domingo, 5 de septiembre de 2010

MALTA 2010 CUARTO DIA

27 DE AGOSTO DE 2010


Según los folletos que cogí ayer a la vuelta de Gozo, los ferrys hacia Comino salen también desde Cirkewwa y de otros lugares. Para que fuera más fácil decidimos cogerlo desde ahí. El primer ferry salía a las 9:30 y nosotros fuimos de los primeros en llegar, ya que a las 9:10 estábamos esperando ya a que saliera el barco. Sale uno cada hora y el último es a las 4 de la tarde. A diferencia de Gozo, no se puede llevar el coche, ya que es una isla muy pequeña y está bastante preservada porque es una maravilla de la naturaleza. Por eso el barco es pequeño y el viaje cuesta 10 € ida y vuelta por persona que se paga antes de salir y no a la vuelta como en la otra isla. Cuando faltaba poco para zarpar apareció una mujer con un grupo de unos 15 críos de unos 8 años que venían todos armando follón y pensé que la travesía sería algo molesta, pero que va. La verdad es que los niños se portaron la mar de bien. El puerto es una maravilla de agua turquesa. Estoy acostumbrada a que la mayoría de los puertos que veo tienen un agua verdosa bastante sucia, la verdad pero este puerto era un sitio ideal para el baño. De hecho seguro que en pocos minutos habría gente nadando por allí, aunque hay que tener cuidado con los barcos.

De nuevo experimenté la sensación de libertad al sentir la brisa marina en mi cara mientras el barco avanzaba y podía aspirar el salado y agradable olor del mar. El increíble agua azul turquesa nos acompañó todo el rato y solo nos dejó unos momentos cuando estábamos a una profundidad tal que se volvió un poco más oscura. Sobre las 9:45 ya estábamos en Comino. Si la Gruta Azul me pareció impresionante y la Ventana Azul espectacular, la Laguna Azul de Comino me pareció una pasada. No existen palabras para describir lo increíble que es, eso solo pueden hacerlo las fotos. Ya mientras atraca el barco sientes un impulso irrefrenable de tirarte por la borda vestido con bolso y todo. Da igual porque aquello es el paraíso.



Como fuimos de los primeros no había casi nadie y era una gozada poder nadar en aquellas aguas transparentes y cristalinas en absoluta paz. Había una camioneta que era también chiringuito de hamburguesas y un chiringuito de artículos de playa en el que compramos unas gafas para bucear porque la ocasión lo requería. A mí me gustan las cuadradas, las mejores para bucear en la playa pero valían 10 €, así que preferí las de piscina por 6 €. Sí, un poco caras teniendo en cuenta que en los chinos no llega ni al euro, pero es que estas gafas son buenas de verdad. Y sombrillas y hamacas. Cientos de ellas. El problema de este maravilloso lugar es que está turísticamente sobreexplotado y da pena. Sólo hay un pequeño trozo de arena y el resto son todo rocas. Cuando llegamos nos pusimos en un sitio y nos fuimos directos al agua, pero en cuestión de pocos minutos no había ni un solo centímetro cuadrado en el que no hubiera una hamaca y una sombrilla. No hay sitio para poner las toallas, así te obligan sí o sí a coger una, pero de momento nosotros nos negamos. De todas formas no pensábamos salir del agua...



Justo delante de donde estábamos, había como una isla a la que solo se podía ir nadando. Hasta mitad de camino se podía hacer andando porque no cubría pero luego ya había que nadar un poco. Como es agua bastante salada tienes que nadar poco para mantenerte en el agua, por lo que casi ni te cansas. Luego había otro trozo que no cubría hasta la orilla. Todo el trayecto lo hice con las gafas obsevando la fauna marina llena de algas, pececillos de vivos colores e incluso medusas, aunque por suerte pocas y las esquivé. En esta pequeña playa había gente también pero no sé cómo habían llegado. Poca gente porque era pronto y además me pareció más tranquilo porque no habían hamacas. Había una pequeña cueva con salida al mar por los dos extremos y me adentré en ella para investigar un poco lo que había; después volví al lugar donde teníamos las toallas. En pocos minutos pude constatar que la playa de enfrente hasta hacía poco casi desierta se hallaba abarrotada de hamacas y sombrillas que los implacables hombres no paraban de colocar. No cabía un alfiler aunque aún no había demasiada gente.



En el agua conocemos a tres malagueños: Rafa, Jose y Silvia y también a tres más: una chica de Valencia, otra de Zaragoza y un chico de Barcelona que lleva un año y medio viviendo en Malta. Le pregunto qué tal se vive ahí (tiene gracia que lo sepa de mano de un español y no de un maltés que sería lo más normal) y me dice que bien, pero que no hay mucha diferencia con España. Por lo visto el tema del trabajo está más o menos igual, pero lo veo normal porque es una isla pequeña y hay pocas opciones. De hecho no hay nada. No como en España...A lo que más se dedica la gente es a servicios, turismo y las casas de apuestas por Internet, que curiosamente es uno de los pocos países en los que están permitidas. Se ve que mucha gente trabaja en eso asesorando a los apostantes, canalizando las inversiones y demás. Con ellos hablamos poco rato porque cuando empiezan a ver la manada de gente que comienza a invadir la isla y los barcos, cada vez más grandes (no lo entiendo) que traen a cientos de personas, se marchan; nos dicen que anoche se quedaron a dormir en otra playa con una tienda de campaña y que de noche está todo infestado de ratas. ¡Qué horror! no quiero ni imaginármelo.



En cambio, con Jose y Rafa nos tiramos casi las 6 horas que estuvimos allí hablando con ellos. También habían viajado mucho y habían estado en muchos sitios en los que nosotros también habíamos estado y la conversación giró todo el rato en torno a eso: los viajes. Aunque también hablamos de otras cosas, de España en general, pero no tano. Jose estuvo 6 años antes en Malta y flipaba con los cambios y lo explotado que estaba todo cuando antes era prácticamente virgen. Nos contaron que Sivia, la amiga que les acompañaba hace un par de años se cogió un año sabático y se dedicó a recorrer Tailandia, Nepal, Vietnam,...Ella sola. Qué valiente, pero cómo me gustaría poder hacer lo mismo. Con Javi, por supuesto, no soy nada sin él. Sobre la 1 me comí los bocadillos que nos habíamos traído. En Comino hay un hotel que también es restaurante, pero como no sabíamos si iba a haber sitio o si era caro (que no lo creo) preferimos hacernos unos sandwiches de pan bimbo en el hotel. Nos fue muy bien porque ahorramos dinero pero en realidad no nos hubiera hecho tanta falta porque había un montón de chiringuitos donde elegir. Después de comer le dije a Javi que iba a inspeccionar la isla y me fui yo sola. Me di cuenta que al lado del chiringuito que vi por la mañana, habían llegado cinco más y se habían puesto al lado. Había comida de todo tipo: hamburguesas, kebaps, ensaladas, frutas, helados,...Vamos que tenías donde elegir. Y un poco más adelante había un cartel donde indicaba para ir a los lavabos. Caminé durante bastante rato por un camino polvoriento en medio de la desértica isla. Un poco más adelante vi un cartel que indicaba para abajo hacia una tienda de artesanía. Cuando ya había andado un rato decidí darme la vuelta. Pretendía darle la vuelta a la isla (y no es muy difícil sabiendo que mide unos 2 km de largo) y ver las otras playas que marcaba el mapa y que seguro que iban a estar muchísimo más tranquilas. Porque a aquellas horas la Laguna Azul era un hervidero. Parecía el metro en hora punta, no se cabía. Afortunadamente, en la zona que nos habíamos puesto nosotros, al estar más alejada no había tanta gente y se estaba la mar de bien.



Pero el calor apretaba de lo lindo y el camino era muy solitario y me di la vuelta, no vaya a ser que me pasara algo, porque nadie se enteraría. De vuelta vi una cala preciosa al otro lado del embarcadero donde el barco nos dejó. Tuve que hacer un poco de último superviviente (pero sin comer bichos, dios que asco) para poder bajar y casi me mato, pero valió la pena, porque solo habían, aparte de mí 4 personas más. Estuve nadando un buen rato y decidí volver ya porque Javi se iba a preocupar. Creo que estuve casi una hora fuera. Volví a través del agua y así el camino se hizo mucho más ameno. Cuando llegué Javi me preguntó dónde me había metido. Le dije de irnos a otra parte de la isla y de ver las otras playas pero no le apetecía. Tampoco era ninguna tragedia quedarse allí. Sobre las 2 y pico nos despedimos de los malagueños y nos encaminamos al embarcadero para coger el barco de vuelta, que venía sobre las 2 y media, aunque el último salía a las 6. Nos daba mucha pena abandonar el lugar y de verdad que lo disfrutamos al máximo. Miré durante largo rato el agua turquesa para grabarlo en mi memoria y que no se me olvidara jamás. De las casi 6 horas que estuvimos, 5 las pasamos dentro del agua y la hora que no, estuvo repartida por intervalos. Nunca nos pasamos más de 15 minutos sin pisar el agua. Tenéis que ir. Es lo que más recomiendo de toda Malta. Pero queríamos aprovechar para ir a algunos sitios de Malta. Esperamos un rato y el barco tardó más de lo previsto. Vino un poco antes de las 3 y con la gente que había pensamos que no cabríamos, pero la gente cogía otros barcos.

















Para volver también estuvo bien porque a la vuelta el barco nos hizo una pequeña excursión por la parte de detrás de Comino, que tiene un montón de pequeñas entradas y cuevas parecidas a la Gruta Azul. Desde luego, la Laguna Azul es la mejor playa que he visto en mi vida hasta ahora. Sin ninguna duda. Para Javi también. Cuando llegamos a Cirkewwa, cogimos el coche para ir a la Golden Bay, una playa famosa que también recomienda la guía. Tardamos un poco en llegar, y eso que no está lejos, pero las indicaciones...Ya se sabe. Aparcamos en un parking con pinta de que después venga un gorrilla y caminamos un poco para ver las vistas, que son impresionantes. Hay tres playas relativamente juntas: la Golden Bay, la Ghaj Tuffieha y la Gnejna Bay. Están muy abajo y la Golden Bay nos queda muy lejos, así que decidimos ir a la Ghaj Tuffieha que queda en medio, y por tanto es la que está más cerca, aunque la mejor es la Golden Bay porque sus aguas son más azules. Pero las tres son bonitas. Para descender a la playa que queremos ir tenemos que bajar infinidad de escalones. Ahora muy bien, pero ya veremos la vuelta... Esta playa, al igual que las demás, es de arena y para llegar a un sitio que cubra tienes que andar kilómetros, por lo que al final, te cansas y prefieres agacharte para que te cubra y ya está.



Después de bañarnos un rato, Javi dice de ir a la Peter's Pool por última vez. Yo, aunque me encanta, preferiría ir a otra playa, más que nada por ver alguna nueva, pero no me puedo negar, así que nos vamos. Tenemos el mismo problema con la arena que en Ramla Bay: no hay manera de quitársela. Nos la quitamos como podemos y pensamos que ya nos la quitaremos bien en Peter's. Se me había olvidado daros un consejo: si hacéis como nosotros, que llevamos el bañador puesto todo el día y vamos haciendo ruta, dándonos baños aquí y allí os recomiendo que llevéis bañador de repuesto porque ya puedes quedarte mil horas al sol que no se secan ni p'atrás. Y aunque he de reconocer que refresca, acaba siendo desagradable. Sobretodo para nosotras, las chicas, que esto nos puede producir infecciones con tanta humedad tanto rato. Es una buena hora para llegar a Peter's porque la gente se está empezando a ir. Son ya más de las cinco y media, así que de coña, más sitio para nosotros. Aunque aún hay gente. Allí se está de maravilla, pero lo mejor es ir al medio día, porque a esas horas el sol está de tal manera, que no se aprecia el bonito color del agua y ésta se ve más oscura. Buceo un rato con las gafas y se ve bien, pero falta visibilidad, sería mucho mejor si fuera más temprano.



Ángel vuelve a mandarnos un mensaje pero no nos va a dar tiempo de quedar, porque él además esa noche tiene cena con sus compañeros de la casa. Sobre las 7 nos vamos. Los malagueños nos han recomendado un restaurante en Bugibba para cenar, y dado que es nuestra última noche, lo queremos que sea especial o como mínimo, diferente. Al llegar hotel, Javi se da su último baño en la piscina, mientras yo empiezo a organizar la maleta. Hemos comprado algunas cosas y, aunque le daré algunas cosas mías a él, no podré meterla en el avión. Tendré que facturarla y pagar los 40 € que me piden por ello, que no sabéis lo que me duele. Después me ducho. Sobre las 8 y media bajamos hacia donde está el restaurante, muy cerca del Mcdonalds donde comimos el primer día. A unas tres calles por debajo del hotel empieza la marcha. Hay bares, restaurantes, pubs y un montón de souvenirs que, sorprendentemente, dado los horarios que se llevan aquí, están abiertos. Damos un buen paseo por la zona. A mí me hubiera gustado bajar las otras noches, pero Javi estaba muy cansado y me sabía mal. Además pensaba que había que ir en coche y con lo que costaba aparcar, la verdad luego daba mucho palo. Sobre las 9:30 llegamos al restaurante. Jose me recomendó el surtido de brusketas y pedí eso de primero y de segundo una ensalada de sandía, mozarella, jamón serrano (sí, en la carta ponía "serrano ham"), cebolla y tomate, entre otras cosas. Me hubiera gustado pedirme otra cosa, sobretodo algo de carne, pero viendo lo grande que eran los platos, decidí que mejor no, porque iba a ser demasiado.




Javi se decantó por unas costillas de cerdo con miel caramelizada por encima y patatas fritas. Me dio dos veces a probar la carne, que estaba muy buena, aunque algo seca para nuestro gusto. El surtido de brusktas me decepcionó. No eran como las de los demás restaurantes, sino que las pusieron en panecillos pequeños, de los de bolsa. Una tenía jamón serrano y queso, otra era la típica, otra de alcachofas y vinagre de Módena y otra con carne de cangrejo y queso. Hay que decir que el jamón me sorprendió gratamente porque pensé que sería malo, y resultó ser bastante bueno. Las brusketas iban acompañadas de lechuga y guacamole. La comida con dos bebidas por persona, nos salió a 33 €, que también está muy bien. El postre preferimos tomarlo en alguna de las heladerías que habíamos visto por la zona. Había también una concentración de Mitsubishis deportivos muy guapos. Cuando salimos del restaurante, que eran casi las 11, las tiendas aún seguían abiertas y pasamos otro buen rato mirándolas. Después nos tomamos un helado y ya volvimos al hotel, sobre las 11:30 para dormir.


Y nada, ya se acabaron las vacaciones en Malta. Cuatro apasionantes días que transcurrieron a la velocidad de la luz. Pero qué bien estuvimos, cuánto nos ha gustado. Es precioso. Volveremos. Y ahora con la nostalgia del buen tiempo pasado, toca otra vez la monotonía la vuelta a las preocupaciones, los problemas, el trabajo,...A ver si yo encuentro algo ya. Mientras, nos contentaremos con soñar cuál será nuestro próximo viaje.

1 comentario:

  1. Hola Olga, hemos puesto un enlace a tu último post sobre Malta en nuestra comunidad de Facebook (Viajar a Malta) para compartirlo con todos los seguidores de nuestras islas. Nos gustaría publicar un post tuyo en nuestro blog, donde nos contáseis personalmente cuáles fueron las cosas que más os gustaron u os llamaron la atención. Puedes contactar con nosotros en descubremalta@gmail.com. Un saludo para ambos.

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