Nos levantamos a las 7 para cargar el coche y desayunamos en el bufet del restaurante. Sin duda el mejor desayuno de todas las vacaciones. Es para flipar. Hay de todo lo que podáis imaginar: dulces de todo tipo, pasteles, mermeladas, un plato enoooorme de nata recién montada, frutas, ensaladas, salmón, sucedáneo de caviar, albóndigas, carnes en salsa, panes diferentes, embutidos, ... Algo exagerado. Hay muchas cosas que no entran para desayunar como las albóndigas y el salmón, pero hay otras muchas que sí. Decir que nos ponemos las botas es quedarnos cortos...
Casi sin podernos mover nos montamos en el coche y abandonamos Rakvere rumbo al aeropuerto de Tallín. Durante el camino voy analizando las vacaciones y pensando en los días que hemos pasado. Cuando quedan 20 km para llegar, ya vamos buscando alguna gasolinera porque debemos entregar el coche con depósito lleno. Encontramos una fácilmente y llegamos bien al aeropuerto. Entregamos el coche, verifican que todo es correcto y nos devuelven el dinero que entregamos en efectivo y lo otro enseguida lo abonan a nuestra tarjeta también. Nos disponemos a coger el avión y abandonar Estonia, un país bastante diferente a lo que hemos conocido hasta ahora, con sus pros y sus contras, pero de un paisaje realmente bonito y pueblos que también lo son. Sin duda, si hay que elegir lo mejor, nos quedamos con Tallín, pero también hay otros sitios interesantes.
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