Ahora ya es hora de tirar hacia Virtsu, que es desde donde sale el ferry hasta Saaremaa, que ya vamos con el tiempo justo. La verdad es que vamos más deprisa de lo que deberíamos: vamos a 80 km/h cuando deberíamos ir a 70 pero es que no queremos perder el ferry y tener que esperar 45 minutos. De repente un policía nos hace señas para que paremos. Mierda!! Nos habla en estonio y, claro, no nos enteramos de nada. Le decimos que Spanish y nos dice que no. Bueno, pues Englih. Tampoco. Al final por señas nos enseña un aparato y nos dice que íbamos a 84 km/h cuando teníamos que ir a 70. Ponemos cara de "perdónenos" y cuando vamos a darle toda la documentación y a preguntar cuánto cuesta la multa, nos dice que sigamos. "Seguro?" preguntamos, pero nos dice que sí. Pues hala, a seguir, aunque ahora ya más moderados de velocidad. Mejor perder el ferry que gastarnos el presupuesto en multas o peor aún, acabar en alguna comisaría estonia...
El día ha empeorado bastante desde que salimos de Parnu, no ha dejado de llover ni un momento y hace un poco de fresco. Pasamos una especie de peaje en el que se compran los pasajes, los cuales nos cuestan 10.87 € los dos con el coche incluido. Cuando llegamos, el fery está justo saliendo, pero somos los primeros de la cola para el siguiente, que saldrá en 50 minutos. No hay wifi, así que no podemos navegar por internet. Yo aprovecho para leer en mi e-book y Javi, para echarse una siestecita. 50 minutos más tarde llega el ferry y salen todos los coches. Cuando han salido todos, entramos nosotros y después de dejar el coche entramos al ferry. Es muy parecido a todos los ferrys: como el que cogimos en Croacia o en Malta, pero la parte cubierta es mucho mayor a la descubierta, ¿por qué será? cuando salimos al exterior lo descubrimos: hace un frío que pela, mejor volvemos dentro. Además llueve, aunque no mucho. Pensábamos que ya que esta vez íbamos a ver alta mar, el agua iba a ser azul, pero no, sigue siendo marrón. Dentro del barco sí hay wifi así que aprovechamos para navegar por internet, yo con el portátil y Javi con su móvil. En 20 minutos ya suena la alarma para que volvamos a los coches para desembarcar. Ya estamos en Muhu.
La isla de Muhu es muy pequeña y se atraviesa enseguida. Luego ya viene el puente encima del mar que lleva hasta la isla de Saaremaa, bastante guay de atravesar, la verdad. Saaremaa es igual que el resto del país: llano, con mucho bosque y carreteras secundarias a veces sin asfaltar. El sol vuelve a salir y todo lo hace más bonito. En menos de una hora estamos en Panga, donde pasaremos la noche. Si pensábamos que Panga era un pueblo, estamos muy equivocados otra vez. Panga no es nada, es una zona donde hay acántilados. Lo único que hay en unos cuantos kilómetros a la redonda en nuestro hostal. Pero la verdad es que la zona es muy bonita y el hostal también. Se trata de un hostal típico de montaña (aunque ahí de montaña, nada de nada) rústico, hecho completamente de madera. Pensaba que teníamos un bungalow de madera, pero no, es una habitación en el piso de arriba de lo que es la recepción-restaurante. La verdad ahí se tiene que comer de miedo, en especial el pescado, pero como ya empezamos a ir cortos de presupuesto, pensamos que mejor cenamos de nuestras provisiones.
Entre una cosa y otra se hacen las 8 y decidimos volver al hostal, no sin antes dar un pequeño paseo por la playita que hay justo delante de nuestra ventana.
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