domingo, 28 de agosto de 2011

ESTONIA 1ER DIA: TALLIN

TALLIN




Tallín, la capital de Estonia es preciosa y os encantará. Dicen que es el centro medieval mejor conservado de toda Europa. A penas sufrió daños durante la Segunda Guerra Mundial y por eso se converva tan bien. Da gusto perderse por sus calles empedradas y ver las originales tiendas de souvernirs, que en general suelen ser un poco caros. El nombre de Tallín surge del reino de Dinamarca; Taani, que significa danés y linn, que significa ciudad. Cuando los alemanes reemplazan a los daneses en 1240, se convierte en la ciudad comercial más importante del Báltico y en 1280 ingresa en la liga Hanseática.

QUE VER:

- El casco antiguo, donde se encuentran la mayor parte de las atracciones de la ciudad:

  - TOMPEA (Parte alta):

     - Castillo, donde hoy está situado el Parlamento
     - La torre Pikk Hermann
     - La Catedral Rusa Alejando Nevsky, preciosa tanto por dentro como por fuera y de acceso libre.
     - Kiek in de Kök, en la calle Komandandi (de 10:30 a 17:30). Se trata de una torre donde ahora se acogen los fondos del museo de la ciudad de Tallín.
    - La catedral Tookirik, que para mí no es muy interesante.
    - Mirador Patkuli, desde donde veréis unas vistas de la ciudad preciosas.
    - Las Calles Pierna Larga y Pierna Corta (en estonio Pikk Jalg y Pikk Lühike)
    - Torre de la doncella, que en la antigüedad fue una prisión para prostitutas.

  - Parte baja:

   - Casa de las cabezas negras. Era una hermandad de jóvenes comerciantes. El nombre se debe a la cabeza negra que decora la fachada.
   - Gremio de San Canuto, que era la sede de los artesanos más sencillos como curtidores, carniceros, carpinteros, ...
  - Casa del Gran Gremio (de 11:00 a 18:00) Acoge el museo de historia. Nosotros no lo vimos.
  - Torre de Margarita la Gorda y puerta costera. Era la puerta de entrada desde el mar y la que debían usar los comerciantes que iban a Tallín.En la actualidad acoge el museo marítimo.
  - La plaza del ayuntamiento, siempre con bastante ambiente.
  - La estrecha calle Vene
  - Paasaje Katerina, una estrecha calle donde al final hay algunos talleres de vidrieros soplando vidrio.
  - Puerta Viru, la entrada principal al casco antiguo.

Fuera del casco antiguo:

 - Torre de la televisión. Mide 314 metros de altura y se construyó para los juegos olímpicos de Moscú en 1980, ya que allí se celebraron algunas pruebas. El mirador está a 170 m y hay un restaurante. Si el día está claro se puede divisar incluso Finlandia.

 - Jardín Botánico.

- Palacio Kadriorg. Es una especie de Versalles, al igual que los jardines. Debe ser bonito pero como ya hemos visto unos cuantos de ese estilo a lo largo de nuestros viajes y el presupuesto era algo ajustado, lo dejamos de lado.

- Barrio de Pirita. Tiene un pequeño puerto que se acondicionó durante los juegos de Moscú, ya que allí se celebraron algunas pruebas. La atracción principal son las ruinas del Convento de Santa Brígida. Nosotros lo dejamos para el segundo día, ya que nuestro hotel estaba en el barrio y nos quedaba cerca, pero al final acabamos tan cansados, que no fuimos. Tiene pinta de estar bien.

- En la calle Toompea 8, pero fuera del casco antiguo, aunque cerca, se encuentra el Museo de la Ocupación. El horario es de 11:00 a 18:00 y la entrada es de 2 € por persona. Comprende los años entre el 1941 y el 1991, es decir, desde la invasión nazi hasta la independencia de Estonia y hay un montón de objetos expuestos en vitrinas: armas, máquinas de escribir, medallas, teléfonos, etc. En el vestíbulo hay una fila interminable de maletas de la gente que fue deportada a Siberia, entre otros sitios, puertas de hierro y madera que fueron puertas de celdas en las cárceles, etc. Todo ello complementado con vídeos explicativos en estonio, ruso e inglés y paneles con explicaciones en los mismos idiomas. En la planta sótano hay varias esctatuas y restos de monumentos soviéticos que ya han sido retirados. Yo lo veo bastante recomendable.

ALREDEDORES DE TALLIN:

- MUSEO ROCCA AL MARE. En las afueras de la ciudad está el Museo Rocca al Mare, el cual aconsejo ir. Se trata de un museo etnográfico al aire libre con un montón de casitas traídas de varios puntos del país y otras que han sido reproducidas, con las cuales nos podemos hacer una idea de la vida en el campo desde el siglo XVIII hasta principios del XX. Hay molinos de viento y está en un lugar muy bonito, muy verde y pegado al mar, desde el cual se tiene una buena vista del mismo y también, a lo lejos, de Tallín. El horario en verano es de 10:00 a 20:00 y cuesta 5 € por persona, aunque hay precios especiales para estudiantes y familias, como en todas partes.

- Playa de Vääna-Joesuu, a 25 km de Tallín. Se trata de una playa de arena blanca y acantilados. Cuesta encontrar, como todo lo que hay en el país, menos lo más famoso y los acantilados no los vimos por ningún sitio. La arena es blanca y el agua marrón, pero es bonita.

- Keila-Joa. Es donde se encuentra la segunda catarata más grande de Estonia y está a 30 km de la capital. Nosotros no fuimos capaces de encontrarla. No hay indicaciones por ningún sitio. Espero que vosotros tengáis más suerte que nosotros.

- Península de Lohusalu y bahía de Lahepera. Hay una playa y bonitas vistas, por lo que dice en la guía, pero a nosotros ya no nos dio tiempo de ir. Se encuentra a 46 km. de Tallín.


12 DE AGOSTO 2011

A las 4 de la mañana salimos hacia Girona para coger el vuelo a Tallín. Dejamos el coche en el parking de Punt Central y les damos las llaves, confiando en que todo salga bien. Nos subimos a la furgoneta y nos llevan al aeropuerto. Como estamos de los primeros para embarcar, conseguimos sentarnos delante. No tendremos mesitas, pero al menos Javi irá cómodo y podrá estirar las piernas, no que siempre va tan incómodo pobre, con lo alto que es. Como vamos delante, casi podemos ver la cabina del piloto y vemos todos los movimientos y comentarios de los azafatos. Cuando vamos a aterrizar, se sientan delante nuestro y empezamos a hablar. Son un chico y una chica; él de Galicia y ella catalana; hablamos sobre Tallín, sobre que nos encanta viajar y también de su trabajo, del cual están super contentos.

Desde lo alto se ve el bonito casco antiguo de la ciudad y se ve que hace sol aunque hay bastantes nubes. Javi estuvo mirando la previsión del tiempo y era malísima, pero por lo visto se ha arreglado. Así que después de tres horas y media, aterrizamos en la capital estonia. Vamos hacia la salida de las maletas, la recogemos tras esperar al menos media hora, y nos encaminamos hacia el lugar donde tenemos que recoger el coche de alquiler. Empezamos a buscar entre los mostradores de las compañías de alquiler la de ADD CAR pero no la encontramos por ningún sitio. Miro en el papel que hemos impreso de la reserva y tenemos que ir al mostrador de Baltic Air. Pregunto y ahí no saben nada; dicen que sí, que es el punto de encuentro pero nada más. Pasan 10 minutos y le pregunto a la mujer del mostrador, la cual no es demasiado amable que si sabe qué es lo que tenemos que hacer y me dice que está llamando a un teléfono pero que no se lo cogen. Vuelve a llamar y me dice que espere 5 minutos. Unos 10 minutos más aparece un chico muy joven, de unos 20 años que pide que le acompañemos. Nos lleva fuera del edificio del aeropuerto y nos presenta a nuestro coche: un polo blanco del año 2007, matriculado en Riga. Nos pide que nos subamos y nos lleva fuera del aeropuerto, para no tener que pagar porque los 15 primeros minutos son gratis pero después ya no. Afortunadamente habla el inglés muy bien. En ese momento no le doy mucha importancia, pero ahora que escribo estas líneas sí que lo hago, viendo después lo que cuesta que alguien hable inglés por esos lares. Hacemos todos los formalismos en la misma calle. Tienen oficina, pero está en la ciudad. El problema viene a la hora de coger el depósito de 500 €. Ninguna de nuestras tres targetas funcionan. Lo intentan unas cuantas veces con su TPV portátil y nada. Al final le propongo que cojan 400 € con mi tarjeta de débito y les doy 100 € en efectivo y esta vez funciona. Cogemos nuestro coche y nos vamos hacia el hotel, pensando en lo curioso de la situación. Eso se resume en "mafiosillos de tres al cuarto" en boca de Javi, pero nos reímos y en el fondo creemos que son de confianza.

Encontramos el hotel con facilidad. Ahí es donde me doy cuenta que el inglés me va a servir de muy poco. La señora me explica como puede la habitación y tal  y me da la clave para el wi-fi. La habitación es bastante cutre, pero por el precio que hemos pagado (29 € con parking y wi-fi gratis sin desayuno) ya está bien. Por lo menos está limpia y la cama parece cómoda. El baño no es pequeño en comparación con la habitación pero sube olor de las cloacas. El grifo del baño me llama mucho la atención. Lo utilizan a la vez para las manos y para la ducha. Si bajas el tapón hacia abajo, el agua sale por el lavabo y si lo subes hacia arriba sale por el teléfono de la ducha. Bueno, ducha por llamarlo de alguna manera. No hay plato, hay un desagüe en el suelo. Después de instalarnos, cogemos el coche y nos vamos a conocer la ciudad.

Aparcamos en el parking de un centro comercial muy cerca del casco antiguo. Se ha nublado un poco y hace falta una manguita larga. Entramos por la Puerta Viru, que era la puerta principal en el siglo XIV. Aún no hemos empezado a recorrer sus calles, pero nos encanta. Damos una vuelta pero tenemos hambre y decidimos ir al Mcdonalds que hemos visto nada más atravesar la Puerta Viru. Nos sorprendemos de los precios, que son la mitad que aquí en Barcelona. Comemos los dos por menos de 11 €, habiendo cogido cada uno un menú con su correspondiente bebida y patatas y un batido de postre. Seguimos calle arriba y vamos a dar con la plaza del ayuntamiento, en una esquina de la cual se encuentra la oficina de turismo. Cogemos un plano para orientarnos por la ciudad y vamos recorriendo toda Tompea, la Pierna Larga, la Pierna Corta, el Pasaje de Catalina (todo esto aunque no lo parezca son calles), Margarita la Gorda (que es una torre), la catedral rusa ortodoxa Alejandro Nevsky, que es preciosa por dentro y por fuera (el acceso es gratis)...La ciudad es preciosa.

Como yo quiero ir a ver el Museo de la Ocupación, vamos hacia allá antes de que cierren a las 18:00. Cuesta sólo 2 € por persona y os lo recomiendo porque es muy interesante. Hace un repaso de la ocupación nazi y la rusa. Hay un montón de objetos expuestos en vitrinas de todo tipo: armas, máquinas de escribir, libros, pasaportes, botas, ropa, etc. con unos paneles que explican en ruso, estonio e inglés cada una de las fases de la ocupación alemana primero, y después la rusa. En la misma sala pero al descubierto, hay un montón de maletas puestas una al lado de la otra, que son de las personas que tuvieron que huir y también las que deportaron a varios lugares, por ejemplo Siberia. También hay un par de cabinas, dos coches antiguos, una silla de dentista, una silla donde ataban a los sospechosos para interrogarles y seguramente para torturarles y varias puertas puestas una al lado de otra de la prisión de Tartu. Después hay unas escaleras que bajan a una planta inferior donde hay varias estatuas de Lenin, Stallin y otros dirigentes rusos. Seguramente estas estatuas antes estaban decorando plazas y parques, las fueron retirando y ahora algunas se encuentran aquí. Me sorprende que estén en tan buen estado y que las tengan ahí, teniendo en cuenta el terror que debe suponer eso en la memoria de muchos estonios. Tras aproximadamente una hora de visita, volvemos al casco antiguo de Tallín.

Desde el mirador Patkuli hay unas vistas preciosas de la ciudad antigua. Vamos a entrar en el museo de Estonia pero falta media hora para cerrar y decidimos que es mejor volver mañana. Al final ha quedado un día precioso. Como ya hemos visto la ciudad antigua, decidimos acercarnos a la playa de Vääna-Joesuu, a 25 km de Tallín.  Por tanto, volvemos al parking. Pagamos 7,20 €, teniendo en cuenta que hemos estado unas cuatro horas allí, sale la hora a 1,80 €. Ahí es cuando nos empezamos a dar cuenta de la calidad de las carreteras estonias y sus indicaciones. La verdad es que casi encontramos la playa de casualidad. El único acceso a ella que vemos es por un camino a través del bosque por el que no podemos pasar con el coche. Lo dejamos aparcado en un descampado y empezamos a caminar por ese camino sin estar seguros de que sea ahí. Pero sí lo es. Es una playa bonita. La arena es muy blanca, pero nos llama la atención que el agua es marrón, parece que esté sucia. Nos acercamos a la orilla y parece ser que el agua es transparente, ese color se lo deben dar los sedimentos que lleva. Luego nos daremos cuenta de que el mar báltico en sí es así y también todos los lagos del país. El agua no está muy fría pero claro es la orilla, que seguro que está más caliente que un poco más adentro. Hay algunas personas bañándose y otras tomando el sol en la orilla, pero medio vestidos. La verdad es que no hace mucho calor. Hay unas cuantas rocas redondeadas en una parte, que son muy características del país, porque las veremos en más playas.

Volvemos al coche y nos vamos a Keila, donde hay una catarata. El GPS nos lleva al pueblo, pero no a la catarata. Y por más que damos vueltas, no la encontramos. No hay ninguna indicación, y si la hay, está en Estonio, con lo que no entendemos nada. Al final llegamos a un parking de pago con un cartel grande y una caja. Miro el cartel, el cual señala varias rutas de senderismo pero no veo la cascada por ningún sitio. Me acerco a la caja a preguntar pero la señora sólo habla ruso, y aunque intento hacerme entender por gestos, no me entiende. Me siento súper impotente y me da rabia. Seguro que la cascada está ahí al lado pero no hay manera de encontrarla, así que volvemos al hotel.

De camino vemos un supermercado y decidimos comprar la cena y el desayuno de mañana: pan bimbo, embutido, yogures y algunas galletas, pastas y zumo. Llegamos al hotel, nos duchamos, cenamos algo, descansamos un rato y después nos vamos a dormir.

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