viernes, 12 de febrero de 2010

BERLIN Y MUNICH

13 DE AGOSTO DE 2007

Empezamos nuestro viaje a Alemania, pensando en si serán ciertas las leyendas urbanas que se cuentan como la velocidad ilimitada, las carreteras de un montón de carriles, etc. La verdad es que no vemos ninguna autopista que tenga más de tres carriles, pero son rectas como nada y en buenísimo estado. Y lo mejor: ¡gratis! y enseguida confirmamos lo de la velocidad ilimitada. Al pasar cerca de alguna ciudad limitan la velocidad creo que a 120, aunque no lo recuerdo. Pero después cuando te alejas de la ciudad, pone fin de limitaciones y ala a volar. Enseguida empezamos a ver cómo las gastan los alemanes: cochazos todos. Mercedes, Audis, Q 7, BMW,...y todos a más de 200, incluso diría que a más de 220. Nosotros vamos a 200 y nos hacen luces para que nos apartemos. Por lo visto somos los lentorros de la carretera. Yo prefiero no mirar el cuentakilómetros. No tengo sensación de velocidad pero no puedo evitar pensar en las posibles consecuencias. Intento concentrarme en la guía de Berlín. A ver qué hay de interesante por allí.

Con esas velocidades es de esperar que tardemos poco más de cinco horas en hacer los 800 km que hay entre Luxemburgo capital y la capital alemana. Con el GPS seguimos las indicaciones para llegar al Ibis, esta vez a 7 km del centro, al lado de la autopista, pero no lo vemos. Damos un par de vueltas y nada. A lo lejos vemos un Etap y preguntamos. Como nos sirve igual y además es más barato, pues perfecto. Además hay sitio, así que nos instalamos, comemos algo y nos disponemos a descubrir la ciudad berlinesa.

Aparcamos en un parking, no muy lejos del Check Point Charlie, el puesto fronterizo que separaba la zona americana de la zona soviética en la época en la que el muro aislaba Berlín del resto del mundo. No recuerdo el precio de la hora pero nos sorprende porque es muchísimo más barato que en Barcelona. La verdad es que a Barcelona ya casi ni se puede ir en coche. Empezamos a andar por una calle que debe ser la equivalente a los Campos Elíseos en París porque están todas las tiendas de ropa de glamour: Chanel, Massimo Duti, Prada, etc. Y entonces nos damos de bruces con ella, tan majestuosa, impasible al paso del tiempo. Estoy hablando, como no del emblema de la ciudad, la Puerta de Brandemburgo. Hacemos unas cuantas fotos, la admiramos desde varios ángulos y pasamos a través de ella. Empieza a llover, aunque no mucho por suerte. Es la segunda vez que tenemos que sacar el paraguas, la primera fue en París, el día que subimos a la Torre Eiffel.

Cerca de la Puerta de Brandemburgo se halla el Reichstag, la sede del Parlamento Alemán. Delante tiene un verde y hermoso prado. Se pueden visitar las salas donde se hacen los plenos pero tienen horarios restringidos. Sin embargo, la cúpula de cristal que hay arriba del todo se puede visitar durante todo el día totalmente gratis, así que nos animamos a hacer la cola. Al poco rato ya estamos subiendo al ascensor que nos llevará a la cúpula, previo paso por el detector de metales. Está guapo pasear por allí arriba, se ve la planta de abajo del edificio y la cúpula justo encima de nosotros. También hay una terraza a la cual se puede salir donde se ve una buena vista de la Puerta de Brandemburgo, Después de esto nos encaminamos por la avenida 17 de junio, con frondosos parques a ambos lados. Ya ha salido el sol y hace bastante calor.
Encontramos el memorial soviético y dos tanques, varias esculturas,...Esta avenida es muy larga, menuda caminata nos estamos dando. Al final damos con la columna de la victoria, una columna dorada que hay en medio de la rotonda y por donde se suele celebrar el Hit Parade, el festibal de música electrónica que se hace cada año en Berlín en verano. Os explico la breve historia de la columna: se construyó a finales de del siglo XIX por la victoria en la Guerra de los Ducados, la Guerra Franco-Prusiana y la Guerra de las Siete Semanas, aunque su emplazamiento era delante del Reichstag. Después los nazis la situaron en su sitio actual.

Después de hacer varias fotos por el lugar dimos la vuelta y avanzamos hacia la Puerta de Brandemburgo de nuevo. Esta vez el camino se nos hizo más largo, ya estábamos algo cansados y deshidratados. Hace muchísimo calor. Al llegar a la Puerta, compramos algunos recuerdos y decidimos coger el coche para visitar el Estadio Olímpico. Está cerrado, pero vemos los alrededores y Javi adquiere una bufanda para su colección, la del Hertha de Berlín, claro. Ya ha caído la noche. ¿Algo tendremos que cenar no? Cogemos el coche y nos vamos hacia el centro de nuevo. Aparcamos en una calle poco céntrica al lado de una pizzería y nos tomamos una rica pizza.
Como anécdota os contaré que la carta está solo en alemán. Hoy en día no sería mucho problema porque me defiendo con el idioma y además tengo un diccionario, pero en ese momento no se daban ninguna de las dos circunstancias. Así que yo, muy valiente, elegí mi pizza a dedo. Javi preguntó al camarero por varias, para asegurarse que los ingredientes le gustaban, aunque no entendía muy bien el inglés. Bueno pues mi pizza estaba deliciosa pero horrorosamente picante. Tenía la sensación de que si tosía o eruptaba, iba a sacar una llamarada comparada a la del dragón de Sant Jordi. Fui incapaz de terminarla.

Después de esto ya nos encaminamos al hotel. ¿Y sabéis qué vimos en medio de la ciudad? Un zorro. Sí, el típico zorro marrón con la punta de la cola blanca. En medio de la ciudad, como os lo cuento. Al principio nos pareció un perro, pero no, no, nos fijamos mejor ya la luz de las farolas lo vimos bien. ¿Y qué está haciendo aquí? Poco tiempo después vi un reportaje en el cual decían que era muy habitual verlos, pero si no estás acostumbrado a cruzarte con estos animales resulta súper curioso, especialmente para nosotros, que amamos los animales.

14 DE AGOSTO DE 2007

Nuestra primera visita será el palacio de Charlottenburg. Es más barato que Versalles, a ver qué sorpresas nos brinda en su interior. ¿La decoración será parecida? A las 9 ya estamos plantados en la puerta y la cola es escasísima. Como no, yo elijo enseguida mi audioguía y empezamos la visita. Estamos solos haciendo el recorrido y es una auténtica gozada, sin el típico grupo de japoneses haciendo fotos a diestro y siniestro y sin tanta gente molestando y haciendo ruido. Esta vez nos podemos recrear en los cuadros, tapices, sofás, habitaciones. Hacemos un par de fotos, pero enseguida vienen a echarnos la bronca. Está prohibido hacer fotos y vídeos. ¡ Vaya fastidio! para una vez que podemos hacer fotos sin que salga gente...Bueno ajo y agua. Más tarde descubriríamos que sería la tónica en la mayoría de castillos y palacios europeos...Por dentro es muy parecido a Versalles, aunque tiene algún rasgo distintivo. Nos parece precioso y súper elegante. Es una pena que no podamos hacer fotos, aunque al final compraré unas postales del interior. Lo que más me llama la atención al final del recorrido es una mesa larguísima puesta como si se fuera a celebrar un banquete en ese momento. No falta ni un detalle. Es muy curioso, sabiendo además que todos los objetos que hay son súper antiguos; aunque eso sí, de plata maciza, oro macizo,... Seguro que con uno de esos ya tenemos media vida solucionada...



El palacio también tiene su jardín, muy bonito también con un gran estanque en medio, aunque es una centésima parte de lo que sería el jardín de Versalles, y mucho menos hermoso. Éste se puede recorrer a pie. Hoy también hace un día precioso y...un calor sofocante. Hay dos edificios que visitar en el jardín: uno es el palacio Belvedere, que expone una colección de porcelana y en ese momento está cerrado, y el mausoleo, donde están los sarcófagos de algunos de los káiseres. Éste útlimo sí está abierto y podemos admirar las esculturas de los emperadores.



Después de visitar el palacio nos vamos al Museo de Historia Natural. La verdad que estábamos entre visitar eso y el Checkpoint Charlie, donde se expone todo lo relacionado con este famoso paso fronterizo, y algunas de las historias de la gente que intentó o logró cruzar el muro; pero al final nos decidimos por el primero porque expone unos esqueletos a tamaño natural de dinosaurios y a Javi le hacía ilusión. Yo también quería verlo. Aquí la cola ya no fue tan placentera. Era tarde y claro, estaba abarrotado. Para colmo era en pleno sol y había bastantes avispas revoloteando y yo pues super nerviosa porque me da miedo de que me piquen, aunque nunca me ha picado ninguna. No recuerdo el precio de la entrada pero no era caro y el museo es enorme. Si te lo quieres mirar con calma, necesitas unas cuatro horas más o menos. Nosotros lo vimos en poco más de dos horas, había demasiada gente y no te podías detener mucho. Tiene tres plantas. La planta principal es donde se encuentran los esqueletos de los dinosaurios y un montón de fósiles. Impresiona mucho ver los esqueletos y hacerte una idea de cómo eran estos animales. Encontrárselos por el bosque dando un paseíto debía ser una pasada. Valió la pena sólo por eso, pero aún habían muchas más sorpresas por descubrir. Después, en la segunda planta, se encuentran casi todos, sino todos los animales del mundo. Primero está el apartado de mariposas e insectos, con un montón de ejemplares disecados cogidos con un alfiler. Hay cientos y algunos muy curiosos...Y asquerosos. Aunque tengo que reconocer que es una pena que hayan tenido que morir simplemente para adornar un museo.
A continuación hay muchísimas vitrinas con aves, peces y animales de pequeño y medio tamaño. Me pregunto si están disecados o bien se han construido de manera sintética. Espero que sea lo segundo pero lo cierto es que parecen de verdad. En último lugar están los animales de gran tamaño, puestos a la izquierda y derecha de dos grandes pasillos pero sin vitrinas.En la última planta está todo lo relacionado con la geología, los planetas, los terremotos, como se creó el planeta, la prehistoria, etc. El museo nos ha encantado. Ahora ya son más de las dos y nuestro estómago está rugiendo ávido de alimentos. Cogemos el coche y nos encaminamos hacia Alexander Platz donde está la fuente de Neptuno y el Ayuntamiento Rojo. También se encuentra cerca la torre de la televisión, a la cual se puede subir para contemplar Berlín desde las alturas. Nosotros no subimos. En ese momento encontramos un turco y decidimos comer algo. Esta vez hay fotos de las comidas, y aunque todo vuelve a estar en alemán, tengo más suerte, porque está buenísimo y no pica. Cuando ya hemos satisfecho nuestras necesidades nutricionales, caminamos por la Alexander Platz y hacemos foto a la fuente y al ayuntamiento mientras tomamos un refrescante helado, que falta nos hace.











Ahora toca ir hacia la isla de los museos. Como su nombre indica están la mayoría de los museos allí y el emplazamiento es muy bonito, lleno de parques y tal. Se le llama isla porque hay un río (no recuerdo el nombre) que la aisla. Ya hemos visto bastantes museos por hoy y los dejaremos para otra ocasión, aunque a mí me hubiera gustado visitar el egipcio. Cerca de la catedral hay varios puestos ambulantes de gorras y artículos soviéticos, que nos llaman la atención. Ahora ya son las 5 de la tarde y hemos pensado en visitar dos zonas a las afueras de Berlín: la Ciudadela de Spandau y la isla de Pfaueninsel (Isla del Pavo Real, que es mucho más fácil). Primero vamos a la Ciudadela. Es una especie de pequeña fortificación en una isla en medio del río Havel y tiene una pequeña zona peatonal para caminar. Hay poco ambiente, bueno, la verdad que está todo bastante muerto. No hay ninguna taquilla, ni vemos que nadie cobre entrada, así que entramos gratis qué se le va a hacer,...En la guía pone que hay un pequeño museo de armería y otro más pero parece que están cerrados. Da igual, damos un paseo por el patio y los alrededores y nos tomamos algo. Se está maravillosamente bien aquí. Ay, qué ricas vacaciones...


Después de esto, tomamos rumbo a la Isla del Pavo Real. Para acceder a ella nos debemos desviar por un camino. Nos quedamos sin palabras al ver el bellísimo paisaje que se extiende ante nosotros. Es increíble que un bosque así se halle a tan poquísimos kilómetros de una ciudad tan grande como Berlín. Aparcamos el coche en el parking, gratis también, así da gusto y miramos en un panel los recorridos que se pueden hacer. Hay decenas de sendas para hacer a pie o en bici. Paseamos un rato y vemos el lago con una pequeña taquilla y un embarcadero desde donde salen los barcos para ir a la isla. Le pregunto al hombre de la taquilla en inglés cuánto cuesta un viaje y me comenta que 2 € ida y vuelta. Está tirao, así que compramos los pasajes y en nada ya tenemos el barco ahí. Es grande, aunque muy raro. Caben incluso coches. Hay bancos para sentarse y poco más. Nos preguntamos cuánto tardaría el trayecto, pero lo descubrimos en seguida: unos...¿5 minutos? el recorrido son apenas 200 metros. Cuando lo vemos Javi y yo nos morimos de la risa. Normal que sea tan barato. ¡Pero si podríamos haber ido nadando! y no creais que nos hubiera importado porque la verdad es que apetecía un chapuzón. Cuando bajamos del barco empezamos a caminar. Es todo precioso, alucinamos. Hay una pequeña casa con un jardín y entonces descubrimos otro zorro como el que vimos la noche anterior. Se acerca a nosotros pero luego se aleja. Provechamos para hacer un reportaje fotográfico que ni Félix Rodríguez de la Fuente. El pobre animal huye despavorido. Nos sentamos en la hierba a aspirar su aroma y a disfrutar de unos minutos de paz. Hay algo de gente pero están todos bastante desperdigados, casi se podría decir que estamos solos. El crepúsculo nos sorprende y decidimos emprender el taaan largo viaje de vuelta. Otro día maravilloso ha terminado. Esta noche cenaremos con nuestras provisiones.


Nuestro próximo destino es Munich, así se lo hacemos saber a nuestro querido GPS.
15 DE AGOSTO DE 2007


Nos levantamos tempranito por la mañana una vez más. Después de casi dos semanas de tute, a veces no sabes ni en qué ciudad estás cuando te despiertas, aunque enseguida vuelves a la realidad. Y aunque tienes mucho sueño, tu cuerpo ya se ha acostumbrado al cansancio, lo cual te levantas mejor los primeros días. Partimos hacia Munich. Por suerte el buen tiempo nos sigue acompañanado. Después de algunos kilómetros más, se acaba la limitación de velocidad y el coche vuela, pero más vuelan los coches de los autóctonos, que nos siguen haciendo luces para que nos apartemos. Aproximadamente 600 km separan Berlín de Munich. Una está en el norte y la otra en el sur. Sobre las 12:30 llegamos. Hay sitio en el hotel de nuevo, qué bien. Nos instalamos y comemos algo. Este hotel está como el de Berlín, al lado de la autopista y debemos coger el coche para ir a la capital bávara, aunque está a pocos kilómetros.



Aparcamos por el centro en un sitio que no hay zona azul (esto es casi imposible en Barcelona y nos sorprende gratamente) y empezamos a inspeccionar la ciudad. Lo que no sabíamos es que hoy, 15 de agosto, es fiesta en media europa. Así que la oficina de turismo está cerrada. Como no teníamos previsto acabar aquí no tenemos ningún tipo de información sobre lo que hay para ver ni tenemos ningún mapa para poder orientarnos, así que vamos dando tumbos por la ciudad. Esperamos no perdernos. Hace un calor horrible, tanto o más que en París. Vemos los Jardines del Inglés, un hermoso y verde parque donde la gente hace picnics, pasea, toma el sol o simplemente descansa. Seguimos avanzando y ya nos adentramos en el casco antiguo de la ciudad, paseamos a través de él y aprovechamos para entrar en los muchos establecimientos de souvenirs, que para alegría nuestra, están abiertos a pesar de ser fiesta. Compramos un montón de recuerdos, y entre ellos varias cosas del Bayern de Munich, claro. Debe haber partido hoy porque hay muchísima gente vestida con la camiseta, bufanda, etc. Entonces nos enteramos de que el Barça va ajugar un partido amistoso hoy aquí (qué casualidad, también, y teniendo en cuenta que yo soy del Madrid, pues como que no me hace gracia, pero Javi es culé, así que está encantado). Como no sabemos qué hacer, decidimos ir al estadio olímpico, tristemente famoso por las olimpiadas de 1972, cuando hubo un atentado terrorista palestino contra el equipo de atletismo israelí.

La zona de alrededor del estadio está muy cuidada y bonita. Hacemos unas fotos, aunque está cerrado. Descubrimos cerca una explanada donde han montado una pequeña Oktoberfest. Sabemos que es en septiembre, pero la gente debe estar entrenando para la ocasión. Hay unos cuantos sitios con bancos de madera al aire libre donde se sirve cerveza pero también otros tipos de bebidas, varios tipos de salchicas y el Pretzel, un enorme pan salado en forma de lazo. La gente va vestida con el típico vestido bávaro, las mujeres con el Dirndl y los hombres con el Lederhose. Decidimos probar alguna cosa y empaparnos un poco del alegre ambiente, aunque a nosotros no nos gusta la cerveza. No la probamos pero tanto el pan como las salchichas están riquísimas y acompañadas de una coca-cola fresquita ni os cuento...

Después decidimos ver el Allianz Arena, el estadio del Bayern de Munich, que se encuentra a las afueras de la ciudad. Está súper bien indicado y es muy fácil de encontrar, pero nuestro GPS también lo encuentra. Dentro hay un parking gigantesco, aparcamos ahí. Es de pago pero es barato. Comenzamos a caminar hacia el estadio y en frente encontramos un tenderete con bufandas, tanto el Bayern como del Munich 1860, que juega en segunda. Javi no duda un segundo en adquirirlas. Le preguntamos al tendero a qué hora juega el Barça y nos dice que el partido acaba de terminar. Han ganado los catalanes con un gol de Messi. Estamos de suerte, a ver si conseguimos entrar en el estadio y hacer algunas fotos. El hombre habla un poco de castellano y cuando nos pregunta de dónde somos y le contestamos que de Barcelona, nos dice que la ciudad le encanta, que ha estado una vez y desea volver pronto. También ha estado en Mallorca y Lloret, qué típico de los guiris...Bueno pues la gente empieza a abandonar el estadio y nosotros vamos contramarea. Hay muchísima gente, se ve que el campo estaba lleno hasta los topes y nos cuesta mucho avanzar. Al final llegamos a la entrada, hay policía, pero aunque nos cruzamos con ellos ni nos miran, y como nadie nos pide explicaciones, nos colamos dentro. Simplemente queremos hacer unas pocas fotos y ver el estadio por dentro, si nos dicen algo, se lo explicaremos amablemente y ya está. Con todo lo guapo y original que es por fuera, por dentro es de lo más normalito. Incluso lo encontramos pequeño. Pero da igual, hacemos unas cuantas fotos del cesped, gradas y tal y conocemos a un grupo de vascos con la camiseta del Atlethic de Bilbao. Son muy simpáticos. Les hacemos unas fotos y luego le pedimos que nos hagan un par, ya que apenas tenemos fotos juntos. Hablamos con ellos un poco, mañana parten hacia Berlín. Les aconsejamos ir a Pfaueninsel y algún sitio más y nos despedimos.

Empieza a caer la noche y encienden el estadio por fuera. Nos quedamos hasta que se hace de noche completamente para sacar fotos del estadio completamente iluminado y es una pasada. Según el día las luces son rojas, azules o blancas. Hoy toca rojas, aunque Javi dice que la mejor combinación sería roja y azul, blaugrana, como no. Yo me río y le digo que ni hablar.

Cogemos el coche y volvemos a ir entrar en Munich. Pasamos por un sitio donde hay varios restaurantes y intentamos buscar un sitio para cenar. Encontramos otra pizzería con muy buena pinta y decidimos entrar. Las pizzas son gigantescas y buenísimas, y nada caras, al contrario. Nos llama la atención que el restaurante es bastante elegante, aunque hay gente de todas las nacionalidades y de música tienen puesto los Chichos. Qué curioso, tener que venir hasta aquí para escucharlos, nosotros que no lo hacemos ni en España. Ahora ya toca dormir, que estamos hechos polvo.

16 DE AGOSTO DE 2007

Hoy, que es nuestro último día en Munich, llueve a mares y no veas cóm ha bajado la temperatura, de 34º ayer a hoy sólo 14. Hace frío y tenemos que llevar manga larga. Hoy sí que está abierta la oficina de turismo, que está situada justo en el antiguo ayuntamiento. La chica también habla español, y me vende una guía de Munich por 5 €. Está muy bien porque nos da un itinerario a lo largo del casco antiguo de forma que lo recorremos entero y también nos habla de los alrededores de la ciudad. Empezamos a hacer el recorrido, el cual dura bastantes horas, porque nos vamos deteniendo a cada momento a mirar los monumentos y a hacer fotos. También pasamos por Marienplatz donde hay un mercado de comida muy llamativo. En un puesto hacen zumos de varias frutas, nos pedimos uno y lo saboreamos está riquísimo. Por fin ha parado de llover. En la guía nos habla también de Dachau, el campo de concentración del que nos habló mi colega Ricard en Ámsterdam. Así que nos ponemos en rumbo hacia allí. Tenemos que darnos prisa porque son las 2 y pico y cierran a las 5 de la tarde.

Llegamos cuando queda poco para las 3. Hemos tenido la suerte de pillar un tractor delante nuestro al cual no podíamos adelantar y hemos tardado más de lo normal por este pequeño incidente. Aparcamos el coche en el parking, que es gratis. Empezamos a andar hacia la entrada a toda prisa. Hay bastante gente que entra y sale. Vemos una flecha hacia el lado contrario al que vamos que indica "audioguides", pero no tengo tiempo ahora de coger una audioguía, tal vez hay cola y me va a hacer perder tiempo, aunque luego me arrepiento de no haberlo hecho porque nos hubiera venido de perlas.
Sorprendentemente no hay que pagar ni un céntimo para entrar. Empezamos la visita. A la verja de la entrada podemos ver la inscripción típica que pone en todos los campos de concentración "ARBEIT MACHT FREI", es decir "EL TRABAJO HACE LIBRE". El campo es desolador, encima con el cielo plomizo y gris y el fresco que hace nos da una idea de cómo era la vida aquí. Vamos pasando a través de varios barracones donde se exponen fotos y explicaciones en alemán e inglés. Yo las voy leyendo y traduciendo a Javi, aunque las fotos son tan explícitas que casi no hace ni falta. Justo a la entrada del primer barracón hay un mapa donde sitúan todos los campos de concentración que habían en Alemania, Austria y Polonia. Yo pensaba que ya no existían, pero lo cierto es que existen casi todos, incluso el temible Auswitch. No los han querido derruir para que quede constancia de una historia que nunca jamás se ha de repetir.

Yo he leído bastante sobre campos de concentración, Auswitch especialmente y libros como la Lista de Shindler o otros donde hablan de lo cruenta que fue esta guerra y las horribles atrocidades que le hicieron a esa pobre gente, sin distinguir si eran niños, mujeres, hombres, ancianos, o si estaban enfermos o tenían alguna discapacidad. Simplemente eran seres inferiores y su vida no valía nada. Esto nos hace reflexionar y mucho sobre los límites de la crueldad humana, que a menudo parecen no tener fin. Horrorizados vamos visitando las habitaciones de los presos, donde hay un armario con el típico traje de rayas, ya descolorido por el paso del tiempo, las letrinas, las cámaras de gas que aquí nunca llegaron a utilizarse, por falta de tiempo, no por otra razón, y los crematorios. Este sitio da mucho miedo y una angustia profunda. Vemos también varios artilugios que utilizaban para pegarles y más fotos y explicaciones donde detallan los horripilantes experimentos que hacían los doctores con los presos y demás torturas que tenían que soportar.





Cuando ya hemos recorrido todos los barracones, paseamos por el campo, tal y como nos indica el itinerario que he recogido a la entrada para visitar varios edificios que hay. Por un lado está la alambrada y las torres de control donde estaban los francotiradores, que disparaban cada vez que les daba la gana, sin necesidad de que hubiera una explicación lógica para ello. Y los crematorios. Hay también un paredón con una especie de canaleta y donde aún se pueden ver los agujeros de las balas. Nos enteramos de que aquí fusilaban a la gente, y que era tanta la sangre que se acumulaba al día, ya que mataban a cientos, a miles de persona al día, que construyeron esa canaleta para evacuar la sangre y que no se quedara estancada. También hay una pequeña capilla ortodoxa, que se construyó bastante después de la guerra, el memorial judío y algúno más que no recuerdo bien. Casi son las 5 y es la hora de abandonar el lugar, vaya a ser que no nos vean y nos quedemos aquí encerrados. Esto da miedo de día, imaginad de noche, que seguro que muchos de los espíritus atormentados vagan todavía por aquí buscando justicia. Sólo de pensarlo nos dan escalofríos.


Antes de abandonar el campo, pasamos por una pequeña tiendecita que hay en la entrada donde venden varias cosas, entre ellas libros. Compro un pequeño libro en castellano donde explica más o menos lo mismo que hay en las explicaciones en los murales, así nos lo podemos mirar con más tranquilidad y entender mejor lo que allí pasaba. Cuando nos sentamos en el coche estamos derrotados, no es solo el cansancio físico, sino el mental. Esto nos ha sobrepasado. No tenemos palabras para describir lo que esto nos ha inspirado, lo horrible que tuvo que ser la vida y la muerte aquí...Nos damos unos minutos de reflexión. Sobran las palabras. Como para alegrarnos un poco la tarde, sale el sol. Decidimos ir a comer algo, nos rugen los estómagos como leones porque no hemos tomado nada desde el desayuno. No hemos tenido tiempo.


Lo primero que vemos es un Burger King y entramos a ponernos las botas. Después vamos hacia otra parte de Munich, donde está el Parlamento y un edificio que alberga la piscina más antigua de Alemania. Paseamos por toda la zona y hacemos fotos al Parlamento por fuera. Aquí también hay mucho verde, qué agradable y más ahora que hace sol y vuelve a hacer calor. ¿Cómo pueden haber cambios tan bruscos de temperatura? A la piscina le hacemos una foto, pero solo al edificio. Sólo se puede acceder a ella con traje de baño y zapatillas, pero nosotros no llevamos, y aunque le explico a la señora de la entrada que simplemente quiero hacer una foto, ella me dice amablemente que esas son las normas y no me puede dejar pasar. Bueno pues nada, nos vamos.Mientras seguimos paseando por la zona se hace de noche, así que decidimos volver al hotel y cenar allí de lo que llevamos. Mañana ya empezamos el camino de vuelta y la tristeza se apodera de nosotros.














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