21 DE AGOSTO DE 2015
Hoy madrugamos un poco más de lo normal porque nos vamos a
la Isla de Ons y nuestro barco sale a las 09:00 de la mañana. Hay que desayunar
primero y estar mínimo media hora antes de que salga el barco.
En esta zona están las Islas Cíes (que son preciosas y
también muy famosas, por lo que en verano suelen estar a petar) y la Isla de Ons,
igual de bonita, menos conocida, y por lo tanto, mucho más tranquila. Tanto
para unas islas como para la otra, os aconsejo que reservéis con tiempo los
billetes del barco. Por internet se puede hacer fácilmente y también por
teléfono. Y después, el día de la excursión, se cogen los billetes en taquilla.
Valen unos 14 € ida y vuelta para los adultos y unos 7 € para los niños.
Las Islas forman parte de un parque natural. Está muy bien
cuidado y os pido que, por favor, sigáis todas las recomendaciones. Hagamos que
siga siendo igual de bonito. Preservémoslo.
El barco se coge en Porto Novo, que es un pueblo muy pequeño
con una agitada vida nocturna, lleno de bares, restaurantes, discotecas….
Cuando llegamos el pueblo está muerto. Sólo encontramos un bar abierto, donde
desayunamos. Después vamos hacia la taquilla de la compañía que hace el
recorrido hasta la isla y nos preparamos para coger el barco. Se trata de un ferry
pequeño y el viaje dura unos 45 minutos aproximadamente.
Desembarcamos y vamos al punto de información, donde nos
informan de las rutas que podemos hacer. Hay cuatro diferente: la amarilla
(Ruta do Faro), la azul (ruta del norte), la roja (Ruta Do Castelo) y la verde
(ruta del sur). Nosotros hacemos la verde, que es la segunda más larga: 2 horas
y media de camino. Están todas muy bien indicadas. La distancia es de 6.2 km
con un desnivel de 86 metros. Aunque la califican como dificultad media, os
aseguro que todo el mundo puede hacerla.
El lugar es precioso y las playas muy bonitas, lleno de
acantilados. Es una lástima que con la niebla no veamos nada, aunque también es verdad que aporta un halo de misterio encantador. El camino es
fácil de hacer. Eso sí, os recomiendo que llevéis calzado deportivo para venir
a la isla porque es bastante incómodo hacer la ruta con chanclas. Yo no pensé
que fuera tan montañoso y llevaba sandalias, y la verdad es que me arrepentí
bastante.
Parece ser que la niebla nos va a dar tregua y sobre las 12
se va disipando poco a poco. La niebla da paso a un lugar realmente relajante,
bonito e inspirador. Además hay muy poca gente y eso es realmente de agradecer.
Y un sol de justicia. Dios qué chicharrera! Además de los acantilados, la ruta
nos lleva a Laxe dos Cregos, un sarcófago
antropomorfo medieval que guarda múltiples leyendas y el mirador de
Fedorentos, una atalaya que nos
ofrece una panorámica espectacular de la isla de Onza, las islas Cíes,
la Costa de la Vela y la ría de Aldán. La siguiente parada es el Buraco
do Inferno, una curiosa formación geológica que fue construyendo el océano
golpe a golpe. Se trata de un enorme agujero de 40 metros de altura. Algo
realmente impresionante.
Para la hora de comer estamos de nuevo en el puerto y
buscamos un sitio para comer. Sólo hay tres restaurantes con precios muy
parecidos. Nosotros entramos en el que está más vacío, donde hay un menú de 14
€. El menú por el precio deja bastante que desear y el servicio es bastante
malo. Es lo que ocurre muchas veces con los lugares muy explotados por el
turismo.
Ya va siendo hora de darse un baño que este calor no hay
quien lo aguante. Aunque el agua esté helada, es igual. Decidimos ir a la Playa
de As Dornas, que forma parte de la ruta roja, o la Ruta Do Castelo. Se tarda
una media hora en llegar a la playa por un camino montañoso. Esta playa también
es muy bonita. Descansamos aquí un buen rato y luego ya nos vamos para el
puerto, pues a las 5 de la tarde sale el barco.
Cuando llegamos al puerto, decidimos descansar un rato y
tomar algo porque estamos muy cansados. Después nos vamos a Vigo.
En Vigo aparcamos en un parking y damos una pequeña vuelta
por el centro, pero decidimos dejarlo para otra vez. Estamos muy cansados y
preferimos irnos al hotel, que está en Baiona.
En Baiona nos recibe un ambientazo tremendo. El paseo está
lleno de gente y también es un sitio muy
turístico. Tenemos suerte y conseguimos aparcar en un sitio cerca del hotel
gratis. Después de ducharnos y relajarnos un rato, salimos a cenar. Yo de nuevo
me decanto por un buen plato de pulpo y un albariño.
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