sábado, 20 de febrero de 2010

DICIEMBRE 2007 DUBLIN

Un día, navegando por ese infinito mar que es Internet vimos una oferta para volar a Irlanda de 60 € ida y vuelta, así que no nos lo pensamos. Buscamos un hotel que estuviera bien y nos fuimos para allí. Esta vez no íbamos solos: mi hermana Silvia y su amiga Ana nos acompañaban. Así que los días 14, 15 y 16 de diciembre nos fuimos a Dublín de escapada.
14 DE DICIEMBRE DE 2007
Hoy toca madrugón, pero es por una buena causa: ¡Dublín nos espera! nos reunimos en mi casa y Jose, el tío de Javi, se encarga de llevarnos al aeropuerto. Aún con cara de sueño hacemos cola para recoger la targeta de embarque, ya que no facturamos, pasamos los controles y antes de que nos hayamos dado cuenta el avión despega. Durante el vuelo me estudio atentamente la guía que me he comprado para saber qué ver y qué hacer allí, mientras Javi escucha el Ipod y Ana intenta domir. Mi hermana esta estudiando, yo debería hacer lo mismo porque el lunes tenemos un examen bastante chungo: Dirección Financiera, pero de momento me interesa mucho más la guía de Dublín. Después de casi tres horitas de viaje aterrizamos en Irlanda. Desde el avión hemos visto la isla y la imagen es muy bonita: toda verde y llena de accidentes costeros. Nada más coger las maletas llegan las primeras fotos. El día es muy feo pero no llueve.
Lo primero, localizar la agencia donde hemos alquilado el coche y encaminarnos al hotel, tarea para la cual es ineludible nuestro amado GPS. El trámite para coger el coche alquilado es fácil pero conducir...La cara del pobre Javi es un poema, no es fácil conducir al revés de la manera en la cual estás acostumbrado, pero después de algunos minutos, ya controla. Es un hacha, que tiemble Fernando Alonso.

Para ser una ciudad pequeña, si la comparamos con Barcelona, Londres o París, en Dublín hay un caos de tráfico total, y aunque el aeropuerto está cerca tardamos un poco más de lo habitual por este motivo. Y aquí llega la primera anécdota del viaje: no somos capaces de encontrar el hotel, aunque el GPS se supone que nos lleva hacia allí, y al pasar por una calle veo a un hombre paseando y me decido a preguntarle. En el mejor inglés que puedo le pregunto si puede ayudarme y él tan pancho, me responde con un escueto "no". La cara de tonta que debo tener debe ser de chiste porque el hombre rompe a reír y me dice que es una broma y muy amablemente esta vez, me explica hacia donde está. Qué graciosos estos irlandeses, pienso...

Enseguida encontramos el hotel. La verdad es que el GPS nos estaba indicando bien, pero nos dio la sensación de que nos alejábamos, ya que no habían edificios por esa zona. Llegamos, nos instalamos y empezamos a organizar la ruta. Como tenemos una parada de autobús en la puerta del hotel, decidimos ir en transporte público para así no tener que llevar el coche y evitar el caos circulatorio y los problemas y gastos de aparcamiento, que seguro que son elevados. Antes nos informamos bien del horario y el autobús que hay que coger para ir al centro en la recepción, y hala nos ponemos en camino.

Entre una cosa y otra son las 3:00 de la tarde y está empezando a oscurecer, pero como falta poco para la navidad la ciudad está bellamente iluminada y adornada y se respira un ambiente especial. Empezamos a recorrer el centro. Caminamos a través de O'Conell Street, bellamente iluminada con luces de navidad y nos paramos en un Subway a reponer fuerzas. Tras el bocata, seguimos caminando por esta calle llena de tiendas y damos también con Henry Street (Que a Javi le recuerda mucho a Henry, el jugador del Barça, y dado que mi hermana y yo somos del Madrid, hace mucho cachondeo con esto). Entonces encontramos a Penny's. Es una tienda de enooorme de ropa de bajo coste que hace las delicias de los cuatro y empezamos a mirar. A mí no me convence mucho, pero tanto Ana, como mi hermana salen con algunas compras. Javi se ha comprado una buena chaqueta, ya que a la suya se le ha roto la cremallera y aquí hace mucha rasca. Después de este feliz hallazgo, nos encontramos con el puente de Ha'Penny, también iluminado y nos adentramos en el barrio de Tempel Bar.

Después de ver varios típicos pubs irlandeses donde los lugareños no paran de meterse pintas entre pecho y espalda, y eso que son las 5 de la tarde como mucho, compramos algunos souvenirs de recuerdo. Y aquí viene nuestra segunda anécdota: en uno de los souvenirs en los que compramos recuerdos, mi hermana Silvia preguntó el precio de algo, no recuerdo qué. El chico de la tienda le contestó y a ella le pareció caro, por lo que soltó una frase muy española: "su ... madre". Cuando le fue a entregar al dependiente el resto de las cosas para que le cobrara, este muy risueño le soltó el precio en español. Y claro ahí vinieron las risas, que si soy español, que de dónde sois, no os perdáis esto, no os perdáis lo otro,...y mi hermana la pobrecilla que se moría de vergüenza. Estas cosas pasan, hay españoles por todo el mundo.
Nos adentramos por las calles y vemos la estatua de Molly Malone, la Trinity College y demás edificios que, iluminados ganan muchísimo. Damos vueltas hasta que a las 7 de la tarde ya no sabemos qué hacer, ya que por horarios no se puede visitar, nada, así que volvemos al hotel. Después de ducharnos y descansar un rato bajamos a cenar algo al bary resulta que el chico de la recepción del turno de noche, también es español, así que entablamos una agradable conversación con él. Para variar, parece que cuando viajas al extranjero ves más españoles que cuando estás en el país propio...Ana acompaña su cena con una guiness, pero el resto, que no nos gusta la cerveza preferimos una coca-cola. Cuando se hace tarde, subimos a dormir, mañana más.
15 DE DICIEMBRE DE 2007

A las 8 en punto ya estamos desayunando en el comedor del hotel. Estamos solos, y aunque el buffet es bastante escaso, desayunamos. Después cogemos el coche y nos vamos a Howth, un pequeño pueblo de pescadores donde hay unos acantilados bastante guapos, aunque sabemos que los mejores de la isla están en la zona de Gallowey, tal y como nos dijo el chico de la tienda de ayer, pero nos queda lejos, así que nos tendremos que conformar con estos. Hace un frío horrible y mucho viento. Se te queda la cara con un efecto lifting que ya querrían muchas celebrities. Y en las fotos esas sonrisas no son tales sino como se te queda el careto del frío que hace...¡Diosss! Pero a pesar de eso, merece la pena. El recorrido que hacemos a través de los acantilados es genial, es un sitio muy bonito y caen bastantes fotos la verdad.
Tras el recorrido, volvemos a Dublín. Esta vez paseamos por el Saint Stephens Park y vamos a la zona del castillo, aunque no entramos dentro. También vamos a ver la Catedral de Saint Patrick, que está cerrada y recorremos varias calles cuyas casas, todas plantas bajas, tienen cada puerta de un color. Esto es muy característico de Irlanda, pero a mí me recuerda muchísimo a Londres por el tipo de construcción y como no por el letrero de "Look at your left" que hay pintando en cada paso de cebra, para recordarnos a los incautos turistas que allí se conduce al revés. Después damos con un centro comercial y decidimos entrar a mirar que hay y entrar en calor que falta nos hace, y comer algo que también. El centro comercial es pequeñito, pero hace una temperatura muy agradable. Cuando terminamos de comer volvemos a coger el coche y nos vamos hacia Glendalough, un precioso pueblo en el cual hay también unos acantilados y unas ruinas de piedra. Las fotos que salen en la guía son una pasada y anoche el recepcionista del hotel también nos aconsejó ir allí.


Glendalough es una palabra que difícilmente olvidaremos los cuatro. Ésta es pues, tercera anécdota, aunque terrorífica, y por mucho que pueda resultar divertido (nosotros ahora nos reímos cuando lo recordamos) en ese momento no nos lo pareció en absoluto.


Se halla a 59 kilómetros de Dublín y solo hay una nacional que conecte con ella. No lo recuerdo muy bien pero creo que no se podía pasar de 60 y además la carretera estaba en muy mal estado. Durante el camino se nos hizo de noche, claro no contamos con que allí en inverno anochece muy pronto y nos dio rabia porque pensamos que sería una pena verlo todo de noche, con lo bonito que tenía que ser de día, pero total ya estábamos de camino y no teníamos otra cosa que hacer. Aparece la primera señal tenebrosa: a cada 500 metros aproximadamente, aparecen carteles donde pone " en tal año, no se cuantos killed". Como bien sabéis "killed" significa que han muerto, y probablemente se refería a los accidentes de coche, pero daba muy mal rollito. De repente el GPS nos hace girar por una carretera boscosa a la izquierda. Se supone que por ahí está Glendalough. El coche empieza y empieza a andar y la carretera no parece acabar nunca. Ya es noche cerrada y estamos totalmente a oscuras. El bosque cada vez se cierra más. No hay una sola luz en ningún sitio, no se ven casas, no se ven otros coches, no hay nada. La verdad es que la escena acojona, parece una peli de miedo y, entre risas, lo vamos comentando, aunque lo cierto es que estamos un poco cagaos.


Pensamos que en cualquier momento se nos va a aparecer la niña del exorcista o un zombie, fijo que por allí cerca hay un cementerio antiguo de esos, góticos con las lápidas rotas. Y de repente, aparece ante nosotros una pequeña isleta con una cruz celta de piedra en medio que hace que nos dé mal royo de verdad. Javi dice: "Nos vamos de aquí cagando leches" y hasta chirrían las ruedas. Era lo que nos faltaba. Esperamos que al coche no le dé por averiarse ni nada de eso ahí porque nos morimos. Como nos hemos dado la vuelta y no nos atrevemos a intentarlo, nos quedamos sin ver Glendalough, una verdadera pena, pero qué la vamos a hacer. Como pensamos volver a Irlanda, la próxima vez seguro que no se nos escapa. Deshacemos el camino que hemos hecho y bastante rato después vemos alguna casa perdida por el bosque. Están muy iluminadas por fuera con las típicas luces de navidad y nos recuerdan a las casas de las pelis americanas. Empezamos la vuelta a Dublín comentanto la terrorífica, aunque ahora que ya ha pasado todo, divertida jugada.
No sabemos cómo pero se nos ha ido toda la tarde. Llegamos a Dublín a las 9 y antes de llegar al hotel vemos un Tesco. Compramos algo de pan y embutido, haremos la cena en la habitación del hotel. Después de cenar y charlar un largo rato, nos vamos a dormir. Ha sido un día duro, sobretodo la tarde, jejeje, y estamos cansados. Mañana ya volvemos a casa, snif, snif....
16 DE DICIEMBRE DE 2007
Hoy nos levantamos más tarde, a las 10:00 ya que el vuelo sale a las 2 de la tarde y no nos da tiempo a ver nada. Después de desayunar volvemos a la habitación para hacer tiempo antes de volver al aeropuerto y disfrutamos de las vistas que se ven, cosa que hasta el momento no habíamos hecho. Afortunadamente las habitaciones dan a la parte de atrás. La parte de delante da a la carretera. Por tanto, podemos disfrutar de las vistas de un verde y bonito prado y bastante cerca casi al lado del hotel hay un...¡cementerio! el típico cementerio chungo tipo "El internado" en el que habíamos pensado ayer tarde. Y nos da bastante yuyu, pero nos reímos. Después recogemos las cosas y nos encaminamos hacia el aeropuerto. Nos hemos quedado con más ganas de Irlanda, sin duda volveremos algún día a saborearla.

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