martes, 6 de diciembre de 2011

SUECIA DIA 1: GÖTEBORG

GÖTEBORG 



Göteborg es la segunda ciudad de Suecia después de su capital, Estocolmo y está al sur del país. Tiene un buen puerto que en su época fue muy importante para el comercio y no tiene mucha pinta de ciudad nórdica, sino que se parece más a una ciudad continental europea. Se Dice que sus habitantes son bastante más abiertos, acogedores y simpáticos que sus vecinos del norte, pero esto supongo que pasará como en todos lados. Fue fundada en 1621. Es una bonita ciudad aunque no es demasiado conocida y en principio parezca que no tiene demasiado puntos de interés. Después, cuando la descubres, te vas dando cuenta de que es una ciudad bonita, diferente y acogedora.


Qué ver    
- El centro histórico
- Los canales 
- Los barrios modernos, con la Avenyn a la cabeza, la calle principal, plagada de tiendas, restaurantes, pubs, ...
- El Universum (un museo de la ciencia con un acuario espectacular)
- El puerto







10 DE SEPTIEMBRE DE 2011

De nuevo toca madrugón de los buenos, pero es por una buena causa. A las 3 de la mañana nos levantamos para, después de vestirnos, tomar algo y coger las maletas, coger el coche rumbo el aeropuerto de Girona. A las 5 ya estamos dejando el coche en el parking del aeropuerto "punt central", el mismo en el que lo dejamos para ir a Estonia. Pasamos el control y nos vamos a una tienda para comprar el alcohol que nos encargó Baldesca, ya que allí es el doble de caro que aquí o más. También compramos un paquetito de jamón del bueno, para que no tenga nostalgia. Cuando vamos a pagar, nos preocupamos porque no sabemos cómo meteremos las botellas en las maletas y la chica nos dice que se pueden subir perfectamente las cosas que se compren en el aeropuerto, incluso en Ryanair. Vaya, que es todo un negocio, en fin... A las 6:40 sale el avión por fin hacia Göteborg y aterrizamos a las 9:20. El viaje se me ha hecho menos pesado que para Tallín (también es una hora menos). Como esperábamos, el día está nublado, llovizna un poco y hace un poco de frío: 12º, teniendo en cuenta que en España aún estamos en verano.


Cuando nos bajamos del avión no puedo creer que aquella caseta que veo a lo lejos sea el aeropuerto. Nos ha dejado bastante lejos y hay que caminar un rato por la pista, unos 250 metros más o me nos o puede que más. Sin duda es el aeropuerto más pequeño y más cutre que he estado en mi vida: tiene dos cintas de equipaje y dos mesas (literalmente dos) de facturación.  Aquello es un caos, pero tengo la sensación de que toda la gente que estamos es la del vuelo que acaba de aterrizar. El vestíbulo es unas 5 veces el comedor de mi casa, y creo que me paso de grande. Busco una oficina de cambio de dinero pero no la veo. Veo una tienda y pregunto y me dicen que allí no hay. Tenemos que comprar los billetes del bus para poder ir a la estación central de la ciudad y coger el coche que hemos alquilado; pero si no tenemos coronas, poco podemos hacer. La dependienta me dice que ella vende los billetes para el bus y que acepta euros, así que los compramos. Nos cuesta 15€ los dos sólo la ida. A la vuelta ya veremos...


Durante el trayecto de autobús preguntamos a una chica española el cambio entre € y SEK (coronas suecas)  1 € = 8.95 SEK y 1 SEK =0,11 €. Después de 20 minutos de autobús, llegamos a la estación central, que está bastante bien. Buscamos la oficina de Hertz para coger el coche pero no la encontramos. Después de un rato, lo conseguimos y después de hacer el papeleo correspondiente nos dan las llaves y nos toca buscar el coche en el aparcamiento. Cuando lo vemos no podemos creerlo. Esperábamos un corsa, un ford fiesta o algo peor, teniendo en cuenta lo caro que salía todo, pero nos han dado un Volvo V-50 familiar naranja metalizado. Nuevecito, es ¡¡guapísimo!! cuando lo abrimos, flipamos: el maletero es enorme y el coche comodísimo, espacioso y se nota que casi lo estamos estrenando, porque solo tiene 10.000 km. Menuda suerte hemos tenido! Colocamos el GPS con la dirección del hotel y enseguida llegamos. Se trata de un F1, el hotel más bajo de la cadena Accord, que es igual que el Etap, pero con el baño y la ducha fuera de la habitación. El baño está separado de la ducha y éstas son individuales. Nos dan la habitación, nos instalamos y nos vamos a conocer Göteborg.


Aparcamos el coche en un centro comercial que está al lado de la estación central. Llueve pero es una lluvia finísima que parece que no haga falta paraguas, pero cuando te das cuenta y ha pasado un rato, empapa. Nos llama la atención que hay un Mcdonald's o un Burger King  cada 50 metros. Es increíble. Hacemos una competición entre los dos para ver quién gana y cuando llevamos 10 de cada nos cansamos. A las 13:30 nos comemos un bocata en el Subway de la estación para reponer fuerzas. Nos vemos casi toda la ciudad: el centro histórico, la plaza Gustav Adolf II, el nuevo y el viejo ayuntamiento, la iglesia alemana, Lilla torget (una plaza abierta al canal), los canales y por supuesto la Avenyn, la calle principal, llena de restaurantes, bares, cafeterías, tiendas y sitios donde tomar algo y que está súper animada a cualquier hora del día. También vemos el barrio de Haga, una zona muy moderna también y animada y por fin llegamos al puerto, donde hay un embarcadero de madera muy bonito, con un barco velero muy grande anclado, que por lo visto es una escuela de cocina. Un poco más al fondo está el edificio conocido popularmente como "la barra de labios" por la similitud con este objeto y después una noria, parecida al London Eye pero más pequeña para poder ver una buena perspectiva de la ciudad.


Subimos. El billete nos cuesta 190 sek (unos 20 €) a los dos. No hay casi nadie en la cola y enseguida estamos dando vueltas. Las vistas desde arriba son muy buenas y durante los 20 minutos que dura el viaje hacemos fotos y divisamos varias partes de la ciudad, aunque no todas. Göteborg no tiene ningún monumento destacable ni una arquitectura especialmente bella, pero es bonita y recomendable. Sobre las 17:00 nos llama Miguel, un amigo de Javi que conoció por internet hace 8 años y el cual tiene parte de culpa que estemos por aquí. Él es sueco pero habla muy bien español, ya que su padre es español y su madre es sueca. Nos invita a cenar a la casa de sus padres y su hermana, aunque sus padres se encuentran de vacaciones en España. Quedamos para las 8:00. Ya que vamos de invitados, tendremos que llevar un detalle: a él le llevamos la camiseta del Barça y una bufanda, y a su hermana le compro una planta muy bonita en una floristería. 


Después de recorrer la ciudad casi de una punta a otra a pie, estamos reventados. Nos vamos al hotel y descansamos un poco, pero enseguida Miguel nos llama para darnos la dirección, la ponemos en el GPS y vamos hacia su casa. En 10 minutos de coche llegamos. Es una zona residencial con un montón de bloques y parques para niños y un montón de aparcamiento. Pero es de zona azul. No lo comprendo porque no tiene mucho sentido, aquí las zonas azules se ponen en sitios céntricos, pero eso está a las afueras. Total, que pagamos 4 sek (va a 2 sek la hora, en total unos 40 céntimos, menos mal que es barato) aunque pensamos en qué pasaría si no pagáramos. Quién iba a pasar por allí para multar. Miguel y Teresa, su hermana, nos reciben con los brazos abiertos y Miguel se vuelve loco con los regalos. Es un gran aficcionado del Barça.  Luego cenamos. Teresa ha preparado ensalada, puré de patatas mezclado con mermelada de frambuesa y una especialidad sueca que se trata de unas hamburguesas hechas por ella y una salsa buenísima. Está todo muy rico y teníamos hambre, así que nos ponemos las botas mientras hablamos de un montón de cosas. La verdad es que la combinación del puré de patatas con la mermelada puede parecer extraña pero está muy buena.  Después de un buen rato, Miguel nos expone el plan a seguir: salir a tomar algo y conocer la noche sueca, cosa que nos apetece un montón, aunque estamos reventados. La noche es joven y nosotros también, así que a la carga.


Nos vamos al hotel a arreglarnos un poco y volvemos a su casa. Bebemos un poco antes de salir. Como la bebida es tan cara, aquí la costumbre es beber en casa y ya, cuando vas contento, salir y luego en el pub tomar alguna cerveza. Dejamos el coche en el mismo sitio pero esta vez no pagamos porque Miguel nos cede su plaza. La tasa de alcohol es 0% y son mu severos, además de que tampoco hay mucho sitio donde aparcar. Hay cerca una parada de tranvía, así que lo cogemos en dirección al centro.  Para comprar los billetes a esas horas hay dos opciones: con un SMS o bien con una maquina dentro del tranvía donde se echan monedas. Cada billete cuesta 24 SEK, casi 2.5 €, por tanto el viajecito nos sale por 10 € ida  y vuelta a los dos. Si es antes de las 11 de la noche vale sólo 12 SEK pero a partir de esa hora cuesta el doble!! Es la primera parada y poco a poco van subiendo jóvenes en las siguientes, hasta que se llena. Tras una media hora llegamos al centro de Göteborg, donde hay un ambientazo que no veas. Damos una vuelta y vamos a un pub donde Teresa y Miguel nos presentan a sus amigos. Pide una cerveza para ellos y unas sidras para Javi y para mí. Están muy buenas, aunque nada tienen que ver con las de aquí. Se parece un poco al sabor del chupito de manzana, pero con mucho menos alcohol. Miguel no deja ni que saquemos la cartera de nuestro bolsillo.


Después de un buen rato, paseamos por la Avenyn, con un montón de gente saliendo y entrando de los diferentes pubs y discotecas que hay a lo largo de la calle. A los chicos les entra algo de hambre y van a una hamburguesería a pillarse algo. Son las 2:00 de la mañana y están rebosantes de gente y hay un montón. Como la gente cena tan pronto, a esas horas están muertos de hambre, así que comen y siguen con la fiesta. Una vez más, nuestro amigo insiste en pagar.  A las 2:30 ya no podemos más. Llevamos prácticamente 24 horas sin dormir y a penas hemos parado, así que iniciamos la vuelta. Llegamos donde está aparcado nuestro coche, nos despedimos hasta el día siguiente y nos vamos al hotel. Ha sido un día muy divertido y emocionante. Además, hemos hecho nuevos amigos: Teresa y Miguel, que se han portado con nosotros genial. No tenemos palabras. Y eso que no los conocíamos: nos invitan a cenar en su casa, nos invitan a beber, nos invitan de nuevo a comer,... Mil gracias chicos, os debemos una cuando vengais a Barcelona.

Caemos en la cama del hotel hasta las 11:00 del día siguiente.

 

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