4 de septiembre de 2016
Sobre las 7:00 me despierto para
ir al baño y porque entra bastante claridad por el balcón. Voy a cerrar la
cortina para seguir durmiendo y veo uno de los mejores amaneceres que he visto
en mi vida. No me puedo perder algo así, por tanto me siento en el balcón y
admiro el espectáculo de la naturaleza, de cómo va saliendo el sol poco a poco,
como si hubiera estado sumergido en el mar.
Cuando ya me parece que el sol
está a una altura suficiente decido irme a la cama y seguir durmiendo un poco
más.
A las 9:00 nos levantamos y
desayunamos. Hoy le dedicaremos el día a la parte norte de la isla. Iremos a la
Cova d’en Marçà, a Cala Xarraca, y a ver si nos da tiempo a ver alguna cala más
de la zona. Veremos la puesta de sol en Cala Benirràs, que parece ser un sitio
muy animado, donde además tocan timbales para acompañar al atardecer.
La entrada a la Cova d’en Marcà
cuesta 10,50 € y la visita dura menos de una hora. Se puede aparcar fácilmente
en la puerta, pero nosotros aparcamos un poco más abajo porque no sabemos qué nos
vamos a encontrar. Os aconsejo que lleguéis a primera hora, sobre las 10:00
porque luego hay mucha más gente.
El camino para bajar a la cueva
es muy bonito, pues rodea una cala y se tienen muy buenas vistas.
La cueva
tiene 100.000 años de antigüedad y fue descubierta en el siglo XIX. Sobretodo
era usada por piratas y contrabandistas. Es bonita, aunque el agua que hay
dentro no es de la cueva, sino de un circuito.
La cueva se secó hace muchos
años y la isla tiene bastantes problemas de agua, así que el agua que hay
dentro es de unos circuitos que se autoalimentan a sí mismos todo el rato. Hay
una cascada bastante guapa que la guía acciona con un botón.
El calor es insoportable y
nuestro cuerpo quiere un baño a gritos. Vamos hacia Cala Xarraca, que nos pilla
muy cerca. Aparcamos cuando vemos que hay un sitio decente y bajamos caminando.
Vemos que se puede aparcar muy cerca de la cala, pero está lleno. No nos
atrevíamos a bajar por si luego no podíamos subir. Mejor no arriesgarse.
La cala es genial, uno de los
mejores sitios de toda la isla para hacer snorkel, si no el mejor. Hay bastante
gente, pero hay espacio suficiente en la arena y no es agobiante. Dejamos las
cosas y nos tiramos al agua, y empezamos a explorar la zona, como no, con
nuestra go pro.
Las horas pasan volando cuando lo
estás pasando bien. Y cuando buceas, más. Hacemos un montón de fotos, de vídeos
y vemos un montón de peces. Incluso un calamar.
El estómago empieza a pedir
comida y pensamos en qué hacer. Podemos comer en el restaurante de la cala.
Seguramente picará, pero comeremos bien seguro. Ya haremos bondad a la noche.
Así después de comer podemos seguir explorando las pequeñas calas que se ven un
poco más lejos, a las que se puede ir caminando por las rocas o nadando.
Yo pido un plato de salmonetes a
la plancha con ensalada y David un buen entrecot con patatas. Justo cuando
estamos comiendo me llama la empresa con la que tenemos la excursión de los
kayaks y nos dicen que mañana no se puede hacer, ya que hay previsiones de que
hará bastante viento y no es recomendable. Nos dicen que lo mejor sería hacerla
el miércoles o el jueves, pero el miércoles nos vamos a Formentera (ya hemos
pagado los billetes de ferry) y el sábado nos volvemos temprano para casa. Nos
quedamos sin kayak y nos da mucha pena porque nos hacía mucha ilusión hacerlo. Con
las bebidas, el postre, los cafés y demás salimos a unos 28 € por persona que
está la mar de bien teniendo en cuenta donde está y lo bien que hemos comido.
Productos de calidad. Totalmente recomendable.
Después de reposar un poquito la
comida en la arena, decidimos explorar las otras calas pequeñas que vemos desde
aquí.
Pasamos un buen rato entre estas
calas.
Son ya las 18:00 y aunque faltan
más de dos horas para la puesta de sol, decidimos poner rumbo a Benirràs porque
he leído y oído en todas partes que se pone a petar y queremos poder aparcar
bien. Decir que está a petar es poco. Masificado. Muy pero que muy masificado.
Son sólo las 18:15 y estamos en caravana. Completamente parados para acceder a
la cala. Estamos más de 40 minutos así. Cuando vamos llegando vemos que hay
varios parkings pero están todos completos y la policía local está dirigiendo a
los coches. Justo el coche de delante nuestro es el último en pasar. A nosotros
nos derivan hacia arriba. Eso significa que no se puede aparcar.
Pensamos que es una locura. Y
también una lástima que no podamos ver la puesta de sol aquí. Aunque la
carretera es de curvas y es como una carretera de montaña, de vez en cuando
encuentras algún lado en el que se puede aparcar, pero hay coches igualmente.
Cuando ya casi nos hemos rendido, encontramos un sitio y aparcamos sin
pensarlo. Estamos lejos, pero no importa.
Tras unos 20 minutos caminando
llegamos a la cala. Hay un chiringuito enorme, lleno hasta arriba y con todas
las mesas reservadas. También hay una larga cola para pedir bebida. Parece que
aquí haces cola por absolutamente todo. Qué le vamos a hacer. Tenemos mucha sed
y queremos agua, así que nos toca hacer cola. Afortunadamente va bastante
rápido y tras 10 minutos aproximadamente tenemos nuestras botellas que bebemos
de un solo trago.
Es muy difícil encontrar un buen
sitio para sentarnos. Está todo lleno.
Hay como una ladera de una montaña y,
aunque hay bastante gente, podemos sentarnos. Veremos la puesta de sol desde
aquí.
En frente nuestro pero a la
derecha hay unos acantilados y vemos de lejos que está lleno de gente. Nos
parece un lugar bastante peligroso para estar, pues es fácil despeñarse.
Y vemos la puesta de sol. Hemos
oído los tambores al llegar pero no los hemos vuelto a oír. Nos quedamos un
poco extrañados, pensando “eso eran los tambores??? Y ya está??? Tanto royo
para esto???”
Cuando el sol ya se ha escondido
en el mar pero aún hay luz entonces empiezan a sonar los tambores y todos nos
dirigimos hacia ellos, como hipnotizados por el sonido. Es súper chulo,
ambientazo total. Un algo que no sabes que es, te posee el cuerpo y sólo puedes
hacer que bailar en la arena. Con mucha dificultad consigo ponerme en 5ª fila o
así y poder ver un poco. Hay como unas 8 personas entre chicas y chicos tocando
diferentes tipos de timbales de varios tamaños. Estamos una media hora o 40
minutos y decidimos irnos ya porque todo el mundo se empezará a ir ahora y será
un caos.
Sí, es un poco agobiante. Sí, es
una locura. Sí, está hipermasificado. No es la mejor puesta de sol de la isla.
Pero al menos una tarde sí tenéis que ir a verlo. Vale mucho la pena. Y en
teoría el mejor día para verlo es el domingo, pero lo de los timbales es
prácticamente todos los días.
El camino al coche lo hacemos ya
de noche y se nos hace un poquito duro porque es una cuesta bastante empinada.
Llegamos al apartamento y cenamos un bocata de tortilla. Nos tomamos otro
cubatita en el balcón y nos vamos a dormir porque estamos reventados. Ya se nos
ha escapado nuestro segundo día en Ibiza.
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