miércoles, 10 de febrero de 2010

BRUJAS-AMSTERDAM-BRUSELAS-LUXEMBURGO

8 DE AGOSTO DE 2007

Nos ponemos rumbo a Brujas. Llueve a cántaros durante todo el camino. Parece que París no quiere que nos marchemos. Resulta hasta un poco meláncolico, y más por la canción que llevamos en ese momento (all good things de Nelly Furtado). En menos de tres horas estamos en la ciudad. No llueve pero está nublado. Nos dirigimos directamente al Ibis que está al comienzo del casco antiguo. Anoche gravamos en el GPS la dirección, que la encontramos en un librito que cogimos en la recepción del Ibis en París donde salen los Ibis de todo el mundo. Ahora sólo queda preguntar si hay habitación. Estamos de suerte, nos instalamos, comemos algo de nuestras provisiones y decidimos echar una siestecita de una hora, ya que la ciudad es pequeña y se puede ver en una tarde.

Empezamos a caminar por Katelijnestraat, que es la calle donde está el hotel. A lo largo de ella hay numerosos souvenirs y bombonerías. Hay muchas de estas tiendas que tienen carteles en español y carteles diciendo que hablan español. Aprovechamos para probar los deliciosos bombones y para comprar algunos recuerdos: yo, postales para mi colección, y Javi, la bufanda del equipo de fútbol de Brujas, que también colecciona. Empiezan a caer las primeras fotos.

Nos vamos hacia la oficina de turismo para que nos den un mapa de la ciudad y nos digan qué podemos ver. Hay algunos museos, el campanario de las Halles, al cual se puede subir, y varias iglesias. Nosotros decidimos simplemente perdernos por la ciudad. Empieza a salir el sol.





Poco tiempo después damos con la Markt Platz, la plaza principal, con varios edificios oficiales. Alguno de ellos se puede visitar. Veo un puesto que hacen bocadillos planchados y pillo uno de Salmón. Esta buenísimo y me lo como tranquilamente sentada en un banco de la plaza mientras Javi hace el reportaje fotográfico de rigor.




Seguimos caminando y damos con un pequeño embarcadero con barquitas que hacen un recorrido por los canales. El viaje cuesta 6 €. ¿Vamos a desaprovechar la oportunidad de navegar por los canales de esta preciosa ciudad? Ni hablar, así que nos falta tiempo para hacer cola y esperar a la siguiente barquita, que viene enseguida. Hay una grabación con explicaciones en varios idiomas, menos en español. Resulta casi anecdótico, teniendo en cuenta que mucha gente lo habla o que por lo menos lo entiende o chapurrea, pero bueno, así son las cosas. De todas formas el motor hace demasiado ruido como para entender las explicaciones, sea del idioma que sea.


Para entonces ya nos hemos enamorado perdidamente de Brujas. Es impresionante, preciosa, no tenemos palabras. Miramos maravillados sus canales, sus casas antiguas, algunas datan de 1600 y hacemos un montón de fotos que van a quedar de miedo como fondo de pantalla en nuestro ordenador. Despúes de unos 30 mninutos, aproximadamente, el viaje se acaba, pero no nuestra excursión por la ciudad, así que seguimos en camino y llegamos a un parque donde a un lado se encuentra la Iglesia del Beatario, enmarcada en un bello paraje.




Después de mucho caminar y unas cuantos miles de fotos después, se hace de noche. No podemos perdernos Brujas de noche, con los canales y edificios iluminados. Nos damos una ducha en el hotel y salimos a cenar. Después de 4 días de Mcdonald's, turco y pan con embutido, ya tocaba una comida decente.



Entramos en un restaurante muy cuco y romántico y tomamos una rica cena a la luz de las velas. Para beber, vemos en la carta que hay sangría y decidimos probarla a ver qué tal, y bueno tiene un sabor diferente a las que se hacen aquí en España, pero está buena también. Después paseamos y hacemos las últimas fotos.

Volvemos al hotel a descansar. Nuestro próximo destino es Amsterdam, donde pasaremos los dos días siguientes. Ponemos la dirección del Ibis en nuestra brújula del siglo XXI y a dormir.


Nos hemos quedado maravillados con esta bellísima ciudad y no dudamos en volver algún día.













9 DE AGOSTO DE 2007

Para variar llueve durante todo el camino de Brujas a Ámsterdam, pero el paisaje que vemos a través de los cristales de nuestro coche es muy bonito: verdes y grandes prados y de vez en cuando algún típico molino. En tres horas aterrizamos en la capital holandesa. Preguntamos en el Ibis y volvemos a tener suerte: hay sitio. Nos instalamos y empezamos a recorrer la ciudad. Lo primero que buscamos es la oficina de turismo para conseguir un mapa de la zona centro y no perdernos, aunque al principio es un lío. Las calles tienen unos nombres interminables y difíciles de entender. Para colmo es difícil orientarte y es un estrés porque hay muchísima gente, bicis por todos lados pitando para que te apartes o pasándote por encima si hace falta y no hablemos ya de la Plaza Dam donde se congrega la gente, las bicis, el tranvía,... Nos apartamos a la entrada de una casa para no molestar y decidir hacia donde vamos.


De pronto escucho una voz "¿Olga?" Me giro y es Ricard, un compañero de la universidad, que no veía desde el primer año y yo ya voy a empezar el sexto. Mira que hay sitios donde encontrarse y tiene que ser precisamente, aquí, en Ámsterdam. Pero me hace mucha ilusión y hablamos durante un rato. Ellos también están haciendo una ruta por Europa pero la hacen al revés que nosotros. Ya están volviendo. Han estado en Berlín y Munich y, si vamos, nos recomiendan no perdernos el campo de concentración de Dachau, que está muy cerca de la capital bábara. Tomamos nota, por si acaso decidimos ir y nos despedimos deseándoles lo mejor. Después de esta grata sorpresa, ya por fin nos hemos aclarado y nos han ayudado un poco a orientarnos. Nos perdemos por entre sus numerosas callejuelas y canales, llenas de bullicio, gente joven, de todas las clases: con el pelo rosa, de todos los países, con bici, sin bici, etc. y de vez en cuando también con el olor que se escapa de los Coffee Shops. Aprovechamos para comprar más cosas (que no falte la bufanda del Ajax y las postales) Decidimos hacer un viaje en uno de los característicos barcos. Aquí las explicaciones tampoco son en español, pero se escuchan mucho mejor que en Brujas. Gracias a ellas nos enteramos de cómo se construyeron los diques ganando terreno al mar, y cómo consiguen que la ciudad no se hunda poco a poco. También algunas curiosidades, como por ejemplo, que durante un tiempo, los habitantes de Ámsterdam rivalizaban en ver quién hacía la casa más estrecha. Nos enseñaron alguna que era casi tan estrecha como la puerta de entrada. Después del viaje de 45 minutos empieza a caer la noche lentamente. Al rato decidimos ir a cenar. Hay una pizzería a buen precio.


Ahora ya es buena hora para recorrer el famoso barrio rojo, donde las prostitutas están expuestas en los escaparates. Lo cierto es que resulta curioso de ver. Están las chicas (todas espectaculares, claro) en las puertas de cristal, como si fueran maniquíes en un escaparate. Los hombres interesados pican a la puerta y después de discutir el precio y el servicio, entran y cierran la cortina, abriéndose de nuevo cuando ya han satisfecho sus necesidades. Pensaba que sería algo más soez, que ellas llamarían a los chicos, pero no. En todos los cristales hay una pegatina de prohibido hacer fotos y vídeos, y alguno de los que pasan de estos reciben una buena bronca de las chicas, así que mejor no hacerlas. Aquí en Holanda esta profesión está totalmente regulada y legalizada y las chicas, que creo que la mayoría son autónomas, pagan sus impuestos religiosamente.


También al rededor hay varias pandas de ingleses borrachos, para variar, liándola.


Ya va siendo hora de regresar al hotel. Mañana seguiremos descubriendo esta bella ciudad.


10 DE AGOSTO DE 2007


Hoy vamos a visitar la casa de Anna Frank. Nos quedamos flipados con las desérticas calles. No hay ni un alma. ¿Dónde está todo el mundo? Debe ser que Ámsterdam es una ciudad más nocturna que diurna y la gente está pasando la resaca. A las 8:45, antes de que abran, ya estamos haciendo cola. A esa hora no hay mucha gente, mejor así para poderla visitar con tranquilidad. A las 9 la casa-museo abre sus puertas y tras pagar unos 7 € que cuesta la entrada y coger el folleto que te explica el recorrido, esta vez por suerte en español, empezamos la visita. Yo me había leído el diario de Anna cuatro o cinco años antes. Me impactó tanto que aún recordaba casi todos los pasajes del libro. Como Javi no se lo había leído (él odia leer), le iba explicando todo. Debió ser horrible para la pobre Anna y su familia vivir allí durante dos largos años, en la clandestinidad, sin que hacer ruido para que nadie les oyera. Qué claustrofobia da de pensarlo todo y el miedo que tuvieron que pasar los pobres. Me llamó mucho la atención la habitación de la protagonista, que está tal y como ella la dejó, con montones de fotos recortadas de sus actrices y actores favoritos pegadas en la pared. Como yo hacía con mis posters cuando era una adolescente...Al final del recorrido está el diario original, escrito de puño y letra por ella. Como ya sabéis, su padre, Otto Frank fue el único que sobrevivió a la guerra y cuando volvió a la casa a buscar algunas pertenencias descubrió el diario y decidió publicarlo. Más tarde creo la fundación Anna Frank y decidió adecuar la casa como museo.


Después de hora y media de visita salimos. Nos alegramos de haber llegado pronto, porque ahora la cola da la vuelta a la manzana.

Ahora vamos hacia Vondel Park, un bonito parque que hay un poco alejado de la zona. Debemos coger un tranvía. Compamos los billetes en un kiosko cercano y no tarda en pasar uno. Llegamos al parque. No hace buen día, tanto ayer como hoy el día está permamentemente nublado y para nuestro gusto hace hasta fresco (12º en pleno agosto, para nosotros es frío, teniendo en cuenta que en Barcelona estamos a 33º) pero casi preferimos esto que el calor sofocante de París. El parque es enorme, con varios caminos para ir con bici y para caminar. Hay algunos edificios antiguos que antes fueron palacetes de gente adinerada. Están cerrados al público. Vemos un estanque con patitos y nos dedicamos a grabarlos, hacer fotos y jugar con ellos. Se acercan porque piensan que tenemos comida, pero cuando ven que no tenemos nada, se marchan. ¡No son nadie!


Decidimos volver al hotel a comer y descansar un rato. Por la tarde volveremos a salir a pasear.


Nuestros pensamientos se confirman al salir de nuevo. La gente vuelve a llenar las calles. Lo dicho, debían estar durmiendo la mona del día anterior. Pasamos el resto de la tarde paseando por todas las calles y una vez más por el barrio rojo. Cenamos en un argentino y ya nos retiramos al hotel. Hoy gracias a nuestra tarjeta del grupo Accor Hoteles, nos invitan a una bebida en el hotel. Mañana nos vamos a Bruselas. Grabamos la dirección del Ibis de allí en el GPS y hala, otra noche que se nos escapa...El viaje está siendo maravilloso pero está pasando tan deprisa...


11 DE AGOSTO DE 2007


Nos vamos a Bruselas. Hoy vemos el sol por primera vez en dos días. Durante el camino nos hace bueno y cuando llegamos allí también. Hace calor, aunque no tanta como en París. Esta vez no tenemos tanta suerte con el hotel. No hay sitio y pregunto en otro que hay al lado y también completo. Miramos en otro Ibis que hay más en el centro y aquí si hay habitaciones libres. Nos instalamos y vamos a comer a un Quick que hay delante del hotel. La cadena Quick es una cadena francesa de hamburgueserías, como Mcdonald's, donde hacen una hamburguesa, la Long Bacon, que tiene una salsa que está espectacular. Enseguida llegamos a la Grote Markt, la plaza central. Es enorme. En el viejo ayuntamiento está la oficina de turismo, así que vamos a que nos den un mapa que si no, nos perdemos.








Después de situarnos, empezamos a caminar y enseguida damos con una multitud de gente haciendo fotos. Nos acercamos y descubrimos que están ahí por la escultura del Maneken Pis, la famosa fuente del niño haciendo pis. La verdad es que nos decepciona un poco porque esperábamos algo más grande. Pero bueno, logramos hacernos un hueco entre tantos flashes y capturar algunas instantáneas. Seguimos por las calles y entramos a varias tiendas (no puede faltar la bufanda del Anderlecht ni las postales de rigor). Un poco más adelante se abre una calle llena de restaurantes de todo tipo. Ante nuestro asombro un camarero nos pregunta " ¿Español?" y antes de preguntarnos cómo lo ha sabido nos instala en una mesa. Después de comer seguimos con la visita. Pronto nos escapamos del casco antiguo (es pequeño) y seguimos el recorrido propuesto por la chica de la oficina de turismo.


Subimos una pendiente que nos lleva a una plaza desde la cual se ve una bonita vista de la ciudad. Llegamos al Palacio de Justicia, el cual se puede visitar, pero nosotros no lo hacemos. Cogemos un ascensor gratis que nos lleva a una parte aún más alta de la ciudad. Bajamos por otra calle, la cual parece ser el barrio de los inmigrantes, porque es un poco chungo, pero tampoco es para tanto. Después de mucho caminar, llegamos a la zona donde están algunos de los edificios de la Unión Europea. Ahí se deciden muchas de las leyes que nos influyen, como por ejemplo esa maravillosa idea de trabajar hasta los 67 años. Rodeamos los edificios por fuera.


















Hace calor y nos detenemos en un banco a la sombra a beber agüita fresca y a saborear un helado. Por último cogemos el metro y vamos al parque del cincuentenario, que tiene en el medio un arco del triunfo y donde vemos un típico bus londinense, sí, los rojos de dos piso, con un grupo de ingleses vestidos con bombines y tal celebrando un picnic. Mientras vamos volviendo va cayendo la tarde y después se hace de noche. Nos duchamos y cenamos con nuestras provisiones. Hoy toca otra vez cubata gratis en el hotel y no lo desaprovechamos. Mañana iremos a visitar el Atomium, el monumento más famoso y característico de la ciudad.

12 DE AGOSTO DE 2007
Hoy el día se ha día se ha levantado un poquito nublado pero hace calor. Después de desayunar cogemos el coche y nos vamos hacia el Atomium, que está a las afueras de la ciudad. Este monumento se creó para una exposición universal, una EXPO que hubo en los años cincuenta y se puede subir a él mediante un ascensor y para pasar de una bola a otra hay escaleras mecánicas. Dentro hay varias exposiciones. Bueno pues a eso de las 9 ya estamos haciendo cola para subir, que afortunadamente es escasa. Poco después de pagar los 9 € que cuesta la entrada, ya estamos en el ascensor que va ascendiendo poco a poco hasta la bola central. Seguimos subiendo a través de las escaleras y la sensación que tenemos es de estar en una especie de nave espacial. Mola. Desde arriba se ven muy buenas vistas, incluyendo el Estadio del Anderlecht, que está cerca. Damos algunas vueltas, pasando de bola en bola y mirando las diferentes exposiciones que hay y bajamos.

A pocos metros del Atomium, se encuentra un parque, Minieuropa, que es Europa en miniatura, es decir, los edificios más característicos de Europa. La entrada cuesta 12 €, quizás es un poquito caro, pero vale la pena ver el arco del triunfo en pequeñito, con todos sus detalles, la Torre Eiffel, el Big Ben de Londres, y ¡hasta el Colón de Barcelona! Hay varios edificios por cada país que hay en la Unión Europea. De España hay los molinos de La Mancha, que por cierto, puedes pulsar un botón y empiezan a girar, la catedral se Santiago de Compostela, Colón y el Maremagnum de Barcelona y la Plaza de Toros de la Maestranza de Sevilla, con torero y toro incluido, que al pulsar otro botón se escuchá "¡olé!". La verdad que es muy gracioso. También se puede ver un aeropuerto con un concord y un boeing y los barcos en el canal de la mancha, entre Fracia e Inglaterra. Os recomiendo que no os lo perdáis. Al final del recorrido hay una sala con máquinas con juegos interactivos sobre la historia de la Unión Europea, cómo se formó, qué año fue entrando cada país,etc. y al final del todo había una pantalla gigantesca y dos marcas en el suelo dibujadas. Javi y yo nos pusimos cada uno en nuestras marcas y empezó un juego en el que caían un montón de monedas de euros que teníamos que meter cada uno en su cesta. Debía tener un sensor de movimiento porque jugábamos como en el Eye Toy, moviendo las manos en el aire. El ganador fue Javi. Ya a la salida fuimos a dar a un Quick y aprovechamos para llenar nuestros estómagos.
Después de esto cogimos el coche de nuevo y dimos varias vueltas por la zona del Atomiun, que está llena de grandes y cuidados parques. Nos llamó la atención una torre japonesa. En la guí ponía que había un jardín japonés, la torre y una pagoda con una exposición de porcelana china en el interior. Le hicimos una foto por fuera pero no entramos. No nos interesaba.

Nos ponemos en marcha hacia Luxemburgo y en unas dos horas llegamos. Esta vez el hotel no es un Ibis, sino un Novotel pero el precio es muy bueno, aunque está a unos 7 km del centro. Es bastante lujoso y la cama es enooooorme. Lo primero que hacemos es echarnos y veo a Javi allí a lo lejos. Nos parece que aquí pueden dormir perfectamente 4 personas sin tocarse. La ciudad tiene poco que ver así que decidimos descansar un rato. Sobre las 5 de la tarde llegamos a la capital. Enseguida vemos la oficina de turismo y empleamos la misma rutina de siempre: entrar para que nos den un mapa para saber dónde están los puntos de interés. Los pocos museos que hay están cerrados, al igual que el palacio ducal, donde viven los reyes, pero creo que el palacio se puede visitar según qué días. En realidad a penas hay gente, ni tiendas, pero a los pocos que vemos se nota que su poder adquisitivo es mayor que el nuestro. Sólo hay que ver los coches que hay aparcados en la calle. Pasamos la tarde paseando plácidamente. Sigue haciendo buen tiempo. Cuando ya anochece pasamos cerca de una pizzeria la cual hace pizzas para llevar y cogemos un par para degustarlas en el hotel.




Después de cenar, nos duchamos, nos relajamos un rato y decidimos bajar al bar del hotel. Hoy toca otra vez cubata gratis. Esto cada vez nos gusta más. Y entonces nos ocurrió una anécdota, a nuesta manera de ver, bastante divertida. Estábamos tomando nuestro coctel cuando cerca nuestro vemos una pareja cenando. Y nosotros "jolín ¡qué tarde cenan aquí!" pensábamos que por lo menos eran las 11 y media. Cuál fue nuestra sorpresa cuando nos da por mirar el reloj y vemos que sólo son las 9:45. ¡Madre mía, somos unos putos guiris! ¿Entonces a qué hora hemos cenado? Ya en la habitación Javi me pregunta: "¿Mañana a dónde vamos?" "No sé, ¿a Alemania?" le digo "¿Vamos a Berlín?" dice él. "Sólo está a 800 km". Ya, ya sé que no está a tiro de piedra, pero bueno, al final nos liamos la manta a la cabeza que se dice. Berlín allá vamos.



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