El día de nuevo amanece muy nublado. Aún no lo sabemos, pero sería el día más radiante del viaje.
Nos hemos dormido 20 minutos porque el despertador no ha sonado. En ninguno de los dos móviles. Debe ser un complot….Hoy volvemos a casa y tenemos que organizar las maletas porque anoche estábamos demasiado cansados. Teníamos planeado no facturar, pero al comprar ayer las botellas de Heineken, tendremos que hacerlo. Después de desayunar hacemos las maletas con calma, aunque tampoco nos lleva mucho tiempo. Para las 11:00 ya estamos cogiendo el ferry hacia la Estación Central. Por última vez :(
Dejaremos las maletas en las taquillas que hay en la estación. Para maletas muy grandes no sé, pero para maletas y medianas y pequeñas sí se puede. Una taquilla para dos maletas tamaño equipaje de mano y algo más cuesta 10 €. Sólo se puede pagar con tarjeta. Te da un ticket como el de los parkings, que después tendrás que introducir en la máquina para que se abra tu taquilla.
Al Bejinhof se accede a través de una puerta de la plaza Spui y es como un remanso de paz dentro de la ciudad. Uno de los rincones más bonitos que podéis encontrar. Se trata de un conjunto de casas elegantes que se empezó a construir en el siglo XIV. Se hizo para acoger a una hermandad femenina católica: las beguinas, que eran religiosas, pero no monjas. Eran solteras o viudas.
Hay varios edificios en Begijnhof con su propia historia:
En el número 34 de este bonito vecindario podréis ver la casa más antigua de Ámsterdam, que data de principios del siglo XVI y es una de las dos únicas casas que quedan en la ciudad con fachada de madera. Las casas de madera se prohibieron en el siglo XVI porque se incendiaban muy fácilmente.
Engelse Kerk: las beguinas acudían la Engelse Kerk, una iglesia que data del siglo XV. Tras la reforma protestante esta iglesia fue confiscada y prohibida, por lo que en 1665 unieron dos casas para construir la Capilla de Begijnhof de manera clandestina. De esta forma, la Capilla de Begijnhof se convirtió en la primera iglesia clandestina de la ciudad.
El barrio también es muy bonito y el día de sol tan radiante que hace hoy lo ensalza.
El mercado de las flores nos queda cerca, así que decidimos pasear por la zona. Es semiflotante, ya que los almacenes, al fondo de las tiendas se encuentran ya en plataformas que están en el agua, pero las tiendas se encuentran en tierra firme. Es un sitio curioso de ver y agradable, sobretodo en primavera, con tantas flores. Los reyes como no podía ser menos, son los tulipanes. Aprovechamos para hacer las últimas compras.
Hoy comeremos cerca de la casa de Anna Frank. Nos apetece quedarnos con la visión del canal Prinsengracht como lo último que hemos visto antes de volver a casa.
El elegido es el T’SMalle café, un lugar con encanto, porque se trata de un café muy antiguo, todo de madera. Y está junto al canal, qué maravilla comer aquí. Con el día que hace las terrazas están llenas y tenemos que conformarnos con un sitio dentro. Compartimos unos aperitivos holandeses: tres tipos de queso, una especie de carne de hamburguesa cruda, paté y una mostaza bastante fuerte. No lo sirven con pan y hay que pedirlo a parte. Cómo pueden servir algo así sin pan!!!! Debe ser la costumbre española….Pedimos dos sandwiches: David uno con una especie de carne cruda marinada y yo uno de salmón. Están riquísimos.
Descansamos un ratito y salimos a pasear porque tenemos que aprovechar bien nuestras últimas horas en Ámsterdam.
Hace un día maravilloso para pasear y no podemos desaprovechar esta oportunidad que nos brinda el día. Es sábado y hay mucha gente en la calle.
Los autóctonos se mezclan con los turistas. Poco a poco vamos volviendo a la estación central. Nos sentamos un rato en un banco de piedra, de cara a un embarcadero de cruceros, y vemos alguno llegar y salir.
A las 16:45 tiramos ya para la estación. Hay que coger las maletas de la taquilla y sacar los billetes de tren para el aeropuerto. A las 17:22 cogemos el tren y a las 17:33 estamos ya en el aeropuerto. Durante el trayecto vemos con tristeza alejarse la ciudad poco a poco.
El aeropuerto es enorme pero está muy bien organizado. Facturamos la maleta, que resulta que nos sale gratis porque no hay espacio suficiente para todas en el vuelo. Está todo bien indicado y organizado y no te pierdes, pero es enorme. Casi tardamos media hora en llegar a la puerta de embarque y cuando llegamos a los pocos minutos empiezan a embarcar. Y eso que hemos llegado con tiempo….
El avión despega y yo me quedo pegada a la ventanilla, disfrutando de los últimos segundos de viaje que quedan. Hoy, al estar el cielo tan despejado, todo se ve de maravilla. De repente veo el hotel.
WOW!! y el plano de la ciudad aparece ante mis ojos. El plano que tantas veces hemos recorrido con la vista, por el que nos hemos perdido…..Es mágico poder ver el plano real de la ciudad desde arriba.
No queremos volver y estamos algo tristes, pero ya estamos pensando en cuál será nuestro próximo viaje. De todas formas, somos muy afortunados. Vivimos cerca de la ciudad de Barcelona, una de las mejores del mundo y no podemos quejarnos.
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