Bien tempranito abandonamos Letonia para adentrarnos de nuevo en Estonia. Vamos de camino a Saarema, la isla más grande del país y que es más grande que Menorca; uno de los principales destinos turísticos para los estonios. Esta vez sí nos encontramos una aduana entre la frontera de Letonia y Estonia pero no hay absolutamente nadie; parece desierto. Mejor así, porque nadie nos molesta. Hemos decidido que como vamos con tiempo, pararemos un ratito en Parnu, ya que nos va de paso, la ciudad balnearia. El día acompaña, ya que hace un sol perfecto. Damos un paseo por el centro, que es muy pequeñito. No tiene nada, pero bueno, no está mal para hacer una parada si te va de paso, aunque lo más interesante allí son los diferentes balnearios que tiene; por tanto si queréis descansar y tener un buena sesión de spa, es una buena opción. A más o menos un km del centro está la playa, muy parecida a la de Jürmala, pero un poquito mejor. Decidimos comer en Parnu en una terracita, ya que el día acompaña, aunque vemos un nubarrón negro amenazante que se acerca cada vez más. Efectivamente. En pocos segundos el nubarrón se cierne sobre nosotros y cae una tormenta gigantesca, así que nos metemos dentro del restaurante corriendo a seguir comiendo. Que por cierto vemos que tiene unos postres buenísimos. Aquí vemos a dos mujeres españolas, de Madrid y charlamos con ellas un rato.
Ahora ya es hora de tirar hacia Virtsu, que es desde donde sale el ferry hasta Saaremaa, que ya vamos con el tiempo justo. La verdad es que vamos más deprisa de lo que deberíamos: vamos a 80 km/h cuando deberíamos ir a 70 pero es que no queremos perder el ferry y tener que esperar 45 minutos. De repente un policía nos hace señas para que paremos. Mierda!! Nos habla en estonio y, claro, no nos enteramos de nada. Le decimos que Spanish y nos dice que no. Bueno, pues Englih. Tampoco. Al final por señas nos enseña un aparato y nos dice que íbamos a 84 km/h cuando teníamos que ir a 70. Ponemos cara de "perdónenos" y cuando vamos a darle toda la documentación y a preguntar cuánto cuesta la multa, nos dice que sigamos. "Seguro?" preguntamos, pero nos dice que sí. Pues hala, a seguir, aunque ahora ya más moderados de velocidad. Mejor perder el ferry que gastarnos el presupuesto en multas o peor aún, acabar en alguna comisaría estonia...
El día ha empeorado bastante desde que salimos de Parnu, no ha dejado de llover ni un momento y hace un poco de fresco. Pasamos una especie de peaje en el que se compran los pasajes, los cuales nos cuestan 10.87 € los dos con el coche incluido. Cuando llegamos, el fery está justo saliendo, pero somos los primeros de la cola para el siguiente, que saldrá en 50 minutos. No hay wifi, así que no podemos navegar por internet. Yo aprovecho para leer en mi e-book y Javi, para echarse una siestecita. 50 minutos más tarde llega el ferry y salen todos los coches. Cuando han salido todos, entramos nosotros y después de dejar el coche entramos al ferry. Es muy parecido a todos los ferrys: como el que cogimos en Croacia o en Malta, pero la parte cubierta es mucho mayor a la descubierta, ¿por qué será? cuando salimos al exterior lo descubrimos: hace un frío que pela, mejor volvemos dentro. Además llueve, aunque no mucho. Pensábamos que ya que esta vez íbamos a ver alta mar, el agua iba a ser azul, pero no, sigue siendo marrón. Dentro del barco sí hay wifi así que aprovechamos para navegar por internet, yo con el portátil y Javi con su móvil. En 20 minutos ya suena la alarma para que volvamos a los coches para desembarcar. Ya estamos en Muhu.
La isla de Muhu es muy pequeña y se atraviesa enseguida. Luego ya viene el puente encima del mar que lleva hasta la isla de Saaremaa, bastante guay de atravesar, la verdad. Saaremaa es igual que el resto del país: llano, con mucho bosque y carreteras secundarias a veces sin asfaltar. El sol vuelve a salir y todo lo hace más bonito. En menos de una hora estamos en Panga, donde pasaremos la noche. Si pensábamos que Panga era un pueblo, estamos muy equivocados otra vez. Panga no es nada, es una zona donde hay acántilados. Lo único que hay en unos cuantos kilómetros a la redonda en nuestro hostal. Pero la verdad es que la zona es muy bonita y el hostal también. Se trata de un hostal típico de montaña (aunque ahí de montaña, nada de nada) rústico, hecho completamente de madera. Pensaba que teníamos un bungalow de madera, pero no, es una habitación en el piso de arriba de lo que es la recepción-restaurante. La verdad ahí se tiene que comer de miedo, en especial el pescado, pero como ya empezamos a ir cortos de presupuesto, pensamos que mejor cenamos de nuestras provisiones.
La habitación está muy bien toda de madera, y con unas preciosas vistas al mar. Eso sí, no tenemos tele, pero total para lo que sirve... Después de instalarnos vamos a ver los acantilados. Pensamos que están lejos y cogemos el coche pero la verdad es que no tardamos ni dos minutos. Hubiera estado bien haber ido dando un paseo, que con tanto el coche se me está quedando el culo plano. La zona es muy bonita y los acantilados están muy bien, aunque la verdad no son como los que salen en las fotos de Irlanda. Pero ya nos vale. Damos un paseo por la zona y la verdad es que se está muy bien, ya que el tiempo acompaña. Después cogemos el coche de nuevo para inspeccionar la zona y vemos una indicación de algo turístico. La seguimos. Seguimos varios carteles hasta que llegamos a una zona en la que ya no se puede seguir con el coche, así que lo dejamos y caminamos un poquito. Al lado del coche hay como unas escaleras de madera que alguien ha hecho y pasamos por al lado de una cosa que seguro que en su día fue un búnker. Saaremaa fue un sitio estratégico muy importante tanto para los nazis como para los rusos y se libraron importantes batallas allí. Enseguida nos encontramos con una zona con más acantilados, pero por ahí no hay nada. Damos una vuelta y nada. Volvemos al coche. Pero pensamos que tiene que haber algo, así que lo intentamos por segunda vez. Después de un rato por fin lo encontramos. Se trata de un montículo con una cruz. Eso es todo. Es un memorial a alguna desgracia que ocurrió en 2004, pero como lo pone en su idioma no me entero de nada. Hace gracia que cosas así las señalen tan bien y luego cosas mucho más importantes, las indicaciones brillen por su ausencia.
Entre una cosa y otra se hacen las 8 y decidimos volver al hostal, no sin antes dar un pequeño paseo por la playita que hay justo delante de nuestra ventana.