martes, 6 de diciembre de 2016

IBIZA SEGUNDO DÍA: COVA D’EN MARÇÀ – CALA XARRACA – CALA BENIRRÀS

4 de septiembre de 2016




Sobre las 7:00 me despierto para ir al baño y porque entra bastante claridad por el balcón. Voy a cerrar la cortina para seguir durmiendo y veo uno de los mejores amaneceres que he visto en mi vida. No me puedo perder algo así, por tanto me siento en el balcón y admiro el espectáculo de la naturaleza, de cómo va saliendo el sol poco a poco, como si hubiera estado sumergido en el mar.




Cuando ya me parece que el sol está a una altura suficiente decido irme a la cama y seguir durmiendo un poco más.

A las 9:00 nos levantamos y desayunamos. Hoy le dedicaremos el día a la parte norte de la isla. Iremos a la Cova d’en Marçà, a Cala Xarraca, y a ver si nos da tiempo a ver alguna cala más de la zona. Veremos la puesta de sol en Cala Benirràs, que parece ser un sitio muy animado, donde además tocan timbales para acompañar al atardecer.

La entrada a la Cova d’en Marcà cuesta 10,50 € y la visita dura menos de una hora. Se puede aparcar fácilmente en la puerta, pero nosotros aparcamos un poco más abajo porque no sabemos qué nos vamos a encontrar. Os aconsejo que lleguéis a primera hora, sobre las 10:00 porque luego hay mucha más gente.







El camino para bajar a la cueva es muy bonito, pues rodea una cala y se tienen muy buenas vistas.











La cueva tiene 100.000 años de antigüedad y fue descubierta en el siglo XIX. Sobretodo era usada por piratas y contrabandistas. Es bonita, aunque el agua que hay dentro no es de la cueva, sino de un circuito. 













La cueva se secó hace muchos años y la isla tiene bastantes problemas de agua, así que el agua que hay dentro es de unos circuitos que se autoalimentan a sí mismos todo el rato. Hay una cascada bastante guapa que la guía acciona con un botón.












El calor es insoportable y nuestro cuerpo quiere un baño a gritos. Vamos hacia Cala Xarraca, que nos pilla muy cerca. Aparcamos cuando vemos que hay un sitio decente y bajamos caminando. Vemos que se puede aparcar muy cerca de la cala, pero está lleno. No nos atrevíamos a bajar por si luego no podíamos subir. Mejor no arriesgarse.








La cala es genial, uno de los mejores sitios de toda la isla para hacer snorkel, si no el mejor. Hay bastante gente, pero hay espacio suficiente en la arena y no es agobiante. Dejamos las cosas y nos tiramos al agua, y empezamos a explorar la zona, como no, con nuestra go pro.









Las horas pasan volando cuando lo estás pasando bien. Y cuando buceas, más. Hacemos un montón de fotos, de vídeos y vemos un montón de peces. Incluso un calamar.






El estómago empieza a pedir comida y pensamos en qué hacer. Podemos comer en el restaurante de la cala. Seguramente picará, pero comeremos bien seguro. Ya haremos bondad a la noche. Así después de comer podemos seguir explorando las pequeñas calas que se ven un poco más lejos, a las que se puede ir caminando por las rocas o nadando.


Yo pido un plato de salmonetes a la plancha con ensalada y David un buen entrecot con patatas. Justo cuando estamos comiendo me llama la empresa con la que tenemos la excursión de los kayaks y nos dicen que mañana no se puede hacer, ya que hay previsiones de que hará bastante viento y no es recomendable. Nos dicen que lo mejor sería hacerla el miércoles o el jueves, pero el miércoles nos vamos a Formentera (ya hemos pagado los billetes de ferry) y el sábado nos volvemos temprano para casa. Nos quedamos sin kayak y nos da mucha pena porque nos hacía mucha ilusión hacerlo. Con las bebidas, el postre, los cafés y demás salimos a unos 28 € por persona que está la mar de bien teniendo en cuenta donde está y lo bien que hemos comido. Productos de calidad. Totalmente recomendable.





Después de reposar un poquito la comida en la arena, decidimos explorar las otras calas pequeñas que vemos desde aquí.













Pasamos un buen rato entre estas calas.









Son ya las 18:00 y aunque faltan más de dos horas para la puesta de sol, decidimos poner rumbo a Benirràs porque he leído y oído en todas partes que se pone a petar y queremos poder aparcar bien. Decir que está a petar es poco. Masificado. Muy pero que muy masificado. Son sólo las 18:15 y estamos en caravana. Completamente parados para acceder a la cala. Estamos más de 40 minutos así. Cuando vamos llegando vemos que hay varios parkings pero están todos completos y la policía local está dirigiendo a los coches. Justo el coche de delante nuestro es el último en pasar. A nosotros nos derivan hacia arriba. Eso significa que no se puede aparcar.



Pensamos que es una locura. Y también una lástima que no podamos ver la puesta de sol aquí. Aunque la carretera es de curvas y es como una carretera de montaña, de vez en cuando encuentras algún lado en el que se puede aparcar, pero hay coches igualmente. Cuando ya casi nos hemos rendido, encontramos un sitio y aparcamos sin pensarlo. Estamos lejos, pero no importa.


Tras unos 20 minutos caminando llegamos a la cala. Hay un chiringuito enorme, lleno hasta arriba y con todas las mesas reservadas. También hay una larga cola para pedir bebida. Parece que aquí haces cola por absolutamente todo. Qué le vamos a hacer. Tenemos mucha sed y queremos agua, así que nos toca hacer cola. Afortunadamente va bastante rápido y tras 10 minutos aproximadamente tenemos nuestras botellas que bebemos de un solo trago.
Es muy difícil encontrar un buen sitio para sentarnos. Está todo lleno.







Hay como una ladera de una montaña y, aunque hay bastante gente, podemos sentarnos. Veremos la puesta de sol desde aquí.








En frente nuestro pero a la derecha hay unos acantilados y vemos de lejos que está lleno de gente. Nos parece un lugar bastante peligroso para estar, pues es fácil despeñarse.




Y vemos la puesta de sol. Hemos oído los tambores al llegar pero no los hemos vuelto a oír. Nos quedamos un poco extrañados, pensando “eso eran los tambores??? Y ya está??? Tanto royo para esto???”






Cuando el sol ya se ha escondido en el mar pero aún hay luz entonces empiezan a sonar los tambores y todos nos dirigimos hacia ellos, como hipnotizados por el sonido. Es súper chulo, ambientazo total. Un algo que no sabes que es, te posee el cuerpo y sólo puedes hacer que bailar en la arena. Con mucha dificultad consigo ponerme en 5ª fila o así y poder ver un poco. Hay como unas 8 personas entre chicas y chicos tocando diferentes tipos de timbales de varios tamaños. Estamos una media hora o 40 minutos y decidimos irnos ya porque todo el mundo se empezará a ir ahora y será un caos.



Sí, es un poco agobiante. Sí, es una locura. Sí, está hipermasificado. No es la mejor puesta de sol de la isla. Pero al menos una tarde sí tenéis que ir a verlo. Vale mucho la pena. Y en teoría el mejor día para verlo es el domingo, pero lo de los timbales es prácticamente todos los días.





El camino al coche lo hacemos ya de noche y se nos hace un poquito duro porque es una cuesta bastante empinada. Llegamos al apartamento y cenamos un bocata de tortilla. Nos tomamos otro cubatita en el balcón y nos vamos a dormir porque estamos reventados. Ya se nos ha escapado nuestro segundo día en Ibiza.

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