladilla rusa,... De segundo yo me pido una perca (pescado de río) rebozada, con ensalada de pepino y cebolla con una salsa de eneldo y con puré de patatas. Javi se pide algo que me recuerda mucho a la comida alemana, porque comió algo muy parecido en Múnich: cerdo rustido con una costra crujiente riquísima y que no sé cómo consiguen, acompañado de salsa dulce, chucrut (col fermentada) y patatas pequeñas asadas. No somos capaces de llegar al postre. Por todo, incluyendo las bebidas, la cuenta asciende a 55.50 € que no está nada mal para todo lo que hemos comido (los platos son generosos), y nosotros pagamos 60 €, dejando 4,50 € de propina. Se lo han merecido.
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