domingo, 5 de septiembre de 2010

MALTA 2010 TERCER DIA

26 DE AGOSTO DE 2010



A las 8:40 ya estamos en la cola para coger el ferry hacia la isla de Gozo. El ferry se coge en la población de Cirkewa, el punto más al norte de la isla de Malta, aunque me parece que se puede coger desde otros puntos de la isla. Desde aquí es la distancia más corta, por lo tanto vale la pena cogerlo desde aquí. Los horarios se pueden consultar en internet. Sobre las 9 empezamos a embarcar y a y cuarto ya zarpamos. Lo bueno de la compañía de ferrys de Gozo es que hay uno cada tres cuartos de hora prácticamente las 24 horas del día tanto para ir como para volver. ¡ Aprended Jadrolinias de Croacia! El viaje se paga a la vuelta. Lo primero que me hace gracia es que dispone de cafetería y quiosco. Pasamos de la cafetería porque imaginamos que nos clavarán y miramos el kiosko que está lleno de revistas y periódicos en inglés, y algunos en otras lenguas. Lo único que encontramos en español es el diario El País. Hay un montón de guías y libros sobre Malta y lo que me llama mucho la atención es que hay también guías para Amsterdam, que la verdad no sé que pinta ahí. El trayecto dura unos 20 minutos que se hacen de lo más agradable, ya que cogemos uno de los pocos asientos con sombra y nos beneficiamos de la brisa porque en el sol es imposible estar.





En seguida desembarcamos en Gozo y salimos del pequeño puerto, que me recuerda mucho al de Korcula en Croacia. Es gracioso pero el estado de las carreteras es mejor en Gozo que en Malta, y eso que es más pequeña (14 km de largo por 7 de ancho) y vive menos gente (80.000 personas). El monumento más famoso que tiene son las famosas piedras de Ggantija, pero también es interesante la capital, Rabat, llamada también Victoria en homenaje a la reina inglesa del mismo nombre, con su ciudadela, y por supuesto la Ventana Azul, además de otras cosas.






Nada más desembarcar vamos directos a San Lawrenz, el pueblo más cercano donde está situada la Ventana Azul, esperando que a esas horas no haya demasiada gente. Gozo, al igual que Malta brilla por la ausencia de vegetación. Al llegar dejamos el coche en un parking de tierra sin vigilancia porque más abajo vemos uno bastante lleno. Además ahí no hay que pagar. Descendemos la ligera pendiente que lleva hasta los acantilados para ver la Ventana. Sólo se me ocurre una palabra: espectacular. Es increíble como el viento, el tiempo, el agua y la erosión han esculpido la roca hasta convertirse en lo que es hoy. Los acantilados en los que está son muy abruptos y tienes que tener mucho cuidado al caminar por ellos porque si te caes te dejas las rodillas ahí. Nos acercamos al borde del acantilado para poder admirar las vistas del agua, cuyas olas empuja a chocar contra las rocas. Es el lugar de todo el país, (contando las tres islas) en el que la mar está más picada, claro que en todos los demás sitios está como un plato. Por eso precisamente no es un lugar adecuado para bañarse, aunque es muy bonito. Es peligroso porque las olas te empujarían hacia las rocas y te harías daño y no es accesible para bajar al agua. Pasamos bastante rato mirando la Ventana Azul desde varias perspectivas y paseando por los acantilados. Hay unas escaleras en un lado y vamos bajando poco a poco. Desde ahí se ve una piscina natural envuelta de rocas donde hay gente bañándose en una espectacular agua azul. Es tan tan profunda que se ven buzos haciendo submarinismo pero se les ve muy, muy abajo, y al ser el agua tan clara se divisa incluso desde muchos metros de profundidad. Tal y como esperábamos a esas horas no hay mucha gente pero empiezan a venir en manadas justo cuando nosotros empezamos a irnos.





Al volver hay varios puestos con cuadros de la zona. Algunos están muy bien de precio, pero no los podemos llevar en el avión, así que nos quedamos con las ganas de comprar uno. Compro postales en un puesto. Hay una en especial en la que la foto está hecha en un día de gran tormenta y es preciosa, con las olas rompiendo y ocupando todo el orificio de la Ventana. Cogemos el coche y nos vamos hacia Victoria, la capital. Yendo hacia la Ventana, hemos tenido que atravesarla y hemos visto un mercadillo, por lo que decidimos ir a mirar. El tema del aparcamiento está difícil y después de dar un par de vueltas vemos un cartel que pone "parking por 1,20 €", así que no nos lo pensamos dos veces y lo dejamos allí. Se nota que es un lugar turístico porque está llenito de souvenirs y recuerdos. Compramos varias cosas y pasamos un rato mirando los puestos. El calor que hace es horrible, me chorrean las piernas, la espalda y el canalillo como si me hubieran echado una jarra de agua por la cabeza. Javi está igual que yo o peor. Damos una vuelta por las tiendas y las calles de la ciudad, que es pequeña y tiene poca cosa. Veo a la venta un montón de cosas de lana muy gorda y no lo entiendo ¿quién compraría semejante prenda con la que cae? además dudo que eso se lo pongan incluso los días de más frío en invierno, porque el termómetro no suele bajar de los 12º. Al retirar el coche nadie nos pide dinero, por lo que al final hemos tenido suerte y nos ha salido gratis.




La pareja que conocimos el día anterior en la Peter's Pool, que vivían en Madrid, nos recomendaron la playa de San Blas. Ellos habían alquilado un barco para ir a Gozo (gente con obviamente otros poderes adquisitivos) y habían accedido con él, pero en coche se podía ir, bajando por un camino después. Nos encontramos con que hay aparcamiento, sí, pero para 3 coches y el nuestro no cabe. Empezamos a hacer maniobras para poder dar la vuelta y casi nos vamos por el precipicio. Desde el coche veo la playa y es muy bonita pero está muy lejos y encima el coche lo tenemos que dejar aún más arriba. Para bajar muy bien, pero cuando toque subir, con todo el calor nos va a dar algo, entonces pensamos que mejor nos vamos a otra playa. Decidimos probar con Ramla Bay, que la recomienda la guía. Aquí sí hay sitio para aparcar, también gratis, pero está atestado de coches. Imaginamos que la playa será como la Benidorm, que hay que pedir tanda para entrar. Ya por el camino a la playa nos preguntan unos chicos si queremos sombrilla y hamacas. Nosotros no queremos pero vemos que otra gente sí y por un módico precio que no sé cuál será ni quiero saberlo, se lo llevan ellos mismos y se lo instalan en la playa. Justo a la entrada de la misma hay varios chiringuitos con una gran oferta donde se puede comer de todo, tomar bebidas y helados, que hacen pasar el calor un poco mejor. La playa es de arena pero con muchas piedras pequeñas y grandes por todas partes. El color es de ocre, como la arena del desierto y el agua está limpia y clara, aunque no es tan azul como en la Peter's Pool o en otros sitios. Disfrutamos de un más que agradable baño, aunque el agua no está tan fría como nos gustaría. Para conseguir que te cubra has de andar muchísimo. También cuenta con servicio de socorrista. Pasamos allí una hora más o menos y nos vamos a comer a Xlendi, pero claro, hay un problema. La playa no tiene duchas y la humedad hace que no te seques ni por recomendación. Salimos con los pies llenos de arena mojada y la única manera de no poner el coche hecho una pocilga es regarlo con el poco agua de beber que nos queda (da igual ya compraremos una botella por ahí) y el resto con las toallas, que se quedan hechas una mierda las pobres.






Xlendi sale en la guía, y por lo visto es un pequeño pueblo de pescadores donde se como muy bien y que está sufriendo el auge del turismo. Aparcamos el coche otra vez gratis y damos una vuelta. El pueblo tiene una bonita salida al mar y está muy bien porque tiene una pequeña esquinita de arena y agua que no cubre, en la que los niños se pueden bañar mientras los padres están a escasos metros de ello comiendo o tomando algo en las terrazas de los restaurantes. Miramos los precios de algunos de ellos y acabamos en el que nos parece a mejor precio, ya que consideramos el resto algo caros. Yo esta vez me decanto por una brusketta con mozarella que aún está mejor que la normal y una ensalada de salmón ahumado. Javi prefiere una pizza. La comida otra vez nos sale por unos 20 y pocos euros y nos tomamos un helado en una heladería cercana. Entonces viene el dilema. Son casi las 4 y yo quiero ir a la ciudadela de la capital a ver un museo de folclore de la isla que debe estar muy bien tal y como dice la guía, pero también me encantaría pegarme un baño en este precioso lugar.






Al final decidimos irnos a Victoria y no muy tarde acabaría arrepintiéndome de esta decisión. Resulta que, gracias a la mierda de indicaciones para encontrarlo todo aquí, tardamos demasiado en hallar la Ciudadela y cuando llegamos el museo ya está cerrado (cierran a las 5). Hace mucho calor y la ciudadela está muerta, apenas nos cruzamos con unas cuantas personas. Hay varios museos y tiendas aquí pero está todo cerrado. Me recuerda un poco a Mdina pero mucho más pequeña. Por fin veo una iglesia abierta y decido entrar sólo para ver cómo es por dentro, porque se ve muy grande. Yo voy en tirantes y allí son tan católicos (está prohibido el aborto y el divorcio, pa flipar) que tienes que guardar la compostura para entrar en las iglesias y no se puede ir de cualquier manera, por tanto yo que como decía voy en tirantes y pantalones cortos, no creo que me dejen entrar. Igualmente entro pensando en que no tiene por qué haber ningún cura, no parece hora de misa, pero sí hay uno, y además vestido de monje franciscano que aún me sorprende más. Le echo un rápido vistazo a la iglesia y no me adentro demasiado porque veo que me echa una mirada desaprobadora. Hay una chica joven extranjera que decide ponerse una chaqueta para entrar pero yo me niego. Primero hace demasiado calor, segundo me parece una enorme estupidez y tercero yo no soy una feligresa, simplemente me interesa como monumento, así que salgo. Ojalá nos hubiéramos bañado en Xlendi, porque hubiéramos podido venir aquí un poco más tarde.





Necesitamos un remojón y decidimos hacerlo en la playa de Qbajjar y Xwejni Bay. No son gran cosa, pero están muy bien. Las dos de roca, a unos pocos metros la una de la otra, con fácil aparcamiento y lo mejor: poca gente. Nos estamos un buen rato bañando y se hacen más de las 6. Creemos que es hora de volver a Malta. Ángel, al que conocimos ayer en Marsaxlokk nos envía un mensaje diciendo que estará en La Valeta hasta las 7, por si queremos tomar algo, pero no nos va a dar tiempo. Una pena. Para volver a Malta sí que hay que pagar. Pasas como por una especie de peaje para encaminar el coche hacia el barco. A nosotros nos cuesta 15,75 € conductor+coche y 4,75 € para mí, que soy acompañante. En total 20,5, no está mal. Seguro que es más barato si viajas sin coche. El trayecto de vuelta es aún más agradable. Soy muy feliz cada vez que viajo a través del mar, me encanta, pero además da más sombra que antes. Esta vez me doy una vuelta por la cafetería solo por curiosidad y descubro que los precios son asombrosamente baratos. Casi todo cuesta 50 o 60 céntimos, por lo que decido comprar una bolsa de patatas y unas chocolatinas para las dos. Durante la travesía vemos unos cámaras y un chico que repite una y otra vez la misma escena. Suponemos que es un actor que está grabando una serie o una película, pero no sabemos ni para qué cadena ni si es maltés o de otro país. De todas formas en ningún momento nos piden que nos movamos ni que guardemos silencio, solo intentamos no interferir en su trabajo cuando paseamos. Sobre las 7 y pico volvemos a pisar Malta, y al llegar a Cirquewa cojo algunos folletos de los ferrys de Comino.




Llegamos al hotel y descansamos un rato. Javi quiere bañarse en la piscina pero cuando subimos la puerta está cerrada con llave y en la recepción no hay nadie, así que se queda con las ganas el pobre. Nos duchamos, preparamos la cena (pasta) y después de leer un rato nos vamos a dormir. Mañana es nuestro último día en la isla y lo vamos a dedicar a visitar la isla de Comino, que por lo visto tiene una playa espectacular, la Laguna Azul. Hay que levantarse tempranito para coger el primer ferry y llegar de los primeros porque luego se pone como un hormiguero.

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