18 DE AGOSTO DE 2014
El día amanece nublado en Neaño. Nos parece normal, no esperamos tener sol muchos días. Después de desayunar en el hotel, recogemos y ponemos rumbo a Muxía.
En Muxía hace fresco. Es bastante temprano todavía (falta poco para las 10:00) y apenas hay gente por la calle, aunque hay un grupo bastante grandes de niños. Deben ser de algún casal de verano.
Paseamos un poco por la pequeña playita que está al lado de la plaza donde hemos aparcado. Después caminamos a través de las calles del pueblo buscando el monumento más famoso del pueblo: El santuario A Virxe Da Barca (La Virgen de la Barca).
Este santuario se encuentra en un idílico lugar, en las rocas de cara al mar y en el que en los días en que éste se encuentra revuelto, las olas chocan con las rocas. Está a un km del pueblo. Es una parada obligatoria en el camino de Santiago, así que os encontraréis un montón de símbolos y de peregrinos.
Cuando llegamos al santuario el día empieza a abrirse. Es un lugar precioso, pero tenemos mala suerte: el santuario está en obras y no se puede entrar. Las fotos no quedarán bonitas. Para colmo el sol está detrás, así que las fotos salen muy oscuras.
Esta piedra dicen que es curativa. Nosotros no nos lo creemos mucho, pero es un buen lugar para hacerse una foto. Paseamos un buen rato por la zona.
También subimos para arriba por un camino que hay y donde hay un monumento que es una piedra partida, como si la hubiera partido un rayo. Hay unas vistas geniales desde ahí.
Después volvemos al pueblo, el cual es más grande de lo que parece, con un buen y animado paseo marítimo y algún bar, aunque no tiene muchas tiendas.
Ponemos rumbo a Finisterre. De camino a Finisterre el día se abre del todo y nos deja un cielo azul increíble y un sol radiante. El paisaje es realmente bonito y por el camino vemos playas como ésta.
El cabo de Finisterre. El Fin de la Tierra, donde se encontraba el Faro del Fin del Mundo. Es un lugar muy turístico y se nota. Llegando por la carretera hay un montón de restaurantes y ya cuando llegamos al párking está lleno de coches y de gente. Afortunadamente el aparcamiento es gratis. En 5 minutos caminando se llega al faro. Hay una tienda muy grande de souvenirs al lado y varios restaurantes. Es la hora de la comida y aunque hay bastante gente, ya hay mucha que se va.
Las vistas desde ahí son increíbles: el mar azul inmenso se extiende ante nosotros sin fin. Hay un montón de botas atadas a la antena y otras cosas que dejan los peregrinos. Por lo visto es tradición, una vez llegado a Santiago, venir aquí y quemar las botas o dejar algún recuerdo.
No se puede subir al faro, pero si se puede entrar al edificio, donde hay una pequeña exposición de fotos de la Costa Da Morte geniales y donde explica un poco de la historia del faro y de la zona. Después de esto nuestro estómago nos reclama atención, así que decidimos ir al pueblo a comer.
Aparcamos en el pueblo y nos comemos un menú por 12 € que está genial. Yo me como una vieira que está buenísima y un señor lenguado con unas patatas panadera.
Ponemos rumbo a Ézaro, que tiene una playa preciosa de arena blanca fina y aguas azules y...congeladas. Dios qué fría está!!! Pero la verdad es que hace un calor sofocante, el sol quema. Así que tras mucho esfuerzo y sufrimiento, decido meterme un chapuzón y nadar un ratito. Lo bueno es que se me quita el calor para el resto del día y dejo de sentir mis piernas y mis brazos :)
Caminamos por la orilla y nos acercamos a las rocas, que están llenas de mejillones, pequeños cangrejos y pececillos. Tras pasar un buen rato en la playa, queremos ir a ver una cascada, pero en la guía no indica donde está y yo no he visto ninguna indicación. Cogemos el coche y cuando aún no hemos andado ni 10 metros, veo un cartel de madera que lo indica. Estamos de suerte.
Aparcamos fácilmente y caminamos hacia la cascada que está a unos 500 metros. Se nota que es un sitio muy turístico porque hay bastante gente. Hay unos cuantos puestecillos hippies y un bar. La cascada viene de una presa que hay cerca. La fuerza del agua es espectacular y el paisaje también.
El río Ézaro se junta con la ría y ésta a su vez con el mar.
Después de una cuantas fotos nos vamos a O Pindo, que está aquí al lado. Tiene una playa pequeñita y se ve muy tranquilo. Nos empieza a hablar un señor que nos dice que la playa está a unos 500 metros y que es muy grande y bonita, que vale la pena ir a verla. Le hacemos caso.
El señor no se equivocaba en absoluto. La playa es gigantesca. Además de larga es ancha. Deben haber casi 500 metros desde la acera hasta el agua.
Ahora nos vamos hacia Carnota, el último punto de la ruta de hoy, antes de que lleguemos a Muros, donde dormiremos. En Carnota se encuentra el Hórreo más grande de Europa. Es muy antiguo. Los hórreos se usaban, y se siguen usando a veces, para guardar el grano y otras cosas para que se secaran y no cogieran humedad.
Al lado del hórreo hay una iglesia gótica y junto a ella el cementerio. En el patio de la iglesia hay un montón de lápidas muy antiguas. Después nos tomamos algo en una calle muy bonita y disfrutamos un rato de un descanso y una coca-cola fresquita. Después ya ponemos rumbo a Muros, donde tenemos el hotel.
Muros es un pueblo grande, con un puerto deportivo importante y muy turístico. Está lleno de gente y hay un montón de ambiente. Aparcamos en el puerto (de nuevo gratis, así da gusto) y vamos al hotel, el cual lo tenemos justo en frente. En pleno casco antiguo. La habitación está muy bien: amplia, rústica y con vistas a una calle muy estrecha. Nos duchamos, nos arreglamos y nos vamos a cenar. Hoy toca una ensalada y unas riquísimas zamburiñas regadas con un albariño. Sobre las 11 ya regresamos al hotel. Estamos cansados y mañana toca otro día trepidante, en el que descubriremos Santiago.
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